Estrenos de Netflix, hidrógeno verde y lluvia de millones: día de 'adictos' en el Wake Up
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En la barra del Wake Up está prohibido fumar. Este martes con más motivo, que venían las ministras de Ciencia y Sanidad. Sin embargo, cuando nos dijeron que cerráramos los ojos para ver "trenes de hidrógeno verde" circulando por toda España, estuvimos tentados de dar alguna calada vegana y ecoambiental.
Intentamos imaginar los trenes disciplinadamente. Obedientemente. Pero lo máximo que conseguimos fue ver el escenario como en la fotografía que ilustra este artículo. "Transición energética, movilidad sostenible, sanidad e innovación". Ése era el título de la jornada del martes. Uno de la barra tradujo: "Lluvia de millones".
Cuando apareció Carolina Darias, la ministra de Sanidad, todos pensamos en quitarnos la mascarilla al más puro estilo Delacroix y recordar los días del destape en la Transición. En la barra lo teníamos todo preparado, en cuanto anunciara la retirada del bozal en interiores, fuera corsé.
Pero Darias nos torturó sibilinamente. Habló durante media hora. Creíamos que había dejado lo mejor para el final... nada. Se puso la mascarilla y se fue. Lo siento, querido lector: al contrario que Antonio Flores, "sí duDarías en volver a reír".
Desfilaron por el escenario los dirigentes de las empresas más poderosas de los sectores ferroviario y farmacéutico. Como en una película del oeste, se podía seguir el rastro del dinero. "¡De la inversión, brutos!", nos corregía un redactor de Economía. Conforme acababan sus discursos, eran asaltados por un manojo de tarjetas. "Oye, llámame y hablamos".
Fíjense, por ejemplo, en Henri Poupart-Lafarge. Trabajó en el Ministerio de Economía francés. Hoy es el CEO de Alstom, que fabrica trenes por todo el mundo y factura miles y miles de millones cada año.
Quisimos acercarnos a él, pero no hubo manera. Queríamos pedirle un tren. ¡Uno de tantos! De segunda mano, aunque fuera un renting. Nuestro razonamiento era cristalino: de niños, nuestros padres nos regalaban trenes y tenían mucho menos dinero. ¿Cómo no iba a obsequiarnos con uno aquel señor tan simpático?
Le tomó el relevo Xavier Flores, secretario general de infraestructuras del Ministerio de Transportes. Como buen ingeniero de caminos, se tomó a pecho el verso de Antonio Machado y quiso dar su conferencia de pie, haciendo camino al andar. Arturo Criado, el periodista que presentó el lunes, que presentó el martes y que lo hará hasta el final de los días miraba entristecido la marcha de las butacas. Si nadie ayuda a este hombre, el viernes acabará, como en las grandes bodas, con la corbata en la cabeza.
El emisario del Gobierno conjugó la descarbonización en todas las formas posibles. Cuando nuestra lengua estaba a punto de descarrilar, se refirió a la "humanización de las travesías". Entonces creímos escuchar a Silvio Rodríguez.
El Wake Up se teje con el mismo hilo con el que se hilvanan los sueños. Así de sentimental sonó Carlos Bertomeu, presidente de Ilsa, el mayor operador de trenes privados, la próxima competencia de Renfe. "Yo siempre soñé con ser actor", dijo. Pero no Marlon Brando o Brad Pitt, sino "actor de la liberalización ferroviaria". ¡Hay gente para todo!
"En diez años, me imagino una maleta que entra en un tren de Sevilla y aparece en Nueva York". El razonamiento de Bertomeu debió de ser fruto de esa "satisfacción explosiva" que proclamó durante su conferencia.
No sabemos quién ha elegido la música que suena en los descansos del Wake UP. Pero es música de copas. En un anfiteatro oscuro. Tanto el lunes como el martes entraron algunos despistados pidiendo ron y ginebra en la barra.
"Londres, Ámsterdam, París", enumeraba Javier Sánchez-Prieto, presidente de Iberia. ¿Por qué no se nos ocurrió levantar una tómbola aquí dentro? El que aguante desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche seguido, sin descanso, ¡premio!
Debía de estar cociéndose algo muy gordo. Reyes Maroto, la ministra de Industria, quiso intervenir desde Estados Unidos. "Estamos a punto (...) estamos a punto (...) estamos a punto", aseveró en varias ocasiones. Doña Reyes, por dios, ¡que va a convertir España en los Estados Unidos de Ronald Reagan!
Otra de las palabras que más utilizaron todos los invitados fue "transición". Como por arte de magia, como en la canción de Alaska, hizo chas y se apareció en la primera fila Ramón Tamames. Con su traje de lord inglés y unos papeles bajo el brazo.
–Don Ramón, ¿cómo está usted?
–Muy bien, hombre. Se está imprimiendo la vigesimotercera edición de mi Estructura económica de España.
Pero, ¿cómo no va a ser posible cumplir cualquier sueño en un país donde un libro con ese título vende miles y miles de ejemplares? Aunque nunca se sabe. Nos explicaba Rosa Tous, la vicepresidenta de Tous, en un aparte, que la pandemia ha empujado sus ventas online del 8% al 20%. Tiene una explicación muy gráfica: en las videollamadas, lo que más se ve son los collares y el pintalabios.
Tous ha construido un estudio fotográfico brutal porque la gente compra sus joyas guiada por una foto, y no por el tacto. Cada vez más. "Vamos a darle un bomb-up a la marca", nos decía. De pronto, sonó la alarma de incendios. Regresé corriendo a la barra, temeroso de que a alguno de mis compañeros se le hubiera ido la mano con el hidrógeno verde.
Fue un día también para las adicciones. Mary-Kathryn Kennedy, vicepresidenta de producción de Netflix en mil y una regiones, anunció que ya está en marcha la sexta temporada de Élite. Los inversores resoplaron pensando en la tranquilidad de sus hijos.
Poco tuvo que hacer Juan, el presidente de IDIS, para meternos en su Abarca: habló de la descoordinación total del Estado de las autonomías durante la pandemia. Le dio la razón la ministra Darias: "Queremos un país donde el código postal no marque el diagnóstico". También sería estupendo un país donde el código postal no marcara la política territorial. Pero, ¡ay!
Clausuró el foro Diana Morant, ministra de Ciencia. Lo hizo en horario Champions, a eso de las 20:45. Demostró ser una mujer piadosa, con un ego muy controlado. Terminó su discurso cuando la pantalla todavía le otorgaba ocho minutos. ¡Un político que se va de la tribuna cuando le queda tiempo!
Se despidió con una loa al "avión de hidrógeno verde" –Moncloa se ha volcado con eso– y otro al "Centro ibérico de almacenamiento energético". Nos entró el hambre, ¡surtido de ibéricos!, y nos marchamos.
¡Ya es miércoles!