Eva García Sáenz de Urturi asegura que cuando escribe no se plantea las ventas. Y eso que le van extraordinariamente bien. Aquitania, en siete meses, es el Premio Planeta más vendido desde que se iniciaron los registros dos décadas atrás. Sus tres novelas anteriores, la trilogía de la ciudad blanca, llegaron a un millón de lectores.
Este sábado, en la Feria del Libro de Alicante podrá charlar con su público en un encuentro digital a las 19:30. Y el siguiente, día 29 a las 19 horas, firma de ejemplares.
Y seguro que de lo que más hablará en la segunda feria en la que ha podido participar a causa de las restricciones no será de números sino de personajes. "Lo más importante es que a la historia vea que me enamore", cuenta. Y dice que es una elección a conciencia porque "me mantiene fascinada durante un año y medio o dos".
Una vez encuentra ese material, como le sucedió con Leonor de Aquitania, la misión que se impone es "meterme en el cerebro del lector y ver cómo fascinarle con este mundo". En esta novela lo vio fácil. Partía de que, en el Medievo, existía "un territorio más avanzado en el centro de Francia que el de los propios franceses y con sus luchas de poder".
Conseguir recrearlo es también un trabajo que la deja exhausta y por ello suele aparcarlas al terminar. "Como he estado tan centrada en esta novela los últimos años, y he dado lo mejor y solo he pensado en eso, me desentiendo. Siempre espero que los lectores se enamoren tanto como yo".
Esa esperanza tiene mucho de experiencia. "Después de diez años ya vas conociendo a los lectores y qué tipo de personaje les gustan", explica. Eso lo aplicó en Aquitania, donde pensó que si les gustaba Kraken, el protagonista de la trilogía mencionada, les gustaría una figura fuerte como Leonor. "He cambiado de género pero mi manera de escribir está ahí".
Transportarse a la edad media sin tener que recurrir a la fantasía de dragones implicaba un reto. "Tomé lo que me parecía más interesante, lo que nos legaban las fuentes primarias: la lucha pura y dura del poder". Ese era un gancho que sabe que siempre ha funcionado desde que se han escrito historias.
"Había una lucha a dos niveles: la estratégica que se cocía en palacio y otra más física, con las batallas y asedios". Esa violencia, que en nuestra sociedad es más puntual, la podía contraponer a la cotidiana que se vivía entonces en Europa. "La edad media te da para hacer grandes escenas porque tienes esos capítulos que tienen que ver más con la inteligencia y el trato dentro de la corte y luego los de las luchas de ver quién comandaba mejor".
Eco y su padre
El otro referente que ha tenido para Aquitania viene del clásico El nombre de la rosa que escribió Eco, un autor al que dice tenerle mucho cariño. Y eso que también le pesa que El péndulo de Foucault fuera "algo imposible de leer de lo denso que era, semiótica pura. Un cerebro normal no tiene capacidad de digerir esa obra".
La trama de Guillermo de Baskerville, en cambio, la lleva a destacar lo muy unida que se sentía a su progenitor. "Recuerdo leerlo en la adolescencia porque estaba en la biblioteca de mi padre y ver la película varias veces con él", cuenta. Y añade risueña: "Como había sido monje, eso le atraía muchísimo".
Esa conexión hizo que la historia de Eco y su posterior versión a través de Jean-Jacques Annaud "me marcó porque era la vida de mi padre, realmente, con todas esas pillerías que hacían para comer un poco, como cazar palomas en el campanario a pedrada limpia". Todas esas historias cuando veían la película, él aprovechaba para ir contándolas a partir de su experiencia en el convento de Toro desde los 9 hasta los 21 años.
Pasión documental
Al plantearse Aquitania la dosificación de todos los datos que acumulaba es una de las tareas que más cuida para evitar la saturación. "Me documento mucho y siempre me pongo un tope. Con esta me dije que, como mucho, 30 libros".
Esos fueron solo los que devoró al principio, aclara entre risas. "Acabé comprando, leyendo y estudiando, 162. Ocupan un cuarto de mi biblioteca", confiesa, "ahora no sé qué hacer con tanta edad media porque son libros que amo y adoro".
Y lo disfruta, asegura, aunque dice que "muchas veces leo un libro entero para sacar una frase". Para otro fragmento decidió hacer un cursillo de iluminación de manuscritos medievales "para meter así de pasada dos ingredientes de cómo se hacen las letras capitulares".
Un esfuerzo que dice acometer con gusto por la seguridad que le proporciona. "Sé que al lector va a tener una sensación de inmersión y va a decir: vale, Eva sabe esto y si mete esto es porque se usaba. Tienes ya marca personal de autora que se documenta mucho".
E insiste. "Tengo muy controlado no meter demasiado. Siempre tiene que ser como decía Stephen King, que no se pare la pelota. Lo importante es que la trama continúe y continúe. Que haya muchos giros y pulsos de acción. Como narradora, es lo más importante. La erudición se tiene que notar, pero no tiene que pesar".