Violeta soñaba con ser farmacéutica hasta que la mató a golpes su novio
Andra Violeta emigró a España junto a sus padres y su hermano. Tras su asesinato a manos de su novio, Andrei Rotariu, la familia regresa a su país de origen, Rumanía.
19 abril, 2017 02:48Noticias relacionadas
Andra Violeta Nitu iba a cumplir 25 años en julio. Pero el pasado lunes 10 de abril, Andrei Rotariu, su pareja, la asesinó. El domingo anterior sus padres dieron la voz de alarma cuando Andra Violeta no se presentó a comer. Ella vivía en casa de sus progenitores, junto a su hermano pequeño, Akhim, de 17 años.
Al día siguiente su cadáver fue hallado en una acequia cercana a un invernadero de la zona de Llanos del Alquián (Almería). En ese mismo invernadero estaba también el cuerpo sin vida del agresor, de 29 años, que tras cometer el crimen se suicidó ahorcándose. Según publica La Voz de Almería, Andrei "abrió un hueco entre el plástico y el alambre en el Camino de Torrehoyo y se colgó de una traviesa".
"Mis padres sabían que algo malo pasaba. Ella no se habría ido sin avisar", cuenta su hermano Akhim. Él es quien reconstruye su historia. Andra Violeta y su familia llegaron a España desde Rumanía hace siete años. Ella estudió en un instituto (acabó Bachillerato) y "quería ser farmacéutica". "Pero ahora no había dinero para estudiar", añade el hermano. El padre trabajaba como chapista en una taller de mecánica y la madre era ama de casa; Andra Violeta estaba actualmente en paro y ayudaba a su madre en las tareas del hogar. El hijo menor estudiaba en el instituto. Ahora los tres volverán a Rumanía: "Allí va a ser enterrada, es donde tenemos a la familia y seguir aquí es muy difícil. No podemos creer que esté muerta", explica Akhim.
"Me gustaría que fuese recordada como una persona alegre, coqueta y muy familiar. Era muy buena", dice su hermano. Aunque estos adjetivos podrían usarse prácticamente con todas las víctimas y por ello podrían resultar huecos, es importante verbalizar cómo ellos (sus familiares) percibían a la persona asesinada: "Es una forma de trascender el suceso traumático más reciente. Nadie pone en la lápida de un familiar que fue asesinado o que murió en un accidente; se utilizan adjetivos y sentimientos para no deshumanizar a la persona aunque esta ya esté muerta", apunta el psicólogo José Guillermo Ruiz.
Andra Violeta y Andrei tenían una relación desde hacía dos años. Él vivía en Roquetas de Mar, trabajaba en una empresa de plásticos para invernaderos y era de Rumanía también. "Se veían los fines de semana, aunque cada vez menos, porque cada uno vivía en un sitio y él entre semana trabajaba", explica Akhim.
En diciembre de 2016, según relata su hermano, ella quiso cortar con él. "Él la amenazaba constantemente, mi hermana nos enseñaba mensajes en los que él le decía que si le dejaba se mataría. También le decía que le echaría ácido en la cara". Cuando el domingo desapareció, relata el hermano, sus padres la llamaron y fue Andrei quien cogió el teléfono: "Dijo que ella no quería hablar con nosotros, colgó y no supimos nada más".
Doble vulnerabilidad de la mujer migrante
"La mujer que migra experimenta un gran desarraigo: está en un país extraño, de costumbres y cultura ajenas, muchas veces sin su familia y, en la mayoría de los casos, con sus expectativas frustradas", apunta el informe sobre mujeres inmigrantes y violencia machista de la Federación de Mujeres Progresistas.
Marta Ramos, psicóloga experta en tratar a mujeres maltratadas, hace hincapié en que "no existe un perfil concreto de maltratada", y esto también lo señala el estudio antes mencionado: "Es un mito que el maltrato solo afecte a mujeres sin estudios, de clase social baja o con personalidades débiles". "Yo he tratado a mujeres de clase alta, con éxito profesional, que no pueden ir a ninguna de sus casas (en la playa, en el campo, en la ciudad) porque saben que sus maridos van a ir a buscarlas allí", señala Marta Ramos.
Sin embargo, el estudio sí apunta que "a las mujeres migrantes, por el hecho de serlo, les rodean una serie de circunstancias que aumentan su vulnerabilidad en relación a este delito y dificultan la ruptura del ciclo de violencia". Doble vulnerabilidad: mujer y migrante. "Sin una red de apoyo no sales del maltrato", señala Ramos. Esa red de apoyo es más difícil de lograr en mujeres migrantes: barrera idiomática, diferencias culturales...
Por eso, como apuntan desde la Federación de Mujeres Progresistas, es necesario integrar la perspectiva de género en todas las políticas migratorias: "Las mujeres que migran están más expuestas a sufrir abusos añadidos, como la violencia física o psicológica y a menudo la expropiación de sus ingresos. En el caso de las mujeres inmigrantes irregulares, estaríamos ante una situación de triple vulnerabilidad".
Andra Violeta Nitu, de 24 años, es la vigésimo tercera mujer asesinada por un hombre desde que comenzó el año. Se suma a la lista de víctimas mortales de la violencia machista en España en 2017 en la que también están Matilde de Castro, de 44 años; una mujer de 25 años cuyo nombre se desconoce; Blanca Esther Marqués, de 48; Toñi García Abad, de 33 años; María de los Ángeles, de 77 años; Virginia Ferradás, de 55 años; Cristina Martín Tesorero, de 38 años; Ana Belén y Ana, madre e hija de 46 y 18 años; Carmen González Ropero, de 79 años; J.D.L.M., de 40 años (solo se conocen las iniciales); Laura Nieto Navajas, de 26 años; María José Mateo García, de 51 años; Leidy Yuliana Díaz Alvarado, de 34 años; Margaret Stenning, de 79; una mujer de 91 años cuyo nombre se desconoce; Mariló Correa Pérez, de 47 años;Gloria Amparo Vásquez, de 48 años; Erika Lorena Bonilla Almendárez, de 32 años; Yurena López Henríquez, de 23 años; María Victoria Zanardi Maffiotte, de 44; así como Ana María Rosado, de 42 años.
En total, la serie 'La vida de las víctimas' contabiliza 23 mujeres asesinadas. EL ESPAÑOL está relatando la vida de cada una de estas víctimas de un problema sistémico que entre 2003 y 2016 ya cuenta con 872 asesinadas por sus parejas o exparejas.