Alicante

Tres semanas después del hundimiento en Llagostera, el club alicantino sigue sin reaccionar. El descenso a la Segunda División RFEF dejó completamente paralizado a la entidad más allá de los movimientos del máximo accionista, Enrique Ortiz, por encontrar un nuevo socio que le ayude a reflotar el proyecto. Las negociaciones con el excandidato a la presidencia del Barcelona, Toni Freixa, siguen abiertas, pero la cúpula del club alicantino sondea, por si acaso, otras alternativas.

Freixa tiene previsto desplazarse de nuevo esta semana a Alicante para seguir ultimando detalles de su posible desembarco en las oficinas herculanas. Sin embargo, existen diferencias importantes entre las partes. El abogado catalán quiere percibir un sueldo por encargarse de la gestión del Hércules y, además, también mando en plaza en cuestiones deportivas, como la elección del entrenador, algo que colisiona frontalmente con los intereses de Carmelo del Pozo.

La cúpula del Hércules negocia con Freixa, pero mantiene abiertos otros frentes a la espera de encontrar un mirlo blanco, más cercano, maleable y de cierto prestigio en la sociedad alicantina.

Mientras tanto, Del Pozo y su equipo de colaboradores continúan trabajando para diseñar la plantilla de la próxima temporada, pero sin poder tomar decisiones hasta que no se concrete el nuevo rumbo del Hércules. El segoviano no conoce aún el presupuesto con el que contará el club, por lo que no puede presentar ofertas concretas a las primeras opciones de su lista de fichajes.

Esta situación es la que ha llevado a que dos piezas claves del equipo durante el pasado curso, como el francés Kevin Appin y el portero y capitán Ismael Falcón, hayan decidido no esperar más y asegurar su futuro inmediato al firmar por el Ibiza y el Atlético Sanluqueño, respectivamente.

Precedentes peligrosos

Esta inacción del Hércules recuerda peligrosamente a la vivida en la pretemporada 2017-18, en la que el club, por orden de Juan Carlos Ramírez, decidió no formalizar ningún fichaje y paralizar cualquier incorporación hasta finalizar el pulso con la Agencia Tributaria.

Esta situación provocó, entre otras cosas, que Gonzalo Verdú, hoy capitán y estandarte del Elche, decidiera romper su compromiso con la entidad alicantina para firmar por el eterno rival, o que el entrenador Paco López, que ya había dado su palabra para aceptar la dirección del equipo, se cansara de esperar y decidiera apostar por el filial del Levante.

Aquella planificación, repleta de segundas y terceras opciones, se hizo deprisa y corriendo, lo que se reflejó meses más tarde en una de las peores temporadas del equipo en Segunda B, solo mejorada por las de los dos últimos años.

Lo normal es que en los próximos días, todos los jugadores cuyo contrato con el Hércules expira el 30 de junio –todos menos ocho- comiencen a buscar otras opciones y, lo que es peor, que los posibles objetivos se cansen de esperar y acepten propuestas más concretas.

Los dirigentes herculanos defienden que aún hay tiempo para planificar un buen proyecto y confían en que el magnetismo del escudo ayude a atrapar a los excelentes futbolistas que quedan en la categoría, pero la realidad es que el Hércules, a 15 días del inicio oficial de la temporada 2021-22, ni siquiera tiene fijado su nuevo rumbo.

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