Alicante

"He sido una escritora vocacional desde pequeñita", cuenta la abogada y vicepresidenta de El Español Cruz Sánchez de Lara sobre su decisión de lanzarse a la novela con Cazar leones en Escocia. De promoción por la Comunidad Valenciana, la autora disfruta presentando la oportunidad que le proporcionó esta historia de una madre y una hija que se descubren a través de un juego a dos voces donde las emociones mandan.

Pero ¿cómo se lanza una reconocida abogada y activista a un libro que se define como un relato de "vidas paralelas, realidades polisémicas y poliédricas, egos enrevesados, frágiles y titánicos; mentiras que eran verdad y falsas verdades"? Sí, abróchense los cinturones porque las páginas de su novela van a ser movidas.  

"Gané mi primer dinero en un concurso literario", recuerda antes de añadir que "lo que más me ha gustado en el mundo es escribir". Y así lo hizo durante décadas, tres concretamente. Lo único es que en ese tiempo su audiencia era limitada: "Los abogados vivimos de contar historias para un público muy selecto que es un juez, con la esclavitud de la verdad y de solamente lo que podemos probar".

Cazar leones en Escocia le proporcionaba una oportunidad de vivir la escritura totalmente diferente. "Esto ha sido una explosión de libertad", cuenta saboreando esta última palabra. Sin plazos porque tenía el tiempo que quería y la historia que le apetecía, embarca a sus protagonistas en una película donde "tiras de los recursos que tú quieras porque nada cuesta".

De La Tempestad a Sexo en NY

Esa vida de lujo que hace vivir a Cata y Miranda alterna múltiples referencias, que puede enlazar a través del nombre de esta última, la hija que guía al lector en su arranque. De La Tempestad de Shakespeare a Desayuno con diamantes de Blake Edwards o al Sexo en Nueva York de Darren Starr, Sánchez de Lara se maneja entre lo culto y lo popular.

"La apariencia de frivolidad es un arma buenísima cuando eres muy profundo. Y la novela lo es porque habla de las emociones y de las bajas pasiones", asegura. Esa mezcla es la que ya le ha funcionado bien "como un espejo en el que se van a ver muchas personas". Y así se lo han transmitido los primeros lectores que le cuentan que su lectura les hace replantearse diferentes cuestiones de su vida. 

Envueltas en la frivolidad de zapatos bonitos, casas lujosas y cuadros carísimos, Sánchez de Lara coloca a sus personajes como Woody Allen hacía en sus guiones con áticos y un teléfono cercano porque "al facilitarles la vida, entras en el terreno de las historias".

Amar donde vivas

Moviéndolas con detalle por la plaza de la Concordia en París o por la calle Serrano en Madrid lo que considera es que se trata de "un canto de amor a la ciudad en la que vivas". "La sensación que tiene Miranda con Madrid, la puede tener cualquier persona que viva en cualquier lugar maravilloso de Valencia, que tiene una luz que da para una novela, o de Alicante, que por un arrocito en San Juan me muero", explica risueña.

Sus elogios al Mediterráneo no se detienen ahí. "Alicante es una de las ciudades con más calidad de vida de España. Tiene la maravilla del mar y de una gastronomía impresionante. Y es una ciudad muy cosmopolita. Cada persona que vive en Alicante puede sentir que tiene una ciudad para escribir porque, además, es una ciudad de futuro". Y ahí vuelve a esa idea que desarrolla en la novela, "cada uno puede sentir el amor por la ciudad y sentirse protagonista esté donde esté".

Madre e hija

Miranda redescubre a su madre Cata fallecida a través de las cartas que le deja en una serie de retos. Y al presentar esta historia quiso rendir un homenaje a las mujeres del pasado. "Las madres de otras generaciones se han protegido siempre de contarnos cómo son como mujeres en el fondo de su corazón porque tenían la necesidad de aparentar una perfección y de corresponderse a unos cánones", razona.

"Pertenecemos a una generación", prosigue, "que no va a descubrir nunca esa parte de sus madres que les enseñaron a no contar. Si hoy estás triste y tienes ganas de llorar, lloras. Y si lo haces delante de tu hijo no pasa nada. Pero antes las madres se tragaban las lágrimas. Y me parece un homenaje precioso a todas aquellas mujeres que sentían como nosotras, pero que no lo podían expresar".

Esa "castración emocional" —que, como apunta, también sufrían los hombres a quienes se les había enseñado que no había que llorar— la combate con el mensaje de aprovechar el momento que lanza Cata a su hija mientras le cuenta los dos matrimonios y el que sería su gran amor fuera de estos. "Me parece una llamada de atención para la gente joven que tiene que valorar que esto les viene dado y es un regalo del trabajo de las otras generaciones".

Armada de emociones

Ese mensaje que ella como autora presenta es el que está viendo que le devuelven con creces los primeros lectores. "Me dan su confianza y hay gente que te llama y te dice que están en un momento personal similar y te lo quieren contar o que se están replanteando cosas de la vida. Te das cuenta de que un libro es un arma poderosa y que todos lo usamos para ayudarnos a nosotros mismos".

Eso le da pie para sacar a colación una de sus lecturas, Una historia personal. En esa autobiografía, la poderosa editora del Washington Post Katharine Graham "hablaba de su bajísima autoestima, de su complicación en un mundo de hombres con un carácter que no la acompañaba porque no tenía carisma, aunque sí determinación".

Por eso lo pone como ejemplo del liderazgo americano y de mostrar las debilidades aunque "no todo siempre va bien, no somos perfectos, nos equivocamos todos. Mostrar nuestra parte personal nos hace mucho más cercanos y que el lector se pueda entregar más porque todos conocemos la sensación del fracaso, aunque si lo miras con perspectiva tampoco es un fracaso tan grande. Todos sabemos que la sensación de la victoria es efímera, una mentira. Esa montaña rusa que vivimos todos es innegable".

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