“Es deber y obligación de las políticas públicas potenciar la felicidad de la ciudadanía, así como velar por que las políticas organizacionales cumplan y respeten el mismo cometido”. El artículo 13 de la Constitución Española de 1812, más conocida como 'La Pepa', ya pregonaba las bondades de la felicidad como concepto que se fue perdiendo en el tiempo... hasta el presente.
Porque hoy en día, más allá de ser un término manido en el mundo publicitario, su uso abarca a varias iniciativas del planeta. Desde la creación del Ministerio de la Felicidad de Emiratos Árabes a su inclusión en la concejalía de Igualdad del anterior ayuntamiento de Villena, pasando por su papel destacado en las agendas de organizaciones como las Naciones Unidas (ONU), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Precisamente la OMS ha venido alertando que la ansiedad laboral y el estrés, como dos caras de la misma moneda: la infelicidad, acarrean un coste de 20.000 millones de euros al año para la Unión Europea. No solo porque redunda en una baja productividad laboral, sino porque acaba siendo el caldo de cultivo del fenómeno conocido como 'burn out' o quemado en el trabajo.
El decálogo de la UA
Para frenar esta lacra, la Universidad de Alicante (UA) presentó este lunes, dentro de sus 'Jornadas sobre la felicidad en los grupos de investigación', el "Decálogo para promover la felicidad en los grupos de investigación", una iniciativa pionera en las universidades del país y que ha contado con el apoyo de la rectora de la UA, Amparo Navarro, la secretaria autonómica de Universidades e Investigación de la Conselleria de Innovación y Universidades, Carmen Beviá o Miguel Richart, delegado de la rectora para la Unidad de Psicología y Resiliencia, entre otros.
Creado por el investigador distinguido del Departamento de Ecología, Fernando Maestre, el manifiesto, al que se han adherido más de un centenar de los responsables de los grupos de investigación de esta universidad pública, está pensando para aplicarse a cualquier tipo de trabajo. Porque hay conceptos, explica Maestre a este medio, que son bien conocidos en cualquier entorno: abuso laboral, falta de ética, imposibilidad de realizar la desconexión digital, trabajar fines de semana y festivo, horarios intempestivos...
En su caso, este prestigioso científico se percató al poco de formar su grupo de investigación, que ha llegado a estar formado por una veintena de personas, que el ambiente que había creado en su grupo de investigación no era el más idóneo. "Las cosas que hacíamos eran contraproducentes, con una falsa creencia de la cultura del esfuerzo, volcados en la ciencia... estaba equivocado y tenía que tener en consideración las inquietudes y aspiraciones de mis colegas", confiesa.
Así que, en base al ensayo-error, estableció este decálogo de normas que ha ido perfeccionando y poniendo en práctica, lo cual a su vez ha hecho "que a nivel interno funcionemos muy bien", añade. Se resume, a su juicio, en que "si cuidas de la gente, la gente cuida de ti".
Diez normas
Regla 1: Promover el bienestar de los miembros de mi laboratorio. Si se está contento, se trabaja más y mejor. Con esta premisa, se recomienda ser amable y empático con los compañeros, y sobre todo saber escucharles.
Regla 2: Dejar que la gente establezca sus propios horarios. Siendo España de los países europeos donde más horas de oficina se suceden, aquí se propone flexibilidad horaria para mejorar la productividad.
Regla 3: La gratitud es el signo de las almas nobles. Esto ayuda también a crear confianza y compromiso entre los miembros del equipo.
Regla 4: Tratar a los miembros del laboratorio como compañeros de equipo. Es importante que no se conciba el espacio de trabajo como una jerarquía 'de arriba abajo', sino como iguales.
Regla 5: Crear un ambiente de colaboración dentro del laboratorio. Un esfuerzo colaborativo con todos los miembros del equipo favorece unas mejores realciones interpersonales.
Regla 6: Recordar que cada miembro del laboratorio es único. Y, por tanto, no se deben comparar entre sí, no con los superiores.
Regla 7: Respetar los horarios de trabajo, los días festivos y las vacaciones. . "El estrés asociado con este trabajo excesivo sin una vida fuera del laboratorio es una de las principales razones detrás del aumento de los problemas mentales en el mundo académico", asegura este doctor, por lo tanto, es fundamental cumplir los horarios.
Regla 8: Dar crédito donde se debe. Apropiarse del trabajo realizado por el compañero o compañera acaba redundado en un mal clima.
Regla 9: Desestigmatizar el fracaso y celebrar el éxito. Las iniciativas para normalizar el rechazo incluyen la elaboración de "un currículum de fracasos", hablar abiertamente y compartir nuestras experiencias sobre el rechazo, y discutir con los miembros del laboratorio las posibles razones de un determinado rechazo y cómo evitarlo la próxima vez.
Regla 10: Promover el desarrollo profesional de los miembros del laboratorio. Esta acción también contribuye eficazmente a fomentar la colaboración y las relaciones personales entre los miembros del laboratorio.
El decálogo fue publicado en un principio como artículo de opinión en la revista Nature y posteriormente adaptado a la revista Plot Computational Biology, convirtiéndose rápidamente en un éxito, con casi 150.000 visualizaciones y compartido más de 5.000 veces.