“Verde que te quiero verde”, deben de recitar para sus adentros los puntales del Ibex. Aparece Nadia Calviño vestida del color de la esperanza para hablar de los fondos europeos. Toma asiento la vicepresidenta que sosiega a los empresarios. El poli bueno de la coalición. La ministra de un gobierno socialista a la que sus adversarios internos llaman -¡como si fuera un insulto!- “liberal”.
Calviño manda mucho. La prueba topográfica de su poder anida en la carrera de obstáculos que salva para alcanzar el escenario. Todos quieren saludarla. Y no es fácil. El protocolo exige suavidad, fuerza y rapidez al mismo tiempo. Suavidad en el “buenas tardes”, fuerza para dejar en fuera de juego al saludador rival y rapidez para pedir mucho en muy poco tiempo.
En este tipo de saraos, existen saludadores muy experimentados. ¡Brillantísimos! Más bien, olímpicos. En cuanto la víctima concluye su intervención -véase Calviño-, parten de una esquina, derriban a quien sea necesario y, cuando llega el momento, ¡zas!, se hacen los encontradizos.
La vida es una tómbola de 140.000 millones de euros, Nadia. Usted lo sabe y por eso sonríe con paciencia. La vicepresidenta habla en futuro. Habla de las cosas que arreglan un país, pero que no granjean titulares. Parece mentira que Calviño comparta gobierno con quienes husmean en la Memoria Histórica cada vez que llega una cita con las urnas.
Arturo Criado, subdirector de Invertia y su entrevistador esta tarde, le pregunta por sus discrepancias con Podemos. Y ella, como santo Tomás, le dice que meta la mano en su llaga: no encontrará usted en mí ganas de discutir, sino de construir.
Qué rápido todo. Ahora perora José Ignacio Goirigolzarri, que hace un telediario era presidente de Bankia y hoy lo es de CaixaBank. Un tipo divertido, uno de esos buenos oradores que aparecen en un lugar inesperado: un banco. Muy de Bilbao, y del Bilbao.
Conviene fiarse de sus previsiones económicas y no hacerlo de las futbolísticas. Decía que el Athletic iba a ser el único club de la Historia en ganar dos Copas del Rey la misma temporada. Por fortuna, no ha sucedido. Aguanten ustedes a un vizcaíno envuelto en títulos.
El que parece de Bilbao es su sucesor en el simposio, Juanma Moreno. El presidente de Andalucía menciona una app para sus ciudadanos… ¡con más de 1.200 usos! Pero, ¡por Dios! ¡No va a haber horas en el día para disfrutarlos!
Disculpen, un momento: una mujer ronda esta mesa en busca de un enchufe para cargar el móvil. Es Pilar López, la presidenta de Microsoft España. Dejo de escribir y oteo las paredes de toda la Casa de América. Quiero decirle: “Presidenta, le cambio un enchufe por otro”. Hay que estar prevenido en esta era de la “revolución digital”. Pero se me adelantan. ¡Miren que se lo decía! Los saludadores. Suavidad, fuerza y rapidez.
Vuelvo a lo de Juanma Moreno. Está cabreado con Pedro Sánchez. La cosa no fluye. Cuenta que a él Sánchez no le cuenta. No sabe nada de la tómbola. El año que viene los colocamos en el mismo turno. A ver si así… Por EL ESPAÑOL que no quede.
Nos gustan las emociones fuertes. En la siguiente mesa, hemos reunido al Barça y al Real Madrid. Colman Deegan, consejero delegado de Vodafone España; y Jean-François Fallacher, CEO de Orange. Jamás habían coincidido en un foro público. Aquí lo hacen. Y se despiden con un “nos hemos comportado y casi no hemos peleado”.
Con el anochecer, entran en escena los “espartanos”. Así define Diego Sáez de Eguílaz -socio cofundador de MESbook- a los promotores de las startups. Este es, por decirlo de alguna manera, el mundo real. El de los supervivientes: “Todo el dinero que pase por delante… ¡pillémoslo!”. Se acaba la primera jornada. Nos cierran el chiringuito. Así que “pillemos” la última… en otra parte. Hasta mañana.