Al nuevo entrenador del Elche, Sebastián Beccacece, se le va a hacer muy largo el final del campeonato. Ya ha encajado tres derrotas y quedan nueve jornadas en las que se enfrentará a equipos con hambre, urgencias y necesidad, como el Valencia, próximo rival, que llegará el domingo al Martínez Valero con la obligación de ganar para escapar del descenso.
El técnico, que aún no ha logrado sumar desde su llegada al banquillo, comienza a esquivar las balas del pesimismo que invade a la hinchada franjiverde, que más allá de caras nuevas en el banquillo ve siempre más o menos lo mismo. "Creo que hay dónde agarrarse. Estamos sembrando la base de lo que va a venir", señala el entrenador apelando al próximo proyecto en Segunda.
El rosarino no teme quemarse en un final de Liga penoso y se defiende al recordar que pudo haber elegido llegar al Elche en junio, pero que decidió hacerlo ahora "para aprovechar este periodo y sembrar". No oculta que la actual situación deportiva, con el equipo a 17 puntos de la permanencia y contando los días para que se consume el descenso, es "dolorosa" y garantiza que personalmente no le afecta "mientras vea un equipo que "compite, pelea e intenta ser más que el rival".
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"Estoy alegre porque veo respuestas. Ganar o perder es relativo, todos los deportistas de élite pierden más que ganan. Yo soy una persona trabajadora que busca mejorar y evolucionar. Ganar tiene que ver con eso, con ser mejor cada día", argumentó el preparador argentino.
También aconseja al club ilicitano no entrar en una espiral de autodestrucción y agradece a la afición su comprensión. "Han demostrado su madurez social porque ven que el equipo lo da todo. Trabajamos para que el Elche le pueda ofrecer a su gente una alegría", señaló el preparador, quien dijo sentirse cómodo en estos momentos de crisis "porque me gusta acompañar cuando las cosas no salen".
Beccacece justificó su decisión de contar con los jugadores cedidos al señalar que trabaja en el presente "pensando en el futuro". "¿Por qué no pueden continuar?", se cuestionó el entrenador, quien aseguró que la mejor forma de disimular las bajas que sufre el equipo es "ayudar desde lo colectivo".
El argentino descartó que la presencia de Mascarell, un centrocampista, como central sea un toque de atención para los defensas de la plantilla. "Es una cuestión de gusto y de elección. Hay veces que toca ser más protagonista y otras menos", avisó el entrenador, quien no se mostró ansioso por sumar sus primeros puntos.
El Valencia
En relación con el derbi del próximo domingo, el entrenador admitió que la necesidad del rival es mayor, si bien recordó que esas urgencias pueden llegar a ser "contraproducentes". "Somos dos equipos necesitados. Pero no podemos perder el foco y que esa urgencia, ansiedad y angustia se traslade al juego. Si logramos abstraernos de eso podemos invertir más tiempo en el placer por jugar que en el miedo a perder", explicó.
El rosarino ha enfocado el partido más en lo que debe hacer el Elche que en cómo frenar al Valencia, aunque precisó que el equipo de Rubén Baraja cuenta con jugadores "que van bien por los costados y que llegan al área".
Pronosticó un derbi "intenso y de juego directo" y descartó que a su equipo se le pueda pasar por la mente devolver el favor que el Valencia le hizo al Elche hace dos temporadas al empatar en Huesca en un partido decisivo para la salvación del conjunto ilicitano.
"Me contaron la historia y me generó satisfacción el comportamiento del Valencia. Ellos no se jugaban cosas trascendentes a nivel de puntos, pero sí lo más trascendental, que era la dignidad con la profesión. Vamos a hacerlo de la misma manera, siendo competitivos y exigentes con la profesión", avisó.
"El Valencia puede tener la tranquilidad de que también seremos competitivos y que nos dejaremos hasta la última gota en el campo con cualquier otro rival", añadió el rosarino.
Por último, el entrenador indicó que la mayor motivación de su equipo ante el Valencia no es resarcirse de las polémicas de las últimas visitas a Mestalla, en las que el Elche fue claramente perjudicado con un gol fantasma no concedido y otro mal anulado, sino la de “defender el escudo y jugar y rendir por las 24.000 personas que vienen al campo”.