El atronador éxito de Alexia Putellas, ganadora del Balón de Oro del fútbol femenino, ha dado un nuevo impulso al fútbol femenino español, ya instalado en una élite que hace solo un lustro parecía estar a años luz. Hay una Liga potente y profesional, cada vez hay más licencias femeninas y la selección española, además, recorre como una apisonadora hacia su tercer Mundial sin perder de vista la próxima Europa, competición que aspira a ganar por primera vez el próximo verano apoyada por una generación de jugadoras espectacular.
El fútbol femenino coge vuelo, prestigio y reconocimiento mediático a nivel nacional, pero Alicante, como en otras tantas cosas, mira desde lo lejos su expansión. Y eso que en la ciudad y la provincia siempre hubo valientes que decidieron dar un paso casi contracultural en aquellos momentos, como Betis Florida y Hércules, pioneros en confeccionar equipos femeninos durante la década de los 70 en un contexto sociológico bastante complejo.
En las últimas dos décadas, nadie ha apostado más por el fútbol femenino en la ciudad y en la provincia que el SPA Alicante, que se lanzó a por el sueño de llegar a una élite que saboreó de forma efímera en dos ocasiones a lo largo de su historia. El club, que este año celebra sus bodas de plata, volvió a rozar la máxima categoría hace solo apenas un lustro, pero le faltó suerte y músculo económico para competir en el momento decisivo con las grandes potencias que se subieron al carro, los equipos femeninos de grandes clubes de fútbol.
Ocasión perdida
El SPA, club en el que formó, entre otras, Sandra Paños, actual portera del Barcelona y mejor guardameta de la pasada edición de la Champions, o la internacional Eva Navarro, prosigue con su labor pedagógica y de cantera, con la nostalgia del que mira pasar a lo lejos un glamuroso tren al que no pudo subir.
Así lo resume Jesús Cañizares, histórico dirigente del SPA y ahora miembro de la directiva de la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana (FVCV), quien admite que siente "envidia sana" de aquellos clubes que sí supieron dar el salto al fútbol femenino profesional en el momento oportuno. "Es otras ciudades sí se ha hecho una apuesta importante porque era algo lógico y que la sociedad pedía", resume Cañizares.
"Dudo mucho de que en Alicante haya en el futuro una apuesta clara. Es algo innato al propio tejido social y económico de Alicante. Nunca se apostó por nuestro deporte y eso que nosotros hemos estado ya en la élite y rozamos el ascenso hace cuatro años. Nadie ha estado más cerca de traer la Primera a Alicante que nosotros. Teníamos equipo, tradición y solera. Se reestructuraron las ligas y ese era el momento, pero nos vimos solos", resume Cañizares, a quien queda el consuelo de que su club ha colaborado de forma decisiva para que el fútbol femenino haya enraizado en Alicante.
Algunos equipos estabilizados en la élite, como el Madrid, Málaga, Santa Teresa o Betis, verdugo en una final por el ascenso, eran rivales habituales del SPA en Segunda, donde el equipo alicantino siempre opositaba a la gloria. Sin capacidad económica para retener talento ni un reto deportivo ambicioso por el que luchar, las mejores jugadoras fueron abandonando el club en busca de otras aventuras.
La Primera pasó de largo, pero el SPA mantiene una cantera potente, foco de atracción para muchas jóvenes de la provincia. Ahora tiene la competencia ciudadana del Intercity, club que está apostando fuerte a golpe de talonario, y provincial del Elche, que por primera vez cuenta con un equipo en Segunda, aunque el SPA se agarra a la tradición y a su etiqueta de club formador de talentos.
No son buenos momentos para la entidad. La profesionalización del fútbol femenino va traer consigo una reestructuración de las categorías. La Segunda División se va a reducir y será semi profesional. Por lo que el SPA se encuentra en una situación casi idéntica a la del Hércules el pasado año. "O quedamos entre los dos primeros o nos vamos a la cuarta división. Estamos con la soga al cuello", avisó el dirigente.
Jesús Cañizares está siguiendo en primera fila desde la federación el crecimiento de una semilla que ayudó a plantar y cuyos frutos no recogerá, al menos en su club, a corto plazo. "Los clubes que tienen un equipo masculino detrás lo tienen más fácil. Y también, paradójicamente, algunos de localidades en las que no hay una entidad histórica detrás porque los ayuntamientos les dan un respaldo importante”, explicó. "Nos queda el consuelo de haber ayudado a que el fútbol femenino dé un salto de calidad en Alicante", sentencia.