Mike Feist, Zendaya y Josh O'Connor, en el filme de Guadagnino

Mike Feist, Zendaya y Josh O'Connor, en el filme de Guadagnino

Cine

'Rivales': Guadagnino y Zendaya explotan en un filme con sudor, musculitos y miradas intensas

La actriz brilla como objeto de la rivalidad, deportiva y amorosa, de dos tenistas en un drama erótico desmadrado y glamuroso sobre el deseo.

26 abril, 2024 08:43

Es evidente que el italiano Luca Guadagnino nunca será el director de cine favorito de Ken Loach. El de Palermo se hizo famoso en el mundo entero por Call Me by Your Name (2017), en la que contaba el romance homosexual entre un inexperto adolescente (el hoy famosísimo Timothée Chamalet) y un treintañero fornido (el hoy caído en desgracia Armie Hammer).

En una Lombardía de postal, la película era una lograda actualización del viejo “amor y lujo” con ráfagas de verdadera emoción. En sus peores momentos, las escenas de amor tenían algo de “córrete rápido que nos cierran Gucci”. Pero la película alzaba el vuelo de manera memorable en la solemne secuencia del discurso final del padre del protagonista, compensando su ligera tendencia a la imagen publicitaria.

Rivales, su nuevo título, recupera en parte al Guadagnino de Call Me by Your Name al plantear una película sexi en la que el deseo juega un papel fundamental. Pero es un deseo muy distinto, algo más adulto.

Si en aquella película el personaje de Chamalet era un pipiolo que vivía con devoción inocente su primer amor, aquí el trío protagonista de tenistas -interpretados por la muy sofisticada Zendaya, Mike Feist y Josh O’Connor- se enzarzan con saña en un triángulo amoroso mucho más perverso, aunque los tres sean al final menos listos y cínicos de lo que pensaban al principio.

Pelotazos y pelotas

A veces, la filosofía más profunda se encuentra en lugares insospechados. Como en la vieja película Los blancos no la saben meter (Ron Shelton, 1992) que, a pesar de la espantosa traducción del título (en inglés hace referencia a “saltar”), es un sólido drama deportivo.

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Allí, Rosie Perez soltaba una frase que era el leit motiv de la propia historia: “A veces crees que has ganado pero en realidad has perdido y a veces pierdes, pero luego te das cuenta de que has ganado”. Se mire por donde se mire, es una gran verdad. ¿Nos ofrece algo similar Rivales?

La trama del filme de Guadagnino está construida con sucesivos flashbacks que abarcan el arco temporal de 2007 a 2019. Al principio de la historia, que no de la película, los tres protagonistas son tenistas amateurs que destacan como grandes promesas.

Tashi (Zendaya) acaba de ganar un campeonato no profesional y los jóvenes Art (Mike Faist) y Patrick (Josh O’Connor), amigos del alma y compañeros en dobles, van a batirse en duelo por ser el mejor amateur masculino del año.

Por si fuera poca prueba a la amistad de los dos hombres, forjada desde la adolescencia como compañeros de habitación en un internado, ambos, claro, se enamoran de Zendaya.

Ella es lo mejor de Rivales por su capacidad para combinar una genuina sofisticación con la expresión de vulnerabilidad, que matiza y da mayor dimensión a su papel de femme fatale al uso. Para enredarlo aún más, el personaje de Zendaya le promete una cita al que gane, jugando de manera hábil con la rivalidad que percibe en ambos amigos.

En 2017, los tres vuelven a juntarse en un torneo de segunda división en Nueva York. El “ganador”, sin duda, es Art, quien no solo se ha casado con Zendaya, también se ha convertido en un tenista famoso, ganador de Grand Slams, aunque está pasando por un momento de baja forma.

Mientras, el pobre Patrick sigue descompuesto y sin novia y no ha llegado ni mucho menos tan lejos como su antiguo amigo. Por supuesto, está resentido y se siente traicionado.

Claro que, como dicen en Los blancos no la saben meter, ganar y perder son conceptos ambiguos. Al final, ambos amigos y rivales del alma acabarán reeditando su partido de 12 años atrás en un combate en el que sienten que se juegan el propio sentido de su existencia.

Un puzle desmadrado

Yendo de manera constante del pasado al presente y vuelta a empezar, Rivales plantea una trama de thriller erótico y drama romántico desatado en la que, por supuesto, no faltan un par de giros de guion sorprendentes para que la cosa no decaiga.

Sin duda, el glamuroso mundo del tenis, lugar predilecto de celebrities y de la pasta, le va como el anillo al dedo al director para una película en la que todo el mundo va muy bien vestido. Y el tenis también es un bello deporte, muy poco explotado por el cine, que permite a Guadagnino lucirse en las escenas deportivas.

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Tratado sobre el amor y el deseo en el siglo XXI, la película es deliberadamente excesiva e incluso por momentos deliciosamente hortera. Al no esconder sus cartas, sino jugarlas a fondo (hay sudor, muchas miradas intensas de deseo, odio y pasión y una exhibición impúdica de musculitos), Guadagnino logra que Rivales, por momentos culebrónica, resulte muy divertida.

La película no solo plantea un obvio paralelismo entre la rivalidad amorosa y la deportiva entre ambos tenistas, con Zenadaya en medio de árbitro, juez y dispensadora de redención y castigo.

Josh O'Connor y Zendaya, en 'Rivales'

Josh O'Connor y Zendaya, en 'Rivales'

En la vida a veces uno se ocupa más de sus enemigos que de sus amigos, porque nos unen a ellos lazos de un extraño y defectuoso afecto. Los personajes de Faist y O’Connor no solo rivalizan por el corazón de la tenista o en la pista de tenis, también, o sobre todo, pretenden seducirse el uno al otro, en una película con una evidente pulsión homoerótica.

Con una banda sonora de Trent Reznor (Nine Inch Nails) que capta a la perfección la mezcla entre desmadre emocional, cierta perversión y glamur del asunto, al final en Rivales, como sucedía en Call me By Your Name, acaba revelándose verdadera emoción.

Gudagnino sirve el retrato desnudo de tres personajes desorientados en busca de amor que, como suele suceder en la vida, viven asustados y al mismo tiempo, sedientos de afecto.