Continuando con el hilo conductor de la temporada de ADDA que lleva por nombre 'Muerte y transfiguración', se ofreció el tercer concierto del Auditorio con un Strauss, de nuevo, como máximo protagonista y colofón de la velada. En esta ocasión a cargo de la London Simphony Orchestra capitaneada por el londinense de orígenes italianos, Antonio Pappano, designado como próximo director titular de la misma.
Se esperaba con ansia esta programada visita de la afamada orquesta a la ciudad de Alicante, que fue recibida con gran algarabía de expectación, aunque tristemente su presencia escénica dejara a muchos asistentes, habituados a la rectitud protocolaria de otras formaciones, extrañamente sorprendidos.
Se abrió la velada con O flower of fire, pieza de encargo de la propia formación a la joven compositora Hannah Kendall y estrenada recientemente en Londres. Dicha "obra de fe", como la define su autora, está inspirada en la ancestral cultura caribeña con reminiscencias guyanesas innatas a la compositora dada su ascendencia.
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En ella se exploran los diferentes estadios anímicos del ser humano, que, a fin de cuentas, siguen siendo los mismos desde los comienzos de la humanidad, quizás por ello, la partitura se presenta plagada de manidos clichés sonoros y empleo de recursos y efectos tímbricos sobradamente explotados en la música del pasado siglo XX: dinámicas extremas, cajitas de música, peinados y desenredos de arpas, sumaron en conjunto un pastiche resultón.
Continuando con esta línea de misticismo religioso se abordó la mefistofélica danza macabra de F. Liszt Totentanz, que aborda, parafrasea y transfigura con atrevidísimas innovaciones estilísticas el medievalismo de terroríficas invocaciones del Dies Irae cuya letra reza: "Día de ira, disolverá la tierra en cenizas, siendo testigos David y Sibila".
En esta pieza, el monumental virtuosismo y volcánico temperamento del coloso húngaro, así como las convulsas inquietudes místicas que lo atormentaron de por vida, llegan a límites inexplorados hasta entonces. Y en pocas ocasiones en la todavía corta vida de este auditorio se ha podido ver y escuchar sobre el escenario tal despliegue de medios técnicos, fuerza, temperamento y virtuosismo pianístico como el que ofrendó al público la concertista coreana Yeol Eum Son.
[Crítica: Muerte y Transfiguración]
El impactante modernismo del tratamiento percusivo del piano en las poderosísimas manos de esta "fuerza de la naturaleza" (cabe mencionar que los problemas de agenda la obligaron a enfrentar, memorizar y defender el programa con escasas semanas de tiempo), resultó un auténtico despliegue circense de precisión extrema, dejando a la orquesta en absoluto segundo plano.
La triple génesis -afectiva, conceptual y figurativa- de amplios y explícitos rasgos autobiográficos que Nietzsche plasmó en una trama lírico-narrativa de infinita belleza y profundidad como es Así habló Zaratustra, fue lo que Strauss pretendió transcribir e inmortalizar en una partitura, "para todos y para nadie" subtítulo del propio filósofo alemán.
El Poema sinfónico dividido en nueve secciones, seleccionados de los numerosos discursos del protagonista, se inicia invocando al sol y con expectante entusiasmo se esperaba el celebérrimo Amanecer, que dicho sea, no alcanzó las cotas de espectacularidad deseada, dada la contención dinámica con la que se abordó, quedando la salida del sol naciente tímidamente tenue.
La obra en la que Strauss, de prodigioso talento para la instrumentación, despliega pingües efectos y recursos orquestales, van sucediéndose breves motivos mutágenos, en lugar de sinuosas melodías, sonoridades de marcado contraste tímbrico, dinámico y agógico, siguiendo el tortuoso caminar de Zaratustra o sus solitarias meditaciones en la caverna. Altibajos que asimismo quedaron reflejados en la interpretación ateniéndose a una percepción de la obra en el conjunto de su totalidad.
De secciones de incólume maestría interpretativa, guiados por una batuta que marcaba claramente un asentado fraseo, se pasó por otras como Von der Wissenschaft, en las que no se consiguió alcanzar la profundidad, el empaste sonoro, y la proyección espectral requeridos.
En contraposición, La canción del noctámbulo, capítulo final del Poema :" ...pido a mi orgullo que camine siempre junto a mi inteligencia!...y si alguna vez mi inteligencia me abandona...¡que mi orgullo continúe volando junto con mi tontería - Así comenzó el ocaso de Zaratustra". Y el ocaso fue magistral.
Ficha
Zarathustra, 28 de octubre. 20 horas.
London Symphony Orchestra. Yeol Eum Son, piano.
Antonio Pappano, director.