Alicante

"Son restos que se encuentran de manera común como si dentro de dos mil años encontrasen botellas de plástico". Así resume la directora del Museo del Mar en Santa Pola María José Cerdá la frecuente aparición de ánforas romanas en esta localidad costera. La reciente donación de tres de ellas descubiertas por casualidad al limpiar una casa se ha convertido en debate en redes.

¿Qué tiene de especial Santa Pola para estos constantes anuncios arqueológicos? Es un puerto comercial y atávico con una historia larguísima, responde Cerdá. De hecho, durante el Imperio romano "era el portus ilicitanus, un territorio que tiene su urbs en la Alcúdia y cuyo territorio es muy grande". Y como puerto se aprovechaba que "el modo de comercialización por mar era más fácil y económico".

Cuando las autopistas que conectaban Roma con Hispania eran las vías marítimas, Santa Pola era ese "lugar de comercialización al interior como cualquier puerto actual". Y las ánforas el medio habitual en el que "envasar, conservar y transportar esas ricas materias primas", como el aceite y vino que proporcionaba Hispania abundantemente.

[Encuentra limpiando en una casa que había heredado en Santa Pola tres ánforas romanas del siglo I]

Dos mil años después los restos de aquel comercio siguen aflorando. "Considerando que la flota pesquera de Santa Pola ha sido, y todavía es un referente en eso, una de las mayores del Mediterráneo, es normal que las decenas de embarcaciones cuando realizan sus labores puedan arrastrar elementos que se encuentran en el fondo marino y a veces son piezas arqueológicas".

Sabedores de eso, Cerdá destaca la labor de años con la comunidad pesquera de la ciudad para "concienciar sobre cómo proceder porque ellos no se dedican a la ciencia". Por eso recalca que "hemos mantenido unas relaciones cordiales y pedagógicas con la cofradía y los distintos armadores".

Así, cuando algún barco pesquero se encuentra con un objeto que pudiera ser un resto arqueológico sabe que "se puede llamar directamente al Seprona o incluso si les era más fácil a nosotros para que nos personáramos in situ y la pudiéramos recoger y nosotros hacer la notificación de un hallazgo arqueológico subacuático".

[El derribo del edificio de la Cruz Roja en Santa Pola deja al descubierto una cisterna romana de 2.000 años]

Pero ¿qué pasaba antes de que existiera el Museo del Mar o esta división de la Guardia Civil? "Antes de que existiera la ley del patrimonio y eso fuera considerado patrimonio", responde Cerdá, los pescadores seguían encontrándose con esas ánforas mientras faenaban y lo llevaban a sus casas para decorar, a veces incluso como maceteros.

Eso es lo que hace que ahora surjan las noticias de estos hallazgos casuales. Cerdá recuerda que "una de las últimas llegó porque un señor falleció y la policía asistió a su casa y lo encontró". En otros casos, explica, hay que tener en cuenta que una persona puede haber crecido toda su vida con una vasija en su casa a la que no presta atención porque no piensa que en lugar de tener cincuenta años pueda tener dos mil.

Con esa labor constante de ir divulgando el patrimonio que hacen desde el Museo del Mar van dando luz a estas historias para que quien encuentre una vasija en un almacén comprado o en una casa heredada tengan en cuenta que puede ser algo especial. Y, por tanto, hay que donarla como patrimonio nacional que es. De ahí que Cerdá recalque otras dos ideas, "no hay que criminalizar" y "dar gracias a las personas que las entregan".