La escritora y última ganadora del Premio Planeta Eva García Sáenz de Urturi la considera "la primera abuela de Europa". Se refiere a Leonor de Aquitania, la protagonista de la novela que le ha brindado el galardón literario. Pero lejos de la ficción histórica o de las adaptaciones cinematográficas, como Katharine Hepburn en El león en invierno, la reina de Francia e Inglaterra representa un poder femenino inusual para su época; desde su capacidad de tomar decisiones políticas hasta la más absoluta lujuria.
La responsabilidad de conocer verdaderamente la intrigante y sorprendente historia de la madre de Ricardo Corazón de León recae en Alain-Gilles Minella, cuya obra, Leonor de Aquitania. Una figura de leyenda en la época de las cruzadas y los trovadores, llega a España en una nueva reedición de la mano de La Esfera de los Libros.
Desde imprudente a una gran estadista, los historiadores y celebridades del siglo XII la definieron con calificativos de todas las vertientes. Donde todos concuerdan es en su gran belleza. Sin embargo, tampoco sobran los detalles concretos acerca de sus rasgos faciales, como sucedía con la mayoría de mujeres ilustres de la Edad Media, puesto que los textos deambulan en metáforas y simbolismos. "Nunca serán para nosotros más que sombras imprecisas, sin contorno, sin profundidad, sin relieve", explica Alain-Gilles Minella.
Leonor nacería en Burdeos el 4 de julio de 1137 y el destino la llevaría a ser la gobernante más poderosa de toda Europa. Ya a los 15 años contrajo matrimonio con Luis VII, futuro rey de Francia. A partir de entonces se demostraría que encarnaba la figura de una mujer que había nacido para reinar.
Leonor era duquesa, mientras su marido rey. No obstante, el verdadero poder lo ostentaba la joven noble. "Ella seguiría siendo la poderosa soberana del ducado de Aquitania y del condado de Poitou, territorio vasto y rico comparado con la pequeña Île-de-France del rey", aclara el autor de su biografía.
Además, los barones poitevinos y aquitanos se mantuvieron, ante todo, fieles a su duquesa, ahora convertida en reina junto a su marido. La diferencia entre un rey que aspiraba a aparentarlo y una duquesa que actuaba como reina se agrandaba cuando uno se detiene en la relación que mantenían como matrimonio. "Luis siempre le había perdonado todo, o casi todo, a su mujer porque la amaba y había aceptado hacía tiempo que nunca llegaría a entenderla. Sus temperamentos eran muy diferentes, casi opuestos", describe Alain-Gilles Minella.
Y es que a Leonor de Aquitania se le han atribuido diversos amantes, entre ellos su tío Raimundo de Poitiers. La timidez y la pasividad de su esposo eran lo que la reina no toleraba. "Tengo un esposo monje", dijo en más de una ocasión respecto a Luis VII.
Segunda cruzada
En el año 1144, diferentes reinos europeos partieron a Jerusalén para iniciar la segunda cruzada. Leonor, como era de suponer, rechazaba quedarse en París mientras su marido combatía contra los musulmanes. Por su parte, el monarca la quería cerca por lo que pudiera suceder en Francia con otros hombres.
Lo cierto es que aquella empresa fue un fracaso. El regreso desde Oriente tampoco fue sencillo, debido a que el barco en el que navegaba Leonor fue atacado por piratas bizantinos. El rey no se encontraba con ella: ambos habían decidido volver por su cuenta.
La reina fue enviada a Constantinopla, pero una rápida ofensiva de los sicilianos la liberó del cautiverio. Sin embargo, una vez en suelo francés, había quedado claro que el matrimonio entre Luis VII y Leonor de Aquitania no podía salir adelante. Finalmente, y pese a que el rey era consciente de que perdería su poder sobre los terrenos de su esposa, consiguieron la anulación de la boda.
"Luis la amenaza con hacer valer su derecho de esposo para llevarla a la fuerza, a lo que Leonor responde que haría bien en verificar unos derechos que bien podrían resultar nulos, pues son primos, un grado de consanguinidad prohibido por la Iglesia", apunta Alain-Gilles Minella.
Reina de Inglaterra
Tras la aprobación del divorcio, Leonor no tardó ni dos meses en encontrar un nuevo marido que le permitiera seguir ejerciendo como reina: "El curso de la historia se altera porque una mujer que se aburre y que desea gobernar cruza la mirada con un joven duque, diez años menor". Aquel joven sería el futuro Enrique II.
Con el duque coronado rey, y con el matrimonio efectuado, Leonor volvió a convertirse en la mujer más poderosa del Viejo Continente. Gracias a esta unión, surgió el llamado Imperio angevino, en el cual los reyes de Inglaterra, aun siendo vasallos del rey de Francia, controlaban un territorio ocho veces superior al dominado por Luis VII.
Tuvieron ocho hijos, pero como sucedió con el matrimonio anterior, el amor y la confianza acabó disipándose. Todo comenzó cuando Leonor sospechó de la fidelidad de Enrique. A diferencia de Luis VII, a su nuevo esposo sí la amaba y Leonor se sintió traicionada. A Luis, aquel primer y despechado esposo, le interesaba fomentar la tensión entre ellos.
De esta manera, Leonor convenció a tres de sus hijos, Godofredo, Ricardo y Enrique el Joven, para conspirar contra el rey de Inglaterra. Enrique II se encontraba con el agua al cuello, pues había ignorado completamente la valentía de su mujer para lograr sus objetivos personales y políticos: "Ha creído que se contentaría con ser la duquesa madre de Aquitania. Pero Leonor no se 'contenta'. Ha nacido para el poder, para compartirlo, no la pueden privar de él".
"Nunca hasta entonces una mujer había tenido tanto poder, tanta autonomía, en una sociedad todavía guerrera y por tanto masculina. Nunca tampoco una mujer había dispuesto de tales medios financieros que le permitieran rodearse de una corte de artistas", añade el escritor.
La rebelión, empero, no triunfó como se había esperado. Poco a poco, Enrique II comenzó a controlar los territorios que se habían alzado contra él. En el camino de Poitiers a Chartres que llevaba a los dominios del rey de Francia, un grupo de hombres del soberano inglés dieron por casualidad con un pequeño grupo de caballeros poitevinos, a los que hicieron prisioneros. Entre ellos se encontraba Leonor de Aquitania, disfrazada de hombre, que intentaba encontrarse con su primer marido en busca de ayuda.
Enrique llegó antes y terminó encerrándola durante 15 años, hasta que la muerte se llevó al único hombre que había amado. "En 1189, en medio de una trágica soledad, la reina Leonor sale de prisión más altiva y más elegante que nunca. Tiene casi setenta años. Está preparada para llevar la tercera corona de su vida", narra Alain-Gilles Minella. "Ha sido reina de Francia, reina de Inglaterra y ahora será reina madre. Durante quince años más, honrada en toda Europa por su sabiduría y su conocimiento del poder, pondrá su extraordinaria energía al servicio del imperio que con Enrique había inventado, un imperio que, al existir sólo por ellos, no les sobrevivirá", concluye.
Leonor de Aquitania falleció a los 82 años, el 1 de abril de 1204. A lo largo de su extensa biografía reinó allá donde se le requirió, trajo al mundo a diez hijos y siempre buscó, según su criterio, al heredero adecuado. Una de sus últimas hazañas fue cruzar los Pirineos a caballo con casi 80 años para escoger entre sus nietas, las infantas de Castilla, a aquella que se convertiría en esposa del futuro Luis VIII.