Alicante

¿Dispuesto para leer una emocionante novela de suspense? Ese es el objetivo que se marca el escritor de Gandia Joaquín Camps. El que fuera ganador en Alicante del premio Azorín vuelve con La oscuridad que habita en mí.

"La creatividad funciona de una manera muy misteriosa. He visto cine clásico maravilloso que no me ha influenciado conscientemente", cuenta. En este caso, se reconoce seguidor del género de suspense: "Me he preguntado muchas veces y he leído a científicos para saber por qué nos atrae tanto el dolor de los otros y disfrutar de una manera morbosa".

Si pone el ejemplo del que va en el coche y se encuentra un accidente en la carretera "y ralentizas la marcha mientras la Guardia Civil tapa con una sábana el cadáver. ¿Quién no se fija en eso? Es muy difícil apartar la mirada", también recuerda una teoría sobre el tema. "Ese dolor del que disfrutamos en la ficción nos muscula para protegernos de posibles peligros. Y no sé si es correcta, pero tiene sentido. Creo que soy buena persona, pero cuando escribo tengo que sacar ese diablo que todos llevamos".

La novela arranca con una rica pareja americana en Barcelona y una discusión en la cama para situarnos. Pero el punto de partida que tuvo Camps era otro: "Me parecía muy atractiva la idea de una mujer abandonada con un enorme sufrimiento y que en la deshabitada mansión familiar espía la casa de enfrente donde su ex y su antigua vecina son ahora pareja y piensa que esa podría ser su vida".

Su teoría es que "el thriller tiene que partir del dolor humano, un dolor doméstico con el que el lector puede empatizar mucho más fácilmente o reflexionar más que si estamos luchando contra un supermalo que quiere acabar con el mundo con una bomba atómica".

Esa reflexión refleja la forma de afrontar la literatura del que es también catedrático de Economía en la Universitat de València. "Disfruto mucho escribiendo, pero no me doy el placer de escribir ni una línea hasta que no tengo todo absolutamente planificado porque como lector no soporto los thrillers que terminan con puertas abiertas que no se cierran". Tras ese diseño "suelto la creatividad", apunta.

Cameron, una protagonista que vive una vida de lujo y sin problemas en Europa, empieza a tener sus problemas con una pregunta: "¿Algún día puedo volverme loco?". Cuestionarse su lucidez es para Camps "un miedo que no creo que ninguna persona razonablemente consciente no ha tenido". "Y la enfermedad la asalta y destroza su vida sentimental, profesional y personal. La locura es un peligro que siempre está ahí".

Al hacer que Cameron narre la historia en primera "el lector tendrá que descubrir si del crimen ella es víctima o verdugo". En el camino hay crimen y sangre, pero Camps asegura que al pasar las páginas "hay ganas de resolver el crimen y saber por dónde evoluciona la vida sentimental de ella". Lo que sí es seguro es que ese descubrimiento llegará sin moralina porque "una de las cosas que menos soporto al leer novelas es el adoctrinamiento, quiero abrir preguntas y que cada uno las responda como quiera".