Adoquines dorados reúnen en Berlín descendientes de familia víctima de nazis
La iniciativa por recuperar la memoria de los Wildstein ha permitido también restablecer las conexiones familiares y reunir a sus miembros, repartidos por diferentes países.
8 septiembre, 2017 16:54La instalación de seis adoquines dorados en memoria de seis miembros de la familia Wildstein, dos de los cuales fueron asesinados durante el nazismo, ha reunido en Berlín al único superviviente de ellos que sigue con vida y a veintidós descendientes, llegados desde Israel y Argentina.
"Creo que hoy mis abuelos descansan en paz", dijo a Efe tras una emotiva ceremonia ante el número 10 de la calle Kleine Auguststraße, en el céntrico barrio berlinés de Mitte, el argentino Mauricio Szprynger, nieto de David y Marja Miriam Wildstein, asesinados por el régimen nazi, y sobrino de Isi Itzchak Wildstein, el único de los supervivientes aún con vida.
El hecho de que sus abuelos, su tío Isi, su otro tío Samuel Sami Wildstein, su tía Rosa Shoshana Wildstein y su madre Sara Wildstein cuenten desde hoy con un adoquín dorado -o "Stolperstein", como se le llama en alemán- se debe a un encuentro fortuito hace algo más de tres años en Berlín.
De visita en la capital alemana en mayo de 2014, Szprynger y su mujer realizaron un tour por la parte oriental de Berlín, donde coincidieron con Blas Urioste, director de la cooperativa de guías turísticos Vive Berlín.
Según explicó Urioste a Efe, Szprynger le comentó en una de las visitas guiadas que su abuelo, del que conocía sólo el nombre y algún dato más, había muerto el 9 de noviembre de 1938, durante la Noche de los Cristales Rotos.
Con los pocos datos disponibles, el guía buscó en los archivos y averiguó que el abuelo de Szprynger no había muerto en 1938, le propuso iniciar una investigación y le planteó la posibilidad de honrar la memoria de sus familiares con la instalación de unos adoquines dorados en la dirección de la que habían sido expulsados por los nazis.
Urioste pudo reconstruir que el abuelo de Szprynger había sido deportado en 1939 al campo de concentración de Sachsenhausen y de ahí a Dachau y después a Buchenwald, donde fue asesinado en 1941.
De la abuela de Szprynger se desconoce el destino, aunque Urioste estima que posiblemente fue trasladada a los guetos del este.
Las dos niñas llegaron al Reino Unido en un transporte de menores y fueron acogidas por una familia de Liverpool, mientras Samuel Wildstein se quedó en Dinamarca, donde participaba de un intercambio de estudiantes, e Isi Wildstein huyó a Palestina.
Desde el encuentro con Urioste, "la verdad no hubo una sola noche que pude dormir tranquilo, sino que me despertaba y pensaba en esto, en que mis abuelos tenían el derecho, al no tener una tumba, a (tener un lugar donde) poder orar por ellos y a recordar", explicó Szprynger.
"Este es un lugar donde no sé si volveré, pero quizás mis hijos, mis nietos, volverán aquí y podrán orar el 'kadish', que para nosotros es la oración por los muertos", dijo sobre el lugar donde han quedado ubicados los "Stolpersteine", que representan de alguna manera, agregó, la tumba que sus abuelos no tuvieron.
La ceremonia íntima en el número 10 de la calle Kleine Auguststraße, donde hasta la Noche de los Cristales Rotos había una sinagoga, comenzó con la colocación de los seis adoquines por el artista Gunter Demnig, impulsor del proyecto "Stolpersteine", con el que se busca rendir un último tributo a las víctimas del nazismo a la entrada de las casas de donde fueron deportados.
Isi Wildstein, que acaba de cumplir 90 años, calificó la ceremonia íntima de colocación de los adoquines de "un eslabón más de una cadena muy larga de acontecimientos" y lo consideró un evento con un "aspecto trágico", pero también como "la luz al final del túnel".
"Este esfuerzo permitió hacer el último acto de compasión o de justicia respecto a las personas que no están con nosotros", agregó. Berlín es "una ciudad que tiene una historia que es muy difícil de digerir", señaló Urioste.
"Hemos podido cambiar esta ciudad un poquito. Hemos hecho que esta calle ahora sea siempre distinta y que los vecinos cuando pasen aquí piensen en algo que es trágico, pero que en este caso ya no solamente conmemora a quienes se han ido, sino que celebra a los que sobrevivieron. Eso es un pequeño milagro", afirmó.