La sangre sobre la arena, ya sea la del Coliseo de Roma o la de una plaza de toros, forma parte del espectáculo. En Gladiadores, la nueva exposición del Museo Arqueológico de Alicante, la experta Carlotta Caruso destaca los hilos en común entre ambos eventos pese a la distancia y la profesionalidad con que abordaban su oficio los luchadores.
"La idea de esta exhibición es recrear la figura masculina del gladiador porque durante siglos se ha distorsionado por el mito creado", explica Caruso. Ella forma parte del comité técnico de esta muestra que ha recorrido ya exitosamente varios continentes y que llega a España por primera vez.
Para empezar, ¿qué eran los gladiadores? "Solemos pensar que eran prisioneros, forzados a luchar contra animales salvajes u otros animales, pero en verdad eran profesionales. No eran gente que tiraban a la arena para luchar, tenían una formación específica y se entrenaban para crear luchas espectaculares".
La literatura primero y las películas después implantaron un modelo de hombre esclavizado que se sobreponía al destino. "Y donde se ponía mucho énfasis en la crueldad del espectáculo", añade, "cuando esta es una parte, pero no el todo. La gente no iba a los anfiteatros para ver la muerte. ¡Y por supuesto que existía esa posibilidad de que los mataran! Pero no era el objetivo del espectáculo".
Entenderlo en España
En su última visita a Alicante el equipo de Caruso se ha quedado con las ganas de poder visitar el Museo Taurino de la ciudad y la plaza de toros en funcionamiento. Y se muestra cauta al abordar las corridas sin ser española, precisa, "pero creo que podríais entender mejor que nosotros la esencia real de estos espectáculos porque en otras partes del mundo no tenemos nada que sea tan similar. Y aquí podéis entender el sentir del público".
Ese punto es uno de los factores que le atraen en el recorrido mundial de esta exhibición creada a partir de los fondos de ocho museos italianos, entre ellos el Museo Nazionale Romano para el que trabaja. "Realmente me preguntaba la relación que se podría hacer entre ambos espectáculos porque aunque no tengáis peleas entre hombres, esa posibilidad de que el torero muera no es tan diferente de las representaciones que había entonces".
Del mismo modo que un espectador asiste ahora a una corrida de toros y espera una forma determinada de organización, así se hacía en los anfiteatros y circos del imperio. "Es una ceremonia, un rito, por la forma específica de empezar o por la música que lo acompañaba", indica.
Y su visita a Alicante en plena Semana Santa le aporta otro punto de comparación al haber asistido a la salida de una procesión acompañada por la tradicional banda. "La música era muy diferente de lo que podía imaginar, algo más suave, mientras aquí es particularmente enérgica. Imagina esa misma música al empezar estos juegos".
Pan, circo y elecciones
Las fuentes literarias e iconográficas, los testimonios de los que luchaban y de los espectadores son las que permiten recrear ese ambiente de dos mil años atrás. "Sabemos que todo el mundo quería ir a verlo y lo que también esperaban era la distribución del pan, el llamado panem et circenses". En Roma y otros ciudades, prosigue, eso era posible porque los ofrecían los principales miembros de la sociedad, ya fuera el emperador u otros nobles.
La importancia que tenía para la clase alta ofrecer estos espectáculos a los ciudadanos se mantuvo a lo largo de los siglos. Y ahí pone el ejemplo del senador Quinto Aurelio Símaco en el siglo IV en cuyas cartas describía la lujosa preparación de los montajes. "Era importante tener dinero para poder hacer espectáculos maravillosos porque había ganado las elecciones y necesitaba presentarlos a sus votantes". Por eso Caruso reitera la importancia de crear luchas espectaculares. "Tenían una forma especial de pelear y la gente esperaba verlas, con armas a la altura".