Ha puesto mucho empeño el jefe del Consell y presidente del PSPV, Ximo Puig, en escenificar un desembarco en Alicante este fin de semana. Primero con su (inusual) presencia en el acto de elección de la Bellea del Foc en la noche del viernes, y después con el "gran acto (según fuentes del partido)" para conmemorar la mitad del mandato del actual Botánico
Puig recala, además, en un momento especialmente importante para la provincia. Primero porque el Gobierno, de su mismo signo político, está dispuesto a materializar un recorte del trasvase del Tajo-Segura que en la práctica supondrá un importante revés para la agricultura del sur de la Comunidad Valenciana.
En segundo lugar, porque su discurso sobre la infrafinanciación autonómica cala especialmente en una provincia a la que el Gobierno relega de manera constante en su inversión en obra pública. Tal como reveló EL ESPAÑOL el pasado sábado, Alicante ocupa actualmente el puesto 30 en la licitación de obra pública del Gobierno de España, pese a ser la quinta en población.
Esta tendencia también afecta al Consell. De hecho, la inversión de la Conselleria de Obras Públicas cayó un 60% en la provincia durante el año de la pandemia a pesar de que la partida general aumentó, según los datos de la Cámara de Contratistas.
Pues bien. El presidente del PSPV pasó de puntillas estos temas capitales y se quedó en algunos de memoria histórica, como el recuerdo que dedicó al Stanbrooks, el buque que partió del Puerto de Alicante cargado de exiliados republicanos mientras las tropas franquistas tomaban la ciudad.
El agua ocupó dos minutos de los más de 30 que duró el discurso, con la idea de que la solución que se busque "tiene que ser duradera" y que el debate "no puede servir para confrontar", una referencia velada al PP.
El resto: apoyo total al Gobierno, indultos, Colón, mascarillas, turistas vacunados... y Madrid, mucho Madrid. Puig aseguró que el proyecto del PP en esa Comunidad es prácticamente lo contrario al de los socialistas valencianos, y reiteró sus mantras sobre que "no puede haber una aspiradora que chupe los recursos del país", en referencia a la concentración de poder en Madrid, obviando de nuevo la concentración de poder que la Generalitat tiene en Valencia.
Quizá su referencia más contemporánea fue a la entrevista al líder del PPCV, Carlos Mazón, publicada por este diario, en la que calificaba a la Comunidad Valenciana como "infierno fiscal". "Resulta que lo que ha hecho el infierno fiscal es bajárselo a las clases medias y trabajadoras y subírselo a las altas", alegó.
Del resto, poco más. Fondos europeos, planes de recuperación y ataques intermitentes (de nuevo) a Madrid, con alguna que otra referencia poco clara como al asegurar que la Comunidad Valenciana tiene "mejores indicadores económicos", a pesar de que la región lidera la destrucción de empleo (solo por detrás de Canarias) desde que estalló la pandemia, según la Encuesta de Población Activa.
La paradoja llegó en la parte final de su discurso, en la que relató una conversación con un sanitario del Hospital General de Alicante sobre lo orgullo que estaba de haber contribuido a superar esta pandemia. "Nosotros nunca nos vamos a olvidar de nuestros sanitarios", explicó.
Y las cifras dicen lo siguiente: que la única inversión que ha hecho la Conselleria de Sanidad en los tres últimos ejercicios en el General de Alicante es de seis millones de euros para una ampliación de sus Urgencias. Apenas una fracción los 100 millones proyectados en el Clínico de Valencia.