Juan Antonio Planelles, fundador de Bike Sport Alicante, junto a un grupo de ciclistas en una expedición en Marruecos.

Juan Antonio Planelles, fundador de Bike Sport Alicante, junto a un grupo de ciclistas en una expedición en Marruecos.

Deporte

El exfutbolista de Alicante que crea aventuras únicas para ciclistas en Marruecos: "A muchos les cambia la vida"

Alicante
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La provincia de Alicante es uno de los territorios más privilegiados para el ciclismo. Con su variedad de paisajes y montañas, es el rincón escogido por algunos de los mejores equipos del mundo para entrenar en las mismas carreteras que miles de alicantinos recorren en bicicleta cada fin de semana. Sin embargo, hay aficionados que buscan dar un paso más allá y experimentar su pasión en Marruecos.

Para muchos, dar el salto a África es una experiencia "que les cambia la vida", en palabras de Juan Antonio Planelles, fundador de Sport Bike Alicante, una empresa que organiza expediciones ciclistas al país vecino.

Esta aventura comenzó como una tienda de bicicletas en 2001, pero en 2013 Planelles decidió convertirla en una compañía especializada en viajes en bicicleta y en asistencia a carreras y clientes.

Planelles, exfutbolista del Alicante CF, entre otros equipos, siempre ha estado vinculado al mundo del ciclismo. "De niño me apasionaba la bicicleta y, cuando me retiré del fútbol, la encontré como refugio para seguir haciendo deporte", asegura.

Su incursión en Marruecos se dio por su espíritu aventurero y un viaje pendiente desde su juventud. En 2005 realizó su primera experiencia en el país junto con clientes y amigos.

Fue entonces cuando quedó "cautivado" por los paisajes y la hospitalidad de sus gentes. Cada año organiza una o dos expediciones para que otros también puedan descubrir el país y, al mismo tiempo, ayuda a comunidades marroquíes vulnerables.

Planelles en Marruecos.

Planelles en Marruecos.

Con grupos de entre 8 y 15 personas, organizan una ruta de 5 o 6 días en la que pedalean unas seis horas diarias, explorando tesoros naturales y sumergiéndose en la cultura local.

Este viaje está destinado para un amplio abanico de personas, ya que han participado ciclistas de 25 hasta 65 años. Todos ellos en buen estado físico y deseosos de vivir una experiencia exótica sin preocuparse por la logística. "Nos ocupamos de todo", explica Planelles, quien también destaca que la mayoría de quienes viajan a Marruecos no regresan con la misma mentalidad.

"La gente es muy hospitalaria y tienen la educación y el respeto que había en España hace 40 años", añade. Este choque cultural sorprende a los viajeros y les ayuda a romper prejuicios arraigados sobre la sociedad marroquí.

Ruta y solidaridad

Una aventura de esta magnitud requiere una gran logística y conocimiento de la climatología. La expedición parte desde Alicante, donde Planelles y su equipo cargan las bicicletas y el equipaje en una furgoneta y cruzan desde Almería a Marruecos, mientras que los clientes llegan en avión por comodidad.

El recorrido comienza en Fez y se adentra en el centro de Marruecos. La primera parada es Ifrán, conocida como la 'Suiza marroquí' por sus frondosos bosques de cedros y paisajes montañosos, que incluyen una pequeña estación de esquí.

Desde allí, la ruta lleva a los viajeros por la cordillera del Atlas, pasando por el circo de Jaffar, un antiguo glaciar, y alcanza los pueblos de Tounfit y Agoudim, donde se alojan con una familia local. Esta experiencia no solo es cultural, sino que también brinda apoyo económico a la comunidad, una zona en la que no hay hoteles.

Además, una de las metas de esta excursión es "aportar un granito de arena" en áreas necesitadas. Entre los suministros que entregan se incluyen materiales escolares, como bolígrafos, lápices y libretas, además de ropa.

Más al sur, la ruta alcanza la región de Imilchil, famosa por sus dos grandes lagos, conocidos como 'la novia y el novio'. Luego continúa hacia las espectaculares Gargantas del Todra, un cañón con altísimas paredes rocosas que atrae a escaladores y a miles de turistas. "Es como su Benidorm", apunta Planelles.

La aventura culmina en la gran duna de Merzouga, donde los viajeros realizan una última ruta en bicicleta por el desierto, experimentando la inmensidad de las arenas de Marruecos y la vida en los pueblos cercanos.