El Hércules superará el próximo domingo, ante el Alzira, el primer tercio del campeonato en el que ha viajado a una velocidad de crucero que, sin embargo, no ha sido suficiente para perder de vista al Badalona y al Lleida. Ocho victorias y un empate serían un bagaje más que suficiente, en condiciones normales, para liderar con puño de hierro una clasificación, pero al equipo de Rubén Torrecilla no le ha servido ni siquiera para convertirse el líder de su grupo.
El Lleida, con los mismos puntos (25) y mejor coeficiente general, se sitúa primero, pero es que a sólo uno de distancia de los colíderes acecha el Badalona Futur, tercero en discordia. El acoso y aliento en el cogote de los dos conjuntos catalanes no permite saborear como merece el excelente momento del equipo alicantino, que ha protagonizado su mejor despegue de campeonato de los últimos años.
Para poner en contexto lo que ha logrado el grupo de Torrecilla sólo hay que echar un vistazo a la hemeroteca. El Hércules actual sólo es mejorado en los últimos tiempos por el que dirigió Manolo Jiménez, en el curso 1995-96, y el de Juan Carlos Mandiá, en el curso 2011-12.
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El conjunto de Jiménez, en su marcha triunfal hacia Primera como campeón, transitó por la jornada 11 con 28 puntos tras ganar nueve partidos, empatar uno y perder otro. También el millonario proyecto post descenso, dirigido por Mandiá, sumó a estas alturas del curso 28 puntos tras nueve triunfos, un empate y una derrota.
Los números del Hércules actual son superiores, por ejemplo, a los del grupo que entrenó Esteban Vigo en el último ascenso a Primera División, ya que en estas mismas jornadas el equipo sumaba 19 puntos. También mejora el último gran proyecto en Segunda B, bajo la batuta de Lluís Planagumà, que por estas fechas sumó 23 puntos.
Queda más lejos aún el ilusionante equipo de la temporada 2008-09 (21 puntos), en la que el Hércules rozó el ascenso a Primera, también con Mandiá a los mandos, tras sumar 78 unidades al final del curso.
Consuelo
El frenético ritmo del Hércules, sobre todo en Alicante, donde ha logrado pleno de puntos, no le permite reinar en la competición, pero al menos le mantiene en el pulso por el campeonato. De no haber tenido una estampida inicial como la que ha protagonizado, la primera plaza se habría escapado prácticamente en el primer tercio del curso y con ella la posibilidad del ascenso directo.
La otra buena noticia, y en la que casi nadie repara, es que a este ritmo la presencia en la promoción de ascenso, a diferencia de lo que sucedió en los últimos campeonatos, no debería correr peligro, ya que el corte está ya en ocho puntos. Consuelo menor. O no tanto, porque por una vez el equipo no tendrá que estar permanentemente mirando por el retrovisor.
Queda muchísima competición, pero la proyección del campeonato apunta, salvo desfallecimiento de los rivales, a un final de photofinish entre los tres primeros. En este escenario de máxima igualdad, los duelos directos serán determinantes. El primero de estos enfrentamientos para el Hércules llegará justo antes de la Navidad (17 de diciembre) ante el Badalona y el segundo, recién estrenado el año (7 de enero) ante el Lleida a domicilio. Aunque para convertir en finales los partidos ante los rivales directos, el primer mandamiento debe ser mantener el ritmo y no regalar puntos.