El cartel de la Semana Santa de Sevilla reabre el debate sobre la representación de la imagen religiosa en las procesiones. El Cristo Resucitado de Alicante se ha convertido en viral dentro de los comentarios en las redes sociales por su imagen. Su autor, el imaginero de Cox Ramón Cuenca lo define como "un cuerpo glorioso, vencedor y triunfal".

Cuenca se está manteniendo ajeno a toda clase de comentarios ya que está encerrado en su estudio en esta localidad de poco más de siete mil habitantes en La Vega Baja. Y al escuchar los comentarios que comparan su creación con un modelo razona que "más que atractivo, es ideal".

El Cristo Resucitado lo talló en 2002 para la hermandad del mismo nombre, un encargo de la Junta Mayor de la Semana Santa de Alicante. Como recuerda, el entonces presidente Emilio Coloma contactó con él para así sustituir la anterior imagen que tenían de esta figura.

La Virgen del Amor que había realizado antes para el Colegio Agustinos de la capital había sido el pasaporte con el que le llegó este nuevo encargo. Y, "como me pasa en todos los encargos, he tenido la gran suerte de que los que vienen a mí me encargan la obra con esa completa libertad y no he estado encorsetado".

A partir de ahí se abrió el proceso de trabajo habitual que ha estado manteniendo a lo largo de sus tres décadas de carrera. "Siempre que hago una obra pienso por dónde va a procesionar. No es lo mismo una imagen para calles estrechas que para una Alicante", explica.

Así que le trajeron a la ciudad para que viera el recorrido de la procesión que incluye la plaza del Ayuntamiento, La Rambla y el Mercado. "Son calles muy amplias y la imagen tiene que ser potente y tiene que ser grande para que llene el espacio".

Bocetos, miniatura en barro y demás fueron vistos y aprobados antes de poner manos a la obra para la pieza final. Y ahí Cuenca tenía claro cómo se debía representar el triunfo de Jesús sobre la muerte: "Tiene que ser bello, en esa idealización del cuerpo porque es un cuerpo glorioso".

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Un planteamiento que considera forma parte de la tradición judeocristiana en la representación de estas figuras. "Muchas veces se ha querido dejar esa idealización y hacerlo más humano y al final el pueblo lo rechaza. La idealización es fundamental para representarlo".