En muchas ocasiones, se ha definido la felicidad como estar rodeado de planes, aventuras, viajes o adrenalina. Quedar con nuestros amigos, ir de compras o acompañarles a un concierto. Nos pasamos la vida buscando momentos para ser felices, sin pensar que sin todo eso también podemos serlo.
Estamos constantemente diciendo que sí a planes por miedo a perdernos algo. Como ese día que no íbamos al colegio y hacían la mejor actividad de la semana. Evitamos aislarnos, porque no queremos perdernos lo bueno que pasa.
El FOMO (Fear of Missing Out) es el término que da nombre a este comportamiento, una patología que se entiende como el miedo a estar ausente o la ansiedad generada por el temor a perderse un evento social o cualquier otra experiencia positiva. Una dependencia que aunque parezca que se acerca a la felicidad, en muchas ocasiones se aleja de ella.
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Todos hemos pasado por esa sensación de estrés, agobio o miedo de perdernos algún plan que nos habían propuesto. No llegamos a tiempo, tenemos cosas que hacer o simplemente, no nos apetece.
Decir 'no' a todos estos planes acaba por volverse complicado por todas las cosas que pasan por nuestra cabeza, "no van a querer contar conmigo la próxima vez", "soy un aburrido" o "seguro que pasa algo genial de lo que van a hablar durante días"
Lo cierto es que este FOMO tiene cierta relación con las redes sociales, ya que estamos constantemente buscando eso que enseñarle a nuestros seguidores. Decir que 'no' también supone no poder subir esos selfies en fiestas o viajes que, si acudiésemos, sí podríamos subir.
Buscamos todas esas experiencias, momentos y realidades que a todos nuestros seguidores le parezcan fantásticas, mientras que nosotros no estamos disfrutando en absoluto de ellas. Solo queremos sentirnos incluidos.
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Para tratar de combatir contra esa sensación, ha nacido el JOMO (Joy of missing out) o más conocido como el placer de perderse las cosas. Un sencillo hábito que agradecerá tu cuerpo y mente.
El momento de decir que no
Aunque pensemos que no, la felicidad también está en pasar tiempo con nosotros mismos. En tomar café caliente, ver nuestra serie favorita o no acudir a ese plan que no nos apetece nada.
El JOMO reivindica la conexión con aquello que de verdad queremos, decir que 'sí' a esos planes que verdaderamente nos apetecen, salir de casa el día que tengamos ganas, pero también resguardarnos entre las sábanas los días que no.
Es fundamental priorizar el autocuidado, huir de las sensaciones de angustia que nos provoca estar en sitios donde no queremos estar, pero también escapar del pensamiento en el que, por decir que no, somos malas personas.
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Debemos enfocarnos en actividades que nos fortalezcan como persona, así como pasar tiempo con personas que realmente apreciamos. Valorar el presente tal y como queremos, acompañados de quienes nosotros elegimos.
Sin embargo, hoy en día es más difícil que nunca apreciar el ahora por la tendencia que está sumada al FOMO y a las redes sociales: ver la vida a través de la cámara del móvil.
Para ser feliz, un paso crucial en plena era tecnológica consiste en dejar de querer demostrar que nuestra vida es perfecta todo el tiempo y no estar pendiente en por qué la vida de otros —según sus redes sociales— sí lo es.
Los hábitos relacionados con el JOMO para ser un poco más feliz son:
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Aprender a decir que no a planes que realmente NO nos apetecen.
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Reforzar el contacto con nuestros seres queridos, pero alejado de las redes.
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Dedicar menos tiempo a las redes sociales, sobre todo, cuando estamos pasando tiempo de calidad.
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Encontrar aquello que nos hace realmente felices, y no sentirnos culpables por ello: quedarnos en casa, no salir de fiesta o no ir a ese restaurante de moda.
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Dejar de comparar todo lo que hacemos con lo que hacen los demás.