En plena guerra de la Independencia y tras hacerse con la ciudad de Valencia, las tropas de Napoleón Bonaparte quisieron dar un paso más en su afán de conquistar España y decidieron asediar Alicante.
Aunque el control de la ciudad nunca lo perdieron los españoles, el conflicto tuvo algunas consecuencias (buenas y malas) como la construcción del castillo de San Fernando en el Monte Tossal, la celebración de las primeras elecciones municipales o la destrucción del convento de los Ángeles, entre otras. Hoy, 210 años más tarde, recordamos la historia.
Para entender por qué las tropas de Napoleón estaban intentando conquistar Alicante, hay que hablar primero de la guerra de la Independencia. Ese conflicto en el que se vio inmerso nuestro país entre 1808 y 1814 en el contexto de las guerras napoleónicas, y que seguramente alguna vez cayó como pregunta de examen en Historia. Tras la Revolución francesa (1789), el país vecino dejó atrás la monarquía para convertirse en un imperio con Napoleón Bonaparte al frente.
Desde España tanto Carlos IV como su hijo Fernando veían la política de expansión que estaba llevando el francés para hacerse con Europa. Por lo que, decidieron mostrarle su apoyo y en 1807 el monarca español autorizó la entrada de tropas galas en España con la conquista de Portugal como pretexto. Bonaparte no se conformó y decidió que ya que estaba, también se haría con el Reino de España. Quiso incluso colocar a su hermano, Joseph Bonaparte, más conocido como 'Pepe Botella', al frente de la monarquía. En España se lio parda y el país se dividió en dos: españoles y afrancesados.
El 9 de enero de 1812, Valencia cayó en manos francesas. Momentos después de esa victoria, se ordenó al general Louis-Pierre Montbrun poner rumbo hacia el sur para hacer lo mismo con Alicante.
Los franceses llegaron a las inmediaciones de la ciudad de Alicante el 16 de enero de ese mismo año. La estrategia principal se basó en ocupar algunos puntos estratégicos de la ciudad como el convento de los Ángeles, Altozano y el Monte Tossal. Un detalle es que ante la amenaza de una posible invasión, Alicante mandó a construir un segundo castillo (San Fernando), pero en el momento del asedio no estaba terminado.
Doble victoria alicantina
Montbrun dio la oportunidad al gobernador alicantino Antonio de la Cruz de retirarse de una forma pacífica, pero el alicantino declinó la oferta y concentró la mayor parte de la artillería en el castillo de Santa Bárbara.
Los fraceses, por su parte, situaron sus cañones en Los Ángeles y como resultado, bajas de ambos lados y una ciudad destrozada. En uno de los disparos, los alicantinos alcanzaron a darle al lugar donde el enemigo tenía colocado el polvorín. Momento en el que todo saltó por los aires, incluido ese popular convento. Al día siguiente, el 17 de enero, Montbrum, dio la orden de retirada y el ejército francés regresó a Valencia.
Pero este no fue el final del todo porque los franceses nunca renunciaron a conquistar Alicante y volvieron a intentarlo en otras ocasiones. Y comenzaron a acercarse a través de territorios próximos como Alcoy, Jijona y Muchamiel.
El 21 de febrero mientras Alicante volvía a preparar la defensiva ante la posibilidad de recibir nuevos ataques ocurrió una catástrofe. Hubo una explosión en el castillo de Santa Bárbara y más de 50 personas perdieron la vida, entre ellas la esposa del gobernador de la Cruz. Algunos rumores de la época decían que el gobernador tenía dudas sobre rendir la ciudad al ejército de Napoleón. Tras las habladurías, el mariscal José Sanjuán ocupó su cargo.
El 21 de abril, las tropas francesas regresaron a Alicante, pero esta vez intentaron una técnica muy distinta. Los militares de Napoleón comenzaron a sembrar el pánico en los alrededores de la Huerta de Alicante, donde llevaron a cabo asesinatos, robos y violaciones. El objetivo de este baño de sangre era conseguir que el ejército español abandonara la ciudad para luchar contra ellos en plena batalla de campo abierto. Finalmente, los franceses lo consiguieron y a los alicantinos no les quedó de otra que salvar a sus vecinos.
Hubo muchas muertes de ambos bandos, pero finalmente la victoria volvió a caer en manos del ejército español. Cuando la derrota de los galos era evidente, los mandos franceses ordenaron a sus tropas la retirada y la huida hacia Jijona.