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Un coche que tiene como nombre simbólico el león, el mismo emblema que El Español. Por ello, hemos querido conocer de cerca cuáles son los leones de Madrid. Y para ello hemos realizado este recorrido por el león, un animal que siempre estado ligado a la iconografía hispana desde mucho antes de la creación de propio país.
No son pocos los ejemplos que dan fe de ello: los leones que guardan el sepulcro de Pozo Moro (datados del siglo VI a. C.), el famoso patio de la Alhambra de Granada, las imágenes de las dos repúblicas y hasta el escudo que hoy podemos apreciar en la bandera española, con este felino rampante como parte irremplazable.
“El león es príncipe de las selvas —escribió Juan Caramuel—, monarca de los fuertes, y emperador de todos los animales. No conoce el miedo, y por esta razón es el símbolo perfecto de España”. Es por eso por lo que este noble animal es el emblema de El Español.
Este periódico cumple cinco años y, como celebración, hace un recorrido por 10 de los leones más notables repartidos por la capital. Los hay que guardan símbolos y reyes, otros que dan agua e incluso los hay que son leones por castigo. ¿Cuáles? Siga leyendo.
Los guardianes del 'Rey Planeta'
Pese a estar tumbados, los cuatro animales enseñan los dientes, como si fueran conscientes de que flanquean a un rey. Varios metros sobre la cabeza de estos leones, se alza una estatua de Felipe IV con su caballo en corveta (sobre las patas traseras).
Este conjunto escultórico está en la plaza de Oriente y fue construido por orden de Isabel II a mediados del siglo XIX. Sin embargo, la estatua del monarca se remonta al siglo XVII y está firmada por Pietro Tacca, que contó con la ayuda del mismísimo Galileo para que se mantuviera en pie. Los leones, que es lo que nos ocupa, los firmaron los escultores Francisco Elías Vallejo y José Tomás, que finalizaron el conjunto en 1843.
Los proveedores del aguador
Hubo un tiempo en que los aguadores se abastecían en la Fuente de Pontejos, ubicada en la plaza con el mismo nombre. Con sus cubas bien cargadas hacían la ronda por las casas de sus parroquianos, que pagaban treinta reales mensuales por este servicio, según contó el escritor Emilio Gutiérrez Gamero. Actualmente, en la fuente de Pontejos hay un cartel deja bien claro que ese agua no es potable.
Los grifos que despachan ese líquido que no se debe beber son dos mascarones de león de bronce, uno a cada lado de la fuente. Fueron colocados en 1921, aunque la fuente data de mucho antes. El conjunto está dedicado a Joaquín Vizcaíno, marqués consorte y viudo de la Casa Pontejos.
Donde se mentía más que se hablaba
Cuentan que Miguel de Cervantes no necesitaba salir de su casa para oír lo que se cotilleaba en el llamado Mentidero de Representantes. Vivía justo encima, en la vía que ahora lleva su nombre. Este lugar, que hacía esquina con la calle del León, era un punto de encuentro de las gentes del teatro durante el Siglo de Oro.
Arturo Pérez-Reverte lo describió de esta manera en su obra El caballero del jubón amarillo: “Se comentaba en corros tal o cual comedia escrita o por escribir, corrían pullas habladas y en papeles manuscritos, se destrozaban reputaciones y honras en medio credo, los poetas consagrados paseaban con amigos y aduladores, y los jóvenes muertos de hambre perseguían la ocasión de emular a quienes ocupaban (...) el Parnaso de la gloria” . ¿Un Twitter del siglo XVII? La calle del León se llama ahora igual que entonces. Cuenta con 15 bustos de este animal repartidos por la esquina con la calle Santa María.
Daoiz y Velarde
Estos son probablemente los leones más famosos de España. Se les llama popularmente Daoiz y Velarde, en referencia a los héroes del levantamiento del 2 de Mayo. Desde 1872 —hubo dos versiones anteriores— estas dos enormes esculturas flanquean la vida política de España. Pesan 2668 y 2219 kilos y fueron construidos con el bronce de los cañones ganados por el ejército español en la Batalla de Wad-Ras, en la Guerra de África.
Fueron fundidos en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla, aunque su colocación no estuvo exenta de polémica. Contaba con el visto bueno de políticos y militares, pero hubo un grupo de diputados que criticó duramente el origen militar de las figuras. El debate se zanjó con su colocación. Lo que han vivido desde esa tribuna ya es de sobra conocido.
Por castigo
La Cibeles fue adorada por los griegos mucho antes que por los madridistas. Esta divinidad representaba la personificación de la tierra fértil, las cavernas, las montañas y la naturaleza. No es casual que sean dos leones los que tiren del carro, como tampoco lo es la dirección a la que ambos miran. Esos leones representan a Hipómenes y Atalanta, dos personajes mitológicos que cometieron el sacrilegio de mantener relaciones sexuales en el templo de esta diosa. Ella les convirtió en leones por su afrenta y les condenó a tirar de su carro sin poder mirarse. Hay voces que aseguran que los leones del Congreso también proceden de esta historia mitológica, ya que tampoco se miran el uno al otro.
La famosa fuente, símbolo mundial de Madrid, fue construida a finales del siglo XVIII por los escultores Francisco Gutiérrez (hizo la diosa y el carro), Roberto Michel (los leones) y el adornista Miguel Ximénez. El diseño fue de Ventura Rodríguez, quien cometió el error de poner melena a los dos animales. Atalanta es una hembra y, por tanto, no debería tener esa poblada cabellera.
Iluminando buzones
Pero Hipómenes y Atalanta no son los únicos leones de esta céntrica plaza. El —antes llamado— Palacio de Telecomunicaciones también cuenta con bastantes, aunque menos visibles que los que tiran del carro de la diosa. En las columnas de la fachada principal hay cuatro leones (dos en cada columna) sujetando un escudo de armas. También se pueden ver en la fachada que da al paseo del Prado (en la imagen) bajo las columnas, sujetando las cadenas de la que cuelgan varios faroles.
Este palacio, que actualmente alberga el Ayuntamiento de Madrid, fue construido a principios del siglo XX. Su inauguración oficial fue en marzo de 1919 y su función original era albergar la central de distribución de correos, telégrafos y teléfonos. Por eso bajo los faroles que sujetan los leones todavía se pueden ver amplios buzones.
La primera prueba
Según la mitología griega, el héroe Heracles mató a su mujer, sus hijos y sus sobrinos con sus propias manos en un ataque de locura provocado por la diosa Hera. Para redimirse de estos terribles hechos, el oráculo de Delfos le ordena completar doce pruebas. La primera de ellas: matar al León de Nemea y despojarlo de su piel.
La escultura arriba mostrada muestra el momento en que el héroe se enfrenta al animal que atemoriza al pueblo de Nemea. Esta obra forma parte de los monumentos del Retiro, aunque su lugar original seguramente fuera el Palacio Real. Se desconoce su autoría.
Guardianes del escudo
Las esculturas del tejado ensombrecen cualquier otro ornamento, pero en la sede del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente también hay leones. La Gloria y los Pegasos fueron obra del escultor Agustín Querol. Bajo estas espectaculares esculturas hay dos felinos que sujetan el escudo de España (que, a su vez, tiene dentro un león rampante). Pero no son los únicos. También sobre las ventanas de la fachada principal hay cabezas de león.
Cuando se construyó, a finales del siglo XIX, este edificio iba a ser la sede de la Facultad de Ciencias y Escuela Central de Artes y Oficios y de Comercio. Nunca cumplió con ese objetivo y siempre albergó ministerios en su interior. Primero fue el Ministerio de Fomento, luego el de Instrucción Pública y Bellas Artes y finalmente el de Agricultura.
Quien forja su leyenda
Otro león que pasa muy desapercibido es el que hay en el friso superior de la puerta de Velázquez en el Museo del Prado. Esa escultura, también catalogada como obra del Prado, fue creación de Ramón Barba y se denomina Fernando VII recibiendo los tributos de Minerva y las Bellas Artes. Representa al monarca como protector de las artes y las ciencias.
El rey menos querido de la historia de España (pese a su apodo de El Deseado) se preocupó de crear elementos (¿de propaganda?) que ensalzaran su figura. Además de este particular homenaje, también donó numerosas obras a la mayor pinacoteca de España.
El rey
Este recorrido termina en el interior del Museo del Prado, donde hay numerosas obras que muestran al animal que da imagen a este periódico. Una de ellas es El Cid, un majestuoso retrato del rey de los animales. Fue pintado en 1879 por la francesa Rosa Bonheur, una de las grandes exponentes del género animalière.
La artista propuso en este cuadro una contemplación directa del rostro del león en todo su esplendor. Esta obra fue donada al museo por Ernest Gambart, amigo personal de la pintora.
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