El pasado jueves, el catedrático de Historia del Derecho y las Instituciones de la UMH, José Antonio Pérez Juan, recordaba en Twitter los 200 años de la segregación de la provincia de Alicante respecto del Reino de Valencia. Y reproducía el decreto del 27 de enero de 2022 en el que se constituía como "Diputación Provincial" independiente. Desde entonces, la llama del "alicantinismo" no se ha apagado.
Este año la institución provincial celebra su segundo centenario, cuando se formalizó la actual estructura territorial en provincias del Estado. Fue actualizada en 1833 por Javier de Burgos y todavía suscita controversias políticas.
El de 1822 fue un hito que en tan sólo 10 años superó otra división más limitada, la prevista en el artículo 11 de la Constitución de Cádiz (1812) que daba protagonismo absoluto a Valencia en la división. La Carta gaditana situaba a los partidos de Orihuela, Callosa de Segura, Elche, Novelda, Alicante, Jijona, callosa d'En Sarriá, Dénia y Alcoy dentro de la provincia valenciana.
Al no haber sido tomada la ciudad por los franceses, se acentuó su carácter liberal en consonancia con su alineamiento con las Cortes españolas. Y los anhelos de autonomía se extendieron.
1822, el año
Pero para que esto fuese posible, España hubo de superar el sexenio absolutista. Como recuerda Vicente Ramos en su Historia de la Diputación Provincial de Alicante, un año antes, en marzo de 2021, se alzó el grito liberal en la provincia gracias a un texto en el Diario de Alicante.
"Este es el día, alicantinos, en que lanzamos los primeros en esta provincia el grito de la libertad [...] Nos era ya insoportable vivir con tanta ignominia bajo la dominación del parricida Elío y del gobernador Wenceslao Prieto, de este hombre suspicaz, que había sistematizado entre nosotros el espionaje más atroz para llenar de llanto y dolor a las familias de los verdaderos amantes de la justicia y el bien", rezaba.
Para concluir: "Alicante no dobla seguida vez su cerviz a la coyuntura del despotismo. Libertad o muerte juró en 1 de marzo de 1820, y libertad o muerte jura igual día del año 1821". Tan sólo once días más duró el gobernador.
"El viejo anhelo de que Alicante se constituyera en provincia separada de Valencia movió a noventa y nueve lucentinos a dirigirse el 19 de abril a su ayuntamiento", explica Ramos, les lleva a pronunciarse "por nuestra emancipación de la capital de Valencia [...] anhelamos sólo el momento que colme nuestra ventura [...] Ni la capital de Valencia ni muchas poblaciones numerosas que encierra su Gobierno Civil y Militar, ni los hombres ilustres de la nación, ni el Gobierno supremo, en fin, podrán desaprobar nuestro pensamiento".
"La voluntad lucentina se enfrentó desde primer momento a la voluntad valenciana", añade Ramos, pero finalmente se concretaron los límites de la provincia: al norte con la Játiva; por el noreste, este y sur, con el Mediterráneo; y por el oeste con las provincias de Murcia y Chinchilla.
El 22 de abril Francisco Fernández Golfín, primer presidente de la institución se dirigió a todos los "comprovincianos" pàra anunciarles que "formáis una provincia independiente de la de Valencia, os anuncio también que me hallo a vuestra cabeza para proporcionaros las ventajas que de la división del territorio deben resultar".
Y no obviaba las distinciones frente a Valencia: "Circunscriptas ahora en un espacio más corto, desembarazadas en gran parte de los negocios gubernamentales que la demarcación anterior acumulaba en sus oficinas, ocupando su atención pueblos semejantes en carácter, suelo y género de industria".
El 4 de junio de 1822 se reunió la primera corporación para hacer realidad "los felices resultados del benéfico decreto de las Cortes Extraodinarias de 27 de enero último, que, elevando a la clase de provincia independiente a esta preciosa porción del territorio español, os ha dado un nuevo principio de existencia que indudablemente lo será también de vuestra prosperidad".
Provincia como contrapoder
Con la llegada de la Transición y el debate territorial no faltaron voces que abogaban por alianzas con Murcia y Albacete en vez de con Valencia y Castellón. Pero se impuso mayoritariamente la comunión con el antiguo Reino de Valencia (Alicante-Valencia-Castellón) para la articulación autonómica. Los viejos agravios, no obstante, permanecieron en de forma residual respecto a la antigua capital.
Durante los mandatos socialistas en la región, la figura de Antonio Fernández Valenzuela como presidente de la Diputación de Alicante emergió para reivindicar cierta autonomía respecto a Joan Lerma. Pero ha sido en los últimos 18 años, cuando la institución provincial se ha convertido en un auténtico contrapoder político a la Generalitat Valenciana.
Las batallas internas en el PPCV entre el presidente autonómico, Francisco Camps, y el presidente provincial, José Joaquín Ripoll, provocaron que desde 2004 ambas instituciones se diesen la espalda. Curiosamente, quien mejor lo verbalizaba era el propio socialista Fernández Valenzuela, ya alejado de la política pero todavía líder empresarial a través de la Cámara de Comercio.
La victoria final de Camps laminando a los ripollistas de la política valenciana y situando en la provincia Luisa Pastor, terminó con una tregua en el partido. Pero caído el Gobierno de Alberto Fabra en la Generalitat, César Sánchez desde la institución provincial continuó con la lucha alicantinista frente a la Generalitat Valenciana gobernada por Ximo Puig.
Sánchez consguió varias victorias judiciales en favor de la autonomía financiera de la Diputación mientras que Puig trataba de hacer un "derribo controlado" de las provincias en favor de la autonomía. Incluso llegó a plantear la "comarcalización" de la Comunidad para eliminar los poderes territoriales de las diputaciones. Algo que no ha logrado.
El actual presidente provincial de Alicante y futuro adversario de Puig en las autonómicas, Carlos Mazón, ha retomado el pulso durante este mandato. Un hecho que ha terminado por exasperar al presidente de la Generalitat, que se niega a reconocerle como interlocutor. Este año, el previo a los comicios, Mazón tiene la oportunidad de exhibir los 200 años de la Diputación como una realidad muy vigente frente a la Generalitat.