El número 11 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU busca lograr que las ciudades sean inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Un reto enorme teniendo en cuenta que, por ejemplo, en España, más de un tercio de la población se concentra en núcleos urbanos de más de 100.000 habitantes. La buena noticia es que, en plena eclosión digital, con avances tecnológicos como el 5G, el IoT o la inteligencia artificial, el concepto de ciudades inteligentes emerge con fuerza, alentando un faro de progreso.

Según el Índice Smart Cities España 2023, desarrollado por Idencity y la Fundación ONCE, España ya cuenta con 140 ciudades inteligentes en constante evolución, siendo Barcelona quien lidera este movimiento con un 80% de cumplimiento en la implementación de soluciones inteligentes. Por su parte, la Comisión Europea tiene una ambiciosa misión de lograr 100 smart cities y sin emisiones de carbono para 2030.

Las ciudades inteligentes aprovechan las tecnologías de vanguardia para mejorar la eficiencia, la sostenibilidad y la calidad de vida de los residentes. Esto se consigue a través de la digitalización, la movilidad sostenible, la gestión eficiente de los recursos, la ciberseguridad y la participación ciudadana. Sin embargo, avanzar hacia estos entornos urbanos ideales depende de una base crucial: una conectividad a internet confiable y robusta.

A medida que nos esforzamos por construir ciudades más resilientes y comprometidas con el medioambiente, también aumenta la demanda de datos. Esto implica la necesidad de una densificación de red muy superior a la actual, para la cual las infraestructuras instaladas no son suficientes. Aquí es donde el mobiliario urbano juega un papel fundamental.

Farolas, paneles publicitarios, paradas de autobús, señales de tráfico y contenedores de basura, entre otros, pueden alojar equipos de telecomunicaciones para el despliegue de redes 4G y 5G, sin tener que realizar grandes obras o acometidas y sin un impacto visual importante. Un despliegue de red que permite llevar cobertura a zonas de difícil acceso o con carencias, proporcionando una infraestructura moderna y adaptable que mejora la calidad de vida de los ciudadanos y optimiza la gestión de los recursos urbanos.

Estos elementos, al equiparlos con tecnología avanzada, ofrecen una amplia gama de servicios y beneficios que transforman la experiencia urbana. Y es que no hablamos solo del despliegue de redes, sino que las posibilidades van desde albergar cámaras de vigilancia y cargadores de coches eléctricos, hasta medidores de la calidad del aire, entre otros.

Imaginemos una ciudad donde el tráfico fluye sin congestión, las redes eléctricas optimizan el consumo, los servicios públicos están conectados con los ciudadanos y estos participan activamente en las decisiones. El intercambio fluido de datos entre dispositivos, sensores y sistemas es fundamental para estas funcionalidades, ya sea monitoreando patrones de tráfico, optimizando la gestión de residuos o interactuando con unas administraciones públicas mucho más accesibles y versátiles. En todos estos casos, garantizar la cobertura a través de infraestructuras que ya están implantadas en los entornos urbanos es un claro ejemplo de sostenibilidad.

La Ley General de Telecomunicaciones también impulsa el uso de mobiliario urbano para el despliegue de redes. En concreto, establece un marco para garantizar que los operadores de infraestructuras de telecomunicaciones como Vantage Towers tengamos derecho a acceder, en los términos establecidos en la normativa europea, a cualquier infraestructura física controlada por las administraciones públicas que sea técnicamente apta para acoger puntos de acceso inalámbrico, como postes de luz, señales viales, semáforos, vallas publicitarias, paradas de autobús y de tranvía y estaciones de metro.

Pero el hecho de poder acceder a estas infraestructuras no es suficiente. Para su despliegue se requiere, además, una adecuada colaboración entre los sectores público y privado, inversión y facilidades de financiación.

Y en este sentido todavía queda mucho camino por recorrer. Los costes de infraestructura, los diferentes marcos regulatorios locales y las preocupaciones sobre la privacidad de los datos son otros de los retos que tenemos por delante.

Si a esto le sumamos el desconocimiento de su potencial por parte de las administraciones municipales, el resultado es que aún son pocos los elementos del mobiliario urbano de nuestras ciudades que se aprovechan con este fin. Y eso, a pesar de que la realidad es que muchas ciudades aún luchan con limitaciones de infraestructura y una cobertura de internet inadecuada, afectando a muchas comunidades.

Algo que supone una gran desventaja, pues la cobertura de internet es mucho más que garantizar el acceso a entretenimiento o redes sociales; se trata de empoderar a ciudadanos y comunidades con las herramientas que necesitan para prosperar en un mundo cada vez más digital. La educación, la atención médica, las oportunidades de empleo y la participación cívica dependen en gran medida de la conectividad a internet.

Al superar la brecha digital, podemos desbloquear todo el potencial de las iniciativas de ciudades inteligentes y fomentar un crecimiento inclusivo. Al dotar al mobiliario urbano con equipos de telecomunicaciones para el despliegue de redes, sentamos las bases para entornos urbanos más sostenibles, eficientes y equitativos.

Las redes 5G desempeñarán un papel crucial al proporcionar velocidades más rápidas, menor latencia y mayor capacidad para manejar la creciente demanda de datos. Una necesidad vital para las ciudades inteligentes, que necesitan analizar datos en tiempo real, conexión entre dispositivos IoT y la implementación de soluciones inteligentes para transformar los entornos urbanos en ecosistemas interconectados. Las ciudades inteligentes prometen un futuro más brillante, pero su éxito depende de nuestra capacidad para garantizar que nadie se quede atrás en la era digital.

No hay duda de que en los próximos años la demanda de conectividad en España estará estrechamente relacionada con el desarrollo de las ciudades inteligentes. La inversión en infraestructura digital y la colaboración público-privada serán esenciales para lograr una conectividad robusta y sostenible en todo el país. Es hora de conceder al mobiliario urbano un uso polivalente que contribuya a cerrar la brecha digital y a allanar el camino hacia un mañana más inteligente e inclusivo.

*** Blanca Ceña es directora general de Vantage Towers en España.