Tania Carballo
Publicada

Hace casi 70 años que la película Pura Vida dio un sentido único a Costa Rica. El film, que contaba la historia de un hombre desafortunado que exclamó el slogan para mantener una perspectiva positiva en situaciones que de otro modo serían sombrías, supuso un cambio de mentalidad no solo entre los costarricenses, sino también entre quienes visitan el país.

Un término de gratitud, como respuesta a un "cómo estás"; como reemplazo de un sincero "de nada", o incluso como una explosión de emoción al azar. Pura vida es el lema no oficial de Costa Rica, pero posiblemente, lo más fiel del país. Cuando llegué lo supe, y es que no hay algo más puro que un país que no solo está repleto de naturaleza, sino que lucha por conservarlo en cada uno de sus rincones.

Costa Rica es conocida por sus playas, sus volcanes y su biodiversidad. Tanto, que registró 1,5 millones de turistas por vía aérea durante el primer semestre de 2024 y finalizó 2023 con 2,47 millones: casi la mitad de sus habitantes. Por no hablar de todas las especies únicas que también conviven en el país y que seguramente puedas ver si lo visitas.

El repelente de mosquitos es lo primero que debes añadir a la maleta, además de la protección solar y las zapatillas más cómodas del armario que te permitan caminar sin parar. Sin embargo, y a pesar de los senderos que te esperan, es posible que necesites un transporte para visitarla, siendo San José la ciudad inicia para tu experiencia.

En nuestro caso, la capital de Costa Rica no fue una estancia prolongada, pero el hotel Doubletree by Hilton Cariari nos abrió las puertas para una noche. En él, rodeadas de un ambiente de película, nos explicaron lo que iba a ser nuestra experiencia los días próximos, y mientras probábamos por primera vez —y no última— el zumo o "jugo" de maracuyá, empezamos a entender el slogan de la pura vida.

Naranjo y Sarchí, café y arte

Nuestra ruta comenzó en Naranjo, el distrito primero y ciudad cabecera del cantón de Naranjo. Muchas cuestas, comida rápida, comercios locales y la verdadera representación de un pueblo que proporciona la mayor parte del café para toda la provincia.

El café ha sido la base fundamental y motor para el desarrollo económico, social y cultural de Costa Rica. Tenemos que remontarnos hasta 1833 para entender su historia; sin embargo, el Tour de café Espíritu Santo es la forma más sencilla de viajar en el tiempo y de probar el verdadero sabor.

Rodeados de 247 hectáreas de cafetales de primera calidad, comienza el Tour de café Espíritu Santo. En el recorrido, no solo pudimos probar el café del país, sino observar todas las etapas que consiguen obtener una de las bebidas más consumidas hoy en día, iniciada con la obtención de frutos de cafeto y con una taza del producto al final.

La bebida fue durante muchísimos años la principal fuente de ingresos en Costa Rica, por lo que generación tras generación los 'ticos' trataron de enseñar a sus hijos la importancia del mismo, así como de continuar con la tradición. Tanto, que el calendario escolar está diseñado en torno al ciclo reproductivo del café.

Café Tour Espíritu Santo.

El Tour de café Espíritu Santo no solo te traslada al pasado, y a su forma de trabajar, sino que te da una visión de futuro: para el 2050, el café va a ser un lujo. En la actualidad, la bebida ha pasado a un segundo plano económicamente hablando, y la principal fuente de ingresos del país es el turismo.

Para entender cómo esta actividad pasó a ser primordial en la vida de los 'ticos', nuestro recorrido continuó en Sarchí, más concretamente en la casa de William Valverde, uno de los artistas más famosos de Costa Rica y responsable del diseño que adorna prácticamente toda la ciudad: los colochos Sarchiseños. 

Sarchí es la joya artesanal de Costa Rica, el lugar donde desarrollan su arte maestros artesanos y expertos muebleros. En él podemos observar los dos conceptos clave: los colochos y las carretas, que están estrechamente vinculados entre sí.

Los colochos sarchiseños son un estilo artístico que se distingue por sus formas en espiral, líneas curvas y patrones repetitivos que recuerdan rizos o remolinos, de ahí el término "colochos". Estas figuras se pintan con colores vivos, como el rojo, amarillo, azul y verde, y suelen incluir detalles florales y geométricos, dando vida a una de las expresiones más emblemáticas de la cultura costarricense.

William Valverde con su obra.

El arte de los colochos adorna las calles, murales y paredes de Sarchí, pero su base principal y tradicional son las carretas, otro de los mayores distintivos del país centroamericano, que representan un símbolo de trabajo, la herencia artesanal del país y una identidad propia.

Nuestra experiencia en Sarchí finalizó conociendo la unión de estos dos símbolos, en la Fábrica de carretas Eloy Alfaro. Un recorrido para conocer la importancia de estas herramientas de trabajo, que dejaron su función práctica para ser un reconocimiento mundial de Costa Rica.

Monteverde y Fortuna

En nuestro caso, viajamos directamente desde Sarchí a volcán Tenorio; sin embargo, Monteverde y Fortuna son dos destinos por los que merece la pena desviarse del camino.

Monteverde es conocido por su impresionante bosque nuboso, un ecosistema único lleno de neblina y una biodiversidad asombrosa. Este tipo de lugares te permiten no solo adentrarte de una forma única e íntima a una naturaleza completamente distinta a la que vemos en otros países del mundo, sino conocer de primera mano el turismo sostenible que define a Costa Rica.

Por otro lado, Fortuna es hogar del majestuoso volcán Arenal, un ícono natural que domina el paisaje de casi todas las fotos que puedas ver. La región también cuenta con cascadas como la impresionante Catarata de La Fortuna, senderos en medio de bosques tropicales o baños en termales relajantes alimentados por las aguas volcánicas.

A pesar de no visitar Fortuna, tuvimos la suerte de tener una vista privilegiada desde nuestro siguiente destino, el Parque Nacional de volcán Tenorio y una habitación en el hotel Celeste Mountain Lodge, que puede presumir de tener una de las mejores panorámicas de todo el país centroamericano.

Volcán Tenorio y Río Celeste

Era de noche cuando llegamos al hotel Celeste Mountain Lodge, por lo que tuvimos que esperarnos a la mañana siguiente para poder disfrutar de uno de los amaneceres más bonitos que mis ojos han visto jamás. A pesar de que estuve todo el viaje pensando en lo pronto que iniciaban el día los costarricenses, todo tenía sentido cuando aparecía el sol a primera hora.

El volcán Arenal queda a dos horas en coche desde el hotel en el que nos hospedamos; sin embargo, desde el jardín botánico es posible disfrutar de varios de ellos a la vez, dependiendo de las condiciones climáticas. 

Vistas desde el hotel Celeste Mountain Lodge.

Nuestra actividad del día fue una caminata por el Parque Nacional volcán Tenorio. Costa Rica es un país pequeño; sin embargo, alberga el 5% de la biodiversidad existente en todo el mundo. Un 26% del país está compuesto por áreas de conservación y territorio natural protegido, una protección que va más allá de un simple título. 

Mi viaje a Costa Rica me hizo entender que a nosotros como españoles nos queda mucho por aprender de la sostenibilidad. El país centroamericano no solo destaca por todas esas prácticas empresariales que se escapan de nuestras manos, sino que busca la participación y la concienciación de todos los habitantes y visitantes.

Una de sus últimas medidas, que ha entrado en vigor en 2021, ha sido la prohibición de plástico de un solo uso en Parques Nacionales, Reservas Biológicas y Monumentos Nacionales. En el Parque Nacional volcán Tenorio no se podían pasar botellas de plástico no reciclables. 

Además de la botella reciclable, nuestra visita por el parque Nacional supuso mucho repelente de mosquitos y protector solar. La realidad es que te preocupas muy poco de los insectos, teniendo en cuenta que puedes encontrarte con perezosos, serpientes venenosas, osos hormigueros o algunos felinos, aunque mi cerebro trató de olvidar este último dato.

Perezoso de Costa Rica.

El Parque Nacional volcán Tenorio alberga en su interior, además de una rica y diversa fauna, la catarata del río Celeste y los teñideros. Es muy posible que llegados a ese punto, tus piernas y cerebro te pidan volver por donde has venido, especialmente cuando veas los más de 252 escalones que hay para bajar a ver la cascada, ¿un consejo? no les hagas caso. 

Tuvimos la suerte que después de bajar y subir —por poco— los 252 escalones, la siguiente actividad era el tubing en río Celeste, que si sois como yo y no sabéis lo que es, se trata de un recorrido en flotador por las corrientes y una de las actividades más demandadas del país. Además de divertida.

Volcán Rincón de la Vieja

Dejamos atrás el volcán Tenorio para dirigirnos al volcán Rincón de la Vieja, uno de los destinos naturales más fascinantes de Costa Rica. Es el más grande en el noroeste del país, con una altura de 1895 metros, varios cráteres que lo rodean y un sistema activo con fumarolas, aguas termales y cráteres que emanan energía geotérmica.

La región alrededor del volcán combina bosques tropicales, cascadas, ríos y lagunas con un ambiente de actividad volcánica que da lugar a fenómenos naturales como pozas de lodo burbujeante y respiraderos de vapor.

Paseo a caballo en el hotel Guachipelín.

Nosotras tuvimos la suerte de hospedarnos en el hotel Hacienda Guachipelín, el único hotel con acceso al volcán. Hay tanto que ver y hacer cerca del volcán Rincón de la Vieja, que es posible que quieras pasar un par de noches a sacar el máximo provecho de tu tiempo. Sin embargo, la realidad es que, el propio alojamiento ofrece a los visitantes una experiencia completa.

Desde aguas termales gratuitas para todo aquel que se hospede en el hotel hasta actividades como tirolina, cabalgata a caballo, senderos o pases que incluyen todo en un mismo precio. Es muy difícil querer salir, porque toda esa diversión se combina con la "pura" naturaleza de Costa Rica.

Tamarindo y la 'pura vida'

Mi historia de amor con las aguas termales duró menos de lo que me hubiese gustado, pero nuestro último destino tenía una cruz en mi wishlist. Tamarindo es uno de esos lugares de los que todo el mundo habla cuando vuelve de Costa Rica, una ciudad costera pequeña, pero cuya cultura compensa con creces su tamaño.

Tamarindo está rodeado por una serie de playas que se encuentran a solo unos minutos del centro de la ciudad. Son ese tipo de panorámica que ves en las películas y que piensas que nunca vas a poder contemplar, todo ello acompañado de los surferos que protagonizan las tres principales: Tamarindo, Grande y Langosta.

Nuestros últimos días en Costa Rica se dieron en el hotel Cala Luna Luxury Boutique Hotel, que acompañó esa panorámica de película durante toda la estancia. El alojamiento está compuesto de diferentes villas: ocho de dos habitaciones, tres de tres habitaciones, ocho suites y el resto deluxe.

En el hotel puedes disfrutar de dos de los chefs que se encargan de hacer los menús con alimentos que previenen de La Senda, una finca que cultiva todo lo que posteriormente se sirve en Cala Luna. 

Vistas desde el hotel Cala Luna.

Costa Rica no es solo paisajes de ensueño o biodiversidad inigualable; su verdadero corazón late en la calidez de su gente. Los ticos, como se les conoce cariñosamente, son la encarnación misma del lema pura vida. Este espíritu, que parece ser el motor de su día a día, no es solo un dicho; es una filosofía que se refleja en su forma de relacionarse, su hospitalidad y su manera de vivir.

Durante mi visita, entendí que el tico tiene una manera de ver la vida que parece ir más despacio, como si el tiempo estuviera sincronizado con el ritmo de las olas del Pacífico. No es apatía, sino un enfoque diferente: valoran los momentos simples, las pequeñas conexiones.

Desde los agricultores que cuidan con mimo los cafetales, hasta los guías turísticos que hablan de su país con un brillo especial en los ojos, todos parecen impulsados por un propósito que va más allá de lo inmediato: un compromiso con su tierra y con su gente.