Como en muchas cosas en la vida, en el terreno de las mascotas hay dos bandos: el que adora a los perros y el que prefiere los gatos. Es como ser de dos equipos rivales, cada uno intenta demostrar la especial habibilidad de su fiel compañero que el contrincante no tiene. Sin embargo, esto no es una cuestión de guerras, en el sentido figurado de la palabra, por supuesto. Cuando hay dudas al plantear la pregunta: "¿Quién es más inteligente, el perro o el gato?", lo mejor es recurrir a la ciencia para que nos de una respuesta fundamentada.
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Puede parecer una cuestión banal, pero no lo es si tenemos en cuenta que según un informe de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos Para Animales de Compañía (ANFAAC) actualmente hay más de 31 millones de mascotas en España. Entre ellos más de nueve son perros, lo que confirma que es el animal de compañía preferido. Los felinos doméstivos rondan los cinco millones.
Son sin duda los reyes de la casa, aunque tienen características muy diferentes. Por regla general los canes son leales, cariñosos y hábiles, mientras que los gatos se comportan de manera más independiente y pueden llegar a ser bastante ariscos. Lo que parece fuera de toda duda es que ambas especies son bastante inteligentes. Aprenden rutinas, parecen entender lo que les decimos, saben hacer trucos...
¿Pero esto es algo que tiene que ver con la inteligencia? Una investigación realizada por Attila Salamon en la Universidad Eötvös Loránd en Budapest ha revisado esta cuestión comparando perros y gatos para ver cuál entiende mejor los gestos de comunicación humana. Técnicamente, esto se refiere a la relativa "capacidad cognitiva social" de caninos y felinos.
Los perros parten con ventaja porque llevan alrededor de 14.000 años domesticados, trabajando en estrecha colaboración con las personas. No solo eso, los antepasados de los cánidos vivían en grupos familiares cercanos y manadas que tenían un sistema de interacciones sociales complejas. Hay un componente genético aplicado instintivamente, pues parece que los ejemplares que respondían con mayor facilidad a las señales comunicativas humanas eran más apreciados y estaban mejor cuidados.
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Sin embargo, no sucede lo mismo con los gatos. Aunque hace algunos miles de años colaboraban con las personas por ejemplo protegiendo las cosechas de roedores, su contacto era mínimo. No son fáciles de dominar y siempre mantienen su carácter independiente. Es por eso, que en la investigación llevada a cabo por Attila Salamon se pone de manifesto que no se someten a las pruebas indicadas, tomando sus propias decisiones.
Así pues, ha quedado demotrado que los perros tienen mayor tolerancia al examen y también un mayor éxito en las pruebas propuestas. Eso no quiere decir necesariamente que los primeros sean más inteligentes, pero debido a la naturaleza de su comportamiento, no se puede analizar debidamente. Es posible que los gatos sean más inteligentes de lo que en realidad se puede demostrar.