Uno de los datos más sombríos de Alicante tiene que ver precisamente con el sol. La provincia es la segunda más afectada por el impacto mortal del calor en la última década, con 1.300 víctimas de las altas temperaturas.
En lo que va de 2024, ya se han registrado 161 muertes atribuidas a estas causas en la provincia, una cifra alarmante que se suma a su oscuro historial. El incremento de las temperaturas y la frecuencia de las olas de calor han puesto en evidencia la vulnerabilidad de la población alicantina y la de sus millones de turistas, quienes, en su mayoría, vienen buscando disfrutar de su clima mediterráneo sin saber que este puede convertirse en su asesino.
El territorio ha experimentado un aumento significativo en la mortalidad relacionada con el calor, superando incluso a otras regiones donde las temperaturas son, en promedio, más elevadas.
El análisis de los datos de mortalidad por calor en Alicante, extraídos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), revela una tendencia preocupante. El año pasado se registraron 227 muertes, mientras que en 2022 el número ascendió a 239, la cifra más alta de la década. En 2015, en comparación, solo fueron 68.
Alicante se sitúa en una posición crítica cuando se compara con otras provincias españolas. Aunque no alcanza las cifras absolutas de Madrid, que encabeza el ranquin nacional con 4.744 muertes desde 2015, la tasa de mortalidad ajustada por la población coloca a Alicante en una situación delicada.
Con 13,76 muertes por cada 100.000 habitantes en 2023, la provincia presenta la cifra más alta del litoral mediterráneo, superando a otras regiones que tradicionalmente se asocian con temperaturas extremas, como Murcia o Valencia, y se coloca en el quinto puesto nacional en este registro.
En comparación con otras zonas de la Comunitat Valenciana, Alicante supera ampliamente a Valencia (474 muertos) y Castellón (414) en los últimos años, que ni juntas se acercan a los dígitos alicantinos.
Factores de riesgo
Alicante es el destino favorito para los jubilados extranjeros en España. El 8,2 % de la población mayor de 65 años en la provincia ha nacido en otro país, cuadruplicando la media nacional del 2 %, según la cuenta especializada Datadicto, con datos de 2023 del Instituto Nacional de Estadística (INE).
A la gran concentración de personas mayores, que son particularmente susceptibles a los efectos del calor extremo, hay que añadir la influencia del turismo. Durante los meses de verano, la población se multiplica, y muchos de los visitantes, que son en su mayoría británicos, no están acostumbrados a las temperaturas elevadas ni a los riesgos que estas conllevan.
Este factor es crucial y prueba de ello es la paradójica situación que se dio el pasado año en A Coruña, que registró la mayor tasa de mortalidad por calor en todo el país, con 15,46 muertes por cada 100.000 habitantes, mientras que Murcia, conocida por sus veranos abrasadores, tuvo una de las tasas más bajas, con 1,6 muertes por 100.000 habitantes.
La infraestructura urbana también juega un papel crucial. El fenómeno de la "isla de calor" es particularmente relevante en ciudades como Alicante, donde la densidad urbana y la falta de espacios verdes amplifican el impacto de las temperaturas altas.
No es solo la temperatura absoluta la que determina el riesgo, sino una combinación de factores como la adaptabilidad de la población, la calidad de las infraestructuras y la conciencia sobre los riesgos del calor.
Las características propias que hacen brillar a la provincia en algunos aspectos la sitúan en una encrucijada, ya que su mayor reclamo es su mayor peligro. Esto hace que características urbanas, demográficas y socioeconómicas se combinen para crear un entorno letal durante las olas de calor.
Medidas contra el calor
Probablemente este sea el verano más frío de los que están por venir debido a los efectos del cambio climático, lo que requiere de medidas específicas para evitar que la lista de fallecidos se siga incrementando.
La capital, Alicante, ha puesto en marcha planes contra las altas temperaturas para alertar a las personas sin hogar y repartir equipos con agua, gorras y protección solar. Además, se han instalado seis surtidores de agua refrigerada en diferentes puntos de la ciudad, cifra que llegará hasta 20 a final de año.
Medidas como estas deben acompañarse de la mejora de la infraestructura urbana y fomentar una mayor conciencia pública para reducir los golpes de calor mortales.