Los Nanos i Gegants estaban celebrando en 1940 el Día de la Victoria, cuando el nombre del dictador se gritaba por triplicado, y están desde 2010 acompañando el 9 d'octubre, cuando se celebra el día de la Comunidad Valenciana. Dos extremos que para Felipe Sanchís significa que "son un elemento imprescindible que forman parte de la identidad de Alicante desde hace siglos".
Sanchís, autor de la Història dels nanos i gegants d'Alacant, escoge ambos ejemplos para recalcar lo necesarios que son al hablar de la vida en la ciudad. "Cuando ganan los nacionales, salen los nanos, aunque solo fue ese 1 de abril. Y en el 9 d'octubre salen desde 2010, cuando estaba Miquel Valor. Y la gente va a verlo a la calle sin bandera y sin nada. Son figuras cercanas".
Llevar siglos en las calles es un factor decisivo para ello. Como recoge en su trabajo, el historiador Rufino Gea sitúa la presencia de los Gigantes y Cabezudos a finales de 1439. Una fecha que considera muy relevante porque serían contemporáneos de los que salían en Francia y Bélgica y que fueron declarados patrimonio inmaterial de la humanidad en 2005.
Ya fuera en el siglo XIV o en el XVII, según otros documentos, seguirían siendo el evento festivo más antiguo de la ciudad. Y parte, recalca, de una gran tradición que acompaña a las procesiones religiosas del Corpus Christi. Y que tuvo su apogeo en esa última fecha. "Eran fruto del barroco, de la exageración de la época, en un contexto igual en Europa".
Recuperar o implantar
Lo que sucede, añade, con esta clase de eventos populares es que "en unos lugares las tradiciones se pierde y en otros se recupera o se implantan". Eso es lo que le hace apuntar que "en el franquismo también se mantienen las tradiciones". Lo que sí hace es evolucionar y adaptarse para la sociedad que los saca a pasear por sus calles en las citas que considera claves.
La visita de una reina consorte, como lo era Isabel de Farnesio, así se consideró en 1716. Y las facturas son el testimonio que queda en muchos casos. Como revelan las que pagaron doscientas libras al escultor Thomas Llorens por construir ocho cabezas de enanos que vistieron de blanco, llevaban su propia peluca y lucían ojos de cristal.
Cuando las fiestas del Corpus dejaron de ser las más importantes de la ciudad, estas figuras perdieron su brillo. Y lo retomaron para acompañar en agosto a la patrona, la virgen del Remedio, a finales del XIX. Eso hizo que retomarán conexión con otro territorio a principios del XX, Madrid.
Los primeros turistas de la capital que venían para disfrutar de las playas en agosto en el que se conoció como tren del botijo ya fueron recibidos por los Nanos i Gegants en 1904. Una acción que se repetiría en las primeras Hogueras, 1928, y más tarde, en 1943.
Conservar
Si en esos ejemplos lo que queda son facturas o reseñas en periódicos es porque antes aunque tuvieran su valor, como en el caso de Farnesio, la conservación no era una prioridad. "Como el material es débil, el cartón y la tela se deterioran mucho, y el mantenimiento siempre ha sido un hándicap, porque se mal guardan o no se conservan", lamenta Sanchís.
"En nuestro caso, durante el siglo XX se han hecho diversas colecciones que tienen una vida y luego desaparecen. Y como no hay dinero no se hacen nuevas". Esta vez, eso sí, queda otro tipo de testimonio, las fotografías. Y ahí se emociona cuando piensa en voz alta en las imágenes de 1905 "con cuatro gigantes preciosos que desaparecieron".
Los diez gigantes actuales se dividen en tres tandas. Seis los hicieron Aragonesa de Fiestas en 1977: los reyes cristianos Alfonso X y doña Violante, los reyes moros Alí y Canta, y los labradores Sento y Marieta. Ya en el siglo XXI llegaron los otros cuatro: los pescadores Nicolau y Remediet que los hizo el artista mallorquín Víctor Pons en 2007 y luego los festeros Foguerer i Carolina, de Hermanos Fonseca de 2015 como regalo de la foguera del mismo nombre.
Los nanos también han tenido muchas colecciones que se han ido perdiendo. Los seis actuales tienen nombres de los barrios Roc y Antón para representar a unos borrachos, la mora es Benalúa, los alicantinos son Joanet, Blaiet y Carolina.
Conservar este legado, cuenta Sanchís antes de ir este viernes a trasladar las figuras a la plaza del Ayuntamiento donde actuarán el sábado, es pasar a formar parte de esta historia centenaria. "Soy un servidor de la tradición, estamos todos de paso. Y espero que después lo sigan haciendo", concluye.