Ya ha comenzado la repatriación de las 224 víctimas del vuelo que se dirigía a San Petersburgo el pasado sábado cuando cayó desde 30.000 pies de altura. Está previsto que en la noche de este lunes culminen las tareas de rescate y repatriación de los cuerpos.
Mientras las autoridades egipcias y rusas tratan de esclarecer qué provocó la caída, las primeras imágenes del lugar donde permanecen los restos del aparato comienzan a dar pistas sobre lo que sucedió. “Hasta el momento se han encontrado doce fragmentos del fuselaje y algunas pertenencias de los pasajeros”, ha informado el Ministerio de Emergencias ruso.
Un reportero del canal Russia Today que ha accedido a la zona explica que la parte central posterior del avión muestra los efectos del fuego, con todo “completamente fundido”. Sin embargo, la parte delantera parece haberse resquebrajado por el impacto, según el reportero.
Aún así, la última tesis es que estalló en el aire. Los motivos para creerlo así es que los fragmentos del aparato están repartidos por un área extensa, según las autoridades aéreas rusas.
El lugar del siniestro, en medio del desierto del Sinaí, se encuentra a ocho horas de distancia en coche del aeropuerto internacional de El Cairo, Sharm El-Sheij, de donde despegó el Airbus 321 precipitándose al suelo media hora después, según las investigaciones.
Sobre la compañía Metrojet que operaba el Airbus A321 y está siendo auditada, de momento solo se sabe que debía dos meses de sueldo a sus empleados, informa EFE. La investigación pretende aclarar si había alguna irregularidad en la prevención de riesgos laborales, como el descanso y las revisiones médicas de los pilotos. Metrojet ya ha negado que la causa sea un fallo técnico, según AP.
A pesar de que el Estado Islámico reivindicó el accidente como un ataque, las autoridades egipcias y rusas han restado credibilidad a su reivindicación. La capacidad de los misiles antiaéreos del grupo terrorista no tienen capacidad para alcanzar un aparato a tanta distancia, de acuerdo con los expertos.