Todos los días leemos artículos que contienen los tips para lograr la felicidad, pero en general, suelen ser hábitos que podemos poner en práctica para reducir la ansiedad y el estrés, derivados de una vida demasiado acelerada. Y normalmente, estos hábitos hacen referencia a realizar ejercicio físico, tener una buena dieta y dormir 8 horas diarias.
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Pero ¿y si la clave para encontrar la felicidad tuviera más que ver con los sentimientos y el estado espiritual del ser humano?
La terapeuta Michele DeMarco publicó en la revista Psychology Today un artículo en el que se refiere a las ‘fuerzas psicoespirituales’. Con la ayuda de estudios científicos avala en el texto, el efecto positivo que tienen estas fuerzas sobre el bienestar de las personas y su felicidad.
DeMarco habla de los ‘seis deseos humanos fundamentales’ que nos llevan a la felicidad y que no tienen nada que ver con la práctica en un gimnasio o que se puedan ingerir. Son los siguientes:
Significado, que nos ayuda a dar sentido a la vida. Nos ayuda a ver cómo encajamos en el mundo y nos da la confianza de que dentro de cada situación y cada momento de la vida, hay algo importante y valioso que puede llevarnos hacia adelante y ayudarnos a estar bien.
Algunos estudios revelan que las personas que cree que su existencia tiene sentido tienen niveles bajos de hormonas del estrés. Además, esto influye positivamente en la transición de los pacientes con cáncer hacia una supervivencia a largo plazo, y contribuye a la longevidad de las personas mayores.
Propósito que nos fundamenta y motiva. Satisface el deseo de tener una razón para levantarnos por la mañana y acostarnos por la noche, sintiendo que hemos hecho algo importante o que vale la pena. Algunos investigadores descubrieron que tener un propósito en la vida puede reducir el riesgo de mortalidad hasta un 17%, casi tanto como seguir la aconsejable dieta mediterránea.
Los valores nos ayudan a determinar a qué le damos prioridad y qué perseguimos en la vida. Los valores nos dan la confianza en cosas a las que siempre podemos recurrir y confiar para mantener nuestra integridad intacta. Estados emocionales como la vergüenza y la culpa a menudo provienen de no vivir nuestros valores y pueden tener un impacto negativo en la salud y en las enfermedades.
La conexión nos ayuda a relacionarnos y formar relaciones con los demás y con el mundo que nos rodea. Satisface nuestro deseo de vincularnos y de pertenecer, de tener un tipo de calidez y seguridad familiar. Contribuye de forma crítcia para tener buena salud y longevidad. Estudios han demostrado que las personas que tienen relaciones satisfactorias son más felices y tienen menos problemas de salud y viven más.
La resilencia satisface nuestro deseo de vivir plenamente, amar profundamente y prosperar todos los días, pase lo que pase. Nos da la confianza de que la vida siempre vale la pena vivirla. Cada vez hay más investigaciones que muestran que la resilencia puede amortiguar afecciones de salud mental, como la depresión y la ansiedad.
Finalmente, la trascendencia nos despierta a la plenitud de la vida para experimentar algo más grande que nuestras listas de tareas diarias. Nos da la confianza de que hay cosas en la vida que siempre nos inspirarán, alentarán, humillarán y emocionarán.