Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas son una llamada global a la acción de los países para abordar los desafíos sociales, económicos y medioambientales que afronta el mundo en el que vivimos, que no son pocos.
La salud bucal es uno de esos desafíos. Su importancia es innegable y está evidenciada científicamente. Es fundamental para tener salud y para nuestra vida cotidiana, pero históricamente ha pasado desapercibida en comparación con otras áreas de la salud.

Ahora estamos en un momento clave en el que se reconoce su relevancia en nuestras vidas, algo que va en beneficio de todas las personas. Como afirma la Organización Mundial de la Salud, “la salud bucal es un componente esencial de la salud y el bienestar”. Pero va más allá. La OMS ha marcado un camino claro a los países, instándoles a integrar la salud bucal en sus agendas de salud pública y a tomar medidas para abordar los problemas relacionados con la misma.

Esto incluye promover la prevención de enfermedades bucodentales, mejorar el acceso a la atención en salud bucal y fomentar la concienciación sobre la importancia de la prevención. Todo esto se enmarca en el ODS 3, relativo a “garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos en todas las edades”. Por ello, las Naciones Unidas, a través de la OMS, han abogado por la inclusión de la salud oral en las políticas de salud pública y en los ODS para garantizar un acceso equitativo y universal a la salud bucal.

Los avances que se han realizado en el conocimiento de la biología de la boca y las numerosas investigaciones que se han realizado en el ámbito de la salud bucal, han puesto de manifiesto las estrechas relaciones existentes entre la salud bucal y la salud general a lo largo de las diferentes etapas de la vida.

La ciencia ha demostrado que una inflamación crónica de las encías, tanto en su forma más leve (gingivitis) y especialmente en su forma más severa (periodontitis), incrementan de manera significativa el riesgo cardiovascular de las personas, así como las posibilidades de sufrir diabetes o hipertensión.

Asimismo, las enfermedades de las encías pueden agravar los riesgos que suponen las enfermedades cardiovasculares o la diabetes. Sabiendo que el 75% de la población española de entre 35 a 45 años padece gingivitis y hasta un 20% periodontitis, ¿tiene sentido que asumamos el riesgo de salud que ello comporta?

Por si no fuera suficiente, las alteraciones que se producen en el organismo por una inflamación crónica de las encías se han relacionado con una activación mantenida de los mecanismos de defensa de nuestro cuerpo (el llamado sistema inmunológico) que pueden acabar impactando en otras partes de nuestro cuerpo, llegando incluso a provocar problemas en el embarazo. Es pues evidente que el desafío va más allá de evitar la pérdida de dientes o de las implicaciones en calidad de vida que provoca una mala salud bucal.

Pero no todo es negativo. La boca también puede ser una fuente de soluciones como se ha comprobado en estudios realizados a raíz de la pandemia, en los que se ha evidenciado que el uso de enjuagues bucales con colutorios que contienen determinados componentes como el cloruro de cetilpiridinio pueden reducir la capacidad de infección de determinados virus como el Sars-Cov-2, el herpes o la gripe.

La boca no es una entidad aislada del organismo, sino que forma parte de él. Es un frágil ecosistema a través del cual se relacionan nuestro entorno y nuestro cuerpo. Cuando el ecosistema se altera, nuestra boca enferma y la enfermedad de nuestra boca impactará negativamente nuestra salud general.

La buena noticia es que 9 de cada 10 patologías bucales se pueden prevenir, y con su prevención se pueden evitar complicaciones en nuestra salud sistémica. Pero una mejor noticia es que el cuidado de la salud bucal y la prevención de las enfermedades que pueden aparecer en ella es fácil. Está al alcance de la mayoría de las personas y coste-efectivo.

El cuidado de la salud bucal no puede estar aislado del cuidado de la salud general de las personas y debe de formar parte de un abordaje multidisciplinar. Para abordar eficazmente la salud bucal, es crucial adoptar un enfoque integral que involucre a todo el ecosistema de salud, así como a otros actores clave en la comunidad. Son necesarias alianzas comprometidas que compartan la visión de que una buena salud bucal de nuestras comunidades no solo es deseable, sino posible.

Los esfuerzos realizados en promoción de salud bucal por parte de los profesionales, sociedades médicas, universidades, gobiernos y compañías privadas, junto a una mejora de los hábitos de vida de las personas, han logrado conseguir un descenso de las enfermedades periodontales, especialmente en aquellos países que han apostado por el enfoque de la prevención.

La investigación para seguir profundizando en la comprensión de la biología y el desarrollo de estrategias que ayuden a proteger una buena salud bucal, el conocimiento de todos los profesionales sanitarios del papel que la salud bucal juega en el bienestar de las personas y la concienciación de la población general de la importancia de cuidar de nuestra salud bucal, no pueden realizarse de manera aislada y descoordinada.

Debemos trabajar conjuntamente (administraciones, profesionales de la salud, sociedades médicas, universidades y compañías privadas) con objetivos alineados, involucrando a las personas y educando en positivo, en el cuidado y la prevención.

Tenemos una boca para toda la vida. Una boca sana que evolucionará con nosotros a lo largo de los años. Una boca que puede (y debe envejecer) sin enfermedad. Una boca que influirá en nuestra vida y en nuestra salud. Una boca que merece la pena cuidar.

***Manel Vera es CEO de Dentaid.