Para algunos, el amor lo es todo. Para otros, no es nada. Los más poéticos lo plantean como la única certeza de este mundo. Y es que, como escribió Pedro Salinas, “ni goce ni pena, / ni cielo ni tierra, / ni arriba ni abajo, / ni vida ni muerte, nada / sólo el amor, sólo amando”.
Fraternal, romántico, pasional, familiar… el amor se presenta de muchas maneras diferentes. Pero lo que está claro es que, en la historia de la literatura –e incluso de la música y las artes plásticas– muchos han intentado definir este concepto con más o menos suerte.
Desde la psicología, el profesor de la Universidad de Cornell (EEUU), Robert Sternberg, toda una eminencia en la investigación del ‘corazón’ humano, asegura que son tres los ingredientes que cocinan a fuego lento el amor y con ellos tres se forja una relación de esas que trascienden las páginas de los libros y las pantallas.
Los ingredientes de la ‘tarta’ del amor
Sternberg lo tiene claro, los componentes del amor son tres –”solo tres”, insiste en su conversación con EL ESPAÑOL– y dependiendo de cómo se mezclen y batan, el resultado será una relación u otra. Pero, empecemos por el principio.
“El primer ingrediente es la intimidad”, indica. Y rápidamente aclara: “Que no tiene por qué ser algo sexual”. Es, simple y llanamente, “ser muy buen amigo de alguien, ser capar de comunicarse con confianza, preocuparse por la otra persona, sentirse emocionalmente unido o cerca de ella”.
[El triángulo del amor desvela qué tipo de relación tienes: la explicación del experto]
Es, indica, la parte “más cariñosa, reconfortante”. Sternberg admite, además, que es “complicado” que exista amor si no hay intimidad. Sin ella, dice, se puede aparentar una ilusión del amor, pero “no te sientes conectado y cerca de alguien, es complicado” que surja la chispa del amor.
El segundo ingrediente, asegura, es la pasión. Pero, ¿qué significa esto? El psicólogo experto en comportamiento humano asegura que se trata de “emocionarse con la otra persona”. Eso sí, afirma, “no tiene por qué ir acompañado de una connotación sexual”. Y explica que puedes sentir pasión por tus hijos, tus padres, tus amigos…
“Es sentir un 'guau' cuando compartes tu tiempo con esa persona, es el no poder imaginarte tu vida sin esa persona o saber que la vida sin ella sería un desastre”, matiza.
Por último, el tercer elemento del amor sería el compromiso. “Con el tiempo, la relación se mantiene, incluso cuando la otra persona está enferma o las cosas se ponen complicadas, o tú mismo pasas por un periodo en el que no ves la vida de la misma manera”, asevera Sternberg.
La clave de este último ingrediente del amor es que, “a pesar de todo, te comprometes a intentar que funcione”.
Ahora bien, diferentes combinaciones de estos componentes crean diferentes tipos de amor. “La intimidad por sí sola se traduce en amistad. La pasión, en deseo o encaprichamiento. El compromiso por sí solo se convierte en lo que llamo amor vacío, porque no hay sentimientos”, asegura.
Por su parte, “la suma de la intimidad y la pasión se traduce en amor romántico. La intimidad y compromiso, en lo que llamo ‘compañerismo’, que sería una amistad a largo plazo sin la chispa”, continúa.
Y añade: “Pasión y compromiso se convierten en amor ingenuo o fatuo, muy al estilo de Hollywood. Y los tres ingredientes juntos se traducen en un amor completo”. Este último sería ese amor verdadero, puro, con el que muchos sueñan.
Las “historias” o la guinda del pastel del amor
La teoría del amor de Sternberg se complementa con, como explica el experto, las “historias” que cada uno crea “sobre lo que quiere”. Es decir, “la gente tiende a comenzar una relación con otras personas que encajan en la historia que tienen en su cabeza”, indica. Y pone un ejemplo: “Si dos personas quieren un amor de cuento, con sus príncipes y princesas, la relación funcionará porque ambos se han creado la misma historia sobre lo que el amor debería ser”.
Cada persona (y cada pareja) tiene una idea en su cabeza de cómo una relación romántica debería ser. El experto explica que hay quien piensa que se trata de un negocio, o de encontrar un compañero de viaje. “Hay hasta dos docenas de historias diferentes en las que la gente puede encajar su idea del amor”, afirma. Y si las historias de las dos personas son las mismas, la relación “no tiene por qué no funcionar”.
[Relaciones "casi algo": qué son y por qué duele tanto superarlas]
Según Sternberg, se puede dar el caso de que personas con ideas diferentes de lo que es el amor entablen una relación y esta funcione, pues “sus historias son complementarias”. Sin embargo, dice, “no siempre sucede así”. Y es que “dos personas pueden quererse, pero no necesitar las mismas cosas ni estar en el mismo punto vital”, indica. Por eso, lamenta, “hay relaciones que no acaban de funcionar por mucho que se intente y quieran las dos partes”.
No todo es amor
Sternberg tiene claro que el amor nunca puede ser tóxico. Eso, dice, es otra cosa. Pero, ¿cómo saber si la toxicidad se ha colado en tu relación? El experto propone un trabajo de introspección en cuatro fases.
Las cuatro señales de alerta del amor tóxico
Párate a pensar si “la persona en la que te estás convirtiendo es la que quieres ser” o no. “El problema no es tanto la otra persona, sino si tú te está convirtiendo en alguien que no eres tú. O si eres tú, pero una versión de ti que no te gusta”.
La relación “no te permite ni crecer ni desarrollarte de una manera que tiene sentido para ti”. Es decir, explica el experto, “que tu pareja tiene una idea diferente de quien eres de la que tú tienes”.
¿Te sientes en “caída libre”? Sternberg indica que esto no significa que no estéis de acuerdo de vez en cuando, sino que “las cosas van marcha atrás y sin frenos”. Párate a pensar por un momento en algo clave: si hubieses sabido que la relación iba a tomar esos derroteros cuando te embarcaste en ella, ¿lo hubieses hecho de todas maneras?
Si la respuesta es no, tienes un problema. “Como ha sido un proceso muy lento, te has adaptado a situaciones que nunca hubieses tolerado”, afirma el experto.
Mentiras y más mentiras. Pero no a tu pareja, sino a ti mismo. “Si empiezas a mentirte a ti mismo para continuar con la relación o empiezas a inventarte historias nuevas para seguir, algo va mal”, concluye.