"Tenemos normativas, tenemos presupuestos, pero nos falta la parte social". Con esta idea el catedrático Jorge Olcina resume los retos que se deben afrontar respecto al cambio climático. Y uno en particular lo destaca: "Hay que decirlo claramente, la agricultura tiene que empezar a adaptarse".
El contundente título de 'Los datos avalan' resume la perspectiva desde la que el catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante ha analizado el impacto de estos fenómenos y su asimilación en la sociedad. Con este mensaje ha abierto la jornada 'Comunicar el cambio climático' patrocinada por la Generalitat Valenciana y en la que ha participado EL ESPAÑOL.
Y al presentar sus planteamientos, Olcina recalca que rechaza los mensajes negacionistas como también los extremistas. De ahí que recuerde la importancia del trabajo investigador y legislativo que está liderando Europa en el mundo, "dando un ejemplo al resto de grandes regiones". Tanto es así, que "podemos cambiar de un modelo energético, que es algo que normalmente duraría un siglo, lo podemos hacer en unas décadas".
Esa tendencia que abandera Europa, reitera, es la que demuestra la importancia de los comicios europeos del pasado domingo. Y, añade, la de presentar la evidencia científica a la sociedad para hacernos reflexionar frente a opciones que niegan la misma existencia del cambio climático.
Al analizar los datos sobre este cambio en la provincia de Alicante, recuerda que el litoral del sudeste de la península ibérica es uno de los más afectados, según señalan las evoluciones estadísticas. En ese punto puntualiza que, "de momento, no hay tendencias claras de si aquí va a llover más o menos, no lo sabemos realmente. Hay una tendencia de fondo que parece que está lloviendo menos, pero podría llover más".
Frente a esa incertidumbre, sí hay una respuesta clara: "Nuestro esquema del abastecimiento general tenemos que cambiarlo". Un punto en el que concede "que esto provoca aquí siempre mucho porque la provincia está acostumbrada a unos estándares y a una llegada de agua que a lo mejor no se va a producir y no por causa política, sino climática. Tenemos que tener preparado un plan B también".
Sin mencionar la palabra desaladora, Olcina valora que "tenemos la suerte o ventaja de estar al lado del agua". "A partir de ahí, ya la herramienta técnica de ingeniería está preparada para dotar de agua, que sea cada vez más barata, que se alimente las plantas con energía solar…", razona sobre esta opción.
La alusión a este concepto lo liga a "dos actividades económicas que preocupan mucho: el turismo y la agricultura". De este primer sector destaca que se está preparando y que "hay destinos turísticos en el Mediterráneo que llevan años mejorando su grifería, por ejemplo, para consumir menos, instalando energía solar, edificios más eficientes energéticamente… Por ahí tenemos que ir".
En cambio, "la agricultura tiene que empezar a adaptarse, que hasta ahora no lo está". Al hablar de ello, añade inmediatamente, "que es una actividad económica a la que le cuesta, más dificultosa para poner en marcha". Pero, como añade, "la evidencia está ahí y los cambios se están produciendo". Unas tendencias que afectarán al modo de producción agrícola, desde el adelanto de recolecciones a la manera de regar.
Por todo ello, Olcina concluye que la capacidad de cambiar es posible y aboga por "evitar debates estériles". "Iremos por el camino de en medio, basándonos en la ciencia", razona.