Por qué Alicante no pinta nada en el resto de España: un PIB alto, pero muy dividido por su población
Ineca resalta que la alta capacidad de producción de la provincia contrasta con su PIB per cápita, 3.000 euros más bajo que la media nacional.
26 diciembre, 2022 06:20Es un clásico de todos los años: acudir al proyecto de Presupuestos Generales del Estado, apartado inversiones, y dividir el montante por la población de Alicante. El resultado lleva dos años siendo invariable: últimos de España, a mucha distancia del segundo, y, en 2023, los únicos con menos de 100 euros por habitante (unos 86).
No se trata de un hecho aislado. El Instituto de Estudios Económicos de la Provincia de Alicante (Ineca) lleva 14 años monitorizando la evolución de las inversiones en la provincia y nunca, en toda su historia, se ha dado al territorio lo que le correspondería, ni en población (actualmente casi 1,9 millones de personas, quinta provincia de España) ni en su aportación al Producto Interior Bruto (PIB), también quintos por encima de Murcia o Málaga. De hecho, la deuda histórica del Ejecutivo central ya supera los 3.000 millones de euros.
¿Por qué se produce esta situación? ¿Qué interés existe en que una de las zonas que más riqueza genera en España se quede en el furgón de cola de las inversiones, perdiendo competitividad?
Los expertos apuntan a muchas causas, algunas de carácter político (como la excesiva tendencia a sobrerrepresentar a la provincia de Valencia en el reparto, algo que ha quedado también acreditado en el balance general del tripartito de izquierdas que gobierna la Generalitat) y otras económicas, que muestran que una de las mayores fortalezas de la provincia es también su principal debilidad: la alta población.
Un buen ejemplo se puede ver en los datos definitivos del PIB de 2020, el primer año de la pandemia. Ahí Alicante anotó un dato de 34.013,5 millones, lo que supone un descenso del 9 % anual respecto al ejercicio anterior. Este valor sitúa a la provincia, de nuevo, en el quinto puesto nacional, e incluso con un comportamiento positivo pese a su dependencia de los servicios: la caída en el conjunto de España fue del 10,2 %, un punto más.
El problema viene en el PIB per cápita: se reduce hasta los 17.999 euros frente a los 19.944 que se registraron en 2019; es decir, se pierde un 9,8 %, según señala Ineca, lo cual supone mejorar también el comportamiento general (-10,7 %) pero con la diferencia que la media en España en el PIB per cápita es de 23.608 euros.
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El director de Estudios de Ineca, Francisco Llopis, apunta a que esto supone "un problema" a la hora de mostrar el peso específico del territorio en Madrid. Llopis habla de la "atomización del PIB", algo que también va en consonancia con el modelo polinuclear de provincia, donde hay al menos siete ciudades con más de 50.000 habitantes; pero lo compara con Vizcaya, que produce prácticamente lo mismo pero con un tercio menos de población (1,1 millones frente a 1,9).
Soluciones
¿Qué se puede hacer para cambiar esta situación? Llopis comenta que se trata de un debate que afecta directamente al modelo productivo de la provincia, copado por pymes, por lo que la forma de abordar el problema tiene que ser "global", con el pensamiento a largo plazo. La variedad de sectores también es importante, porque permite aguantar el tirón en crisis que afecten especialmente a algunas de las locomotoras del PIB, como ha pasado con los servicios durante la pandemia.
El reto sería aumentar el PIB per cápita de la población para subir el peso total en el conjunto de España, mostrando una imagen cohesionada de territorio y con unas empresas potentes.
Una de las opciones es la unión. El catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad de Alicante, Manuel Desantes, ya hizo una aportación en una conferencia organizada por la patronal UEPAL: potenciar el eje del área metropolitana Alicante-Elche, que conforma una 'superurbe' de un millón de personas capaz de competir por las ayudas europeas de tú a tú con ciudades como Valencia o Madrid.
En su opinión, la idea de unir ambas ciudades y su inclusión en el catálogo de la Unión Europea supondría "plena autonomía al conjunto y la capacidad de desarrollo integral de la provincia". Pero es que además resalta que "ahora, con la tercera, la cuarta y la quinta revolución industrial, es cuando la radialidad del esquema administrativo y político de España se convierte en ineficiente. Y todas las provincias, excepto una, Alicante, siguen con el pie cambiado, ancladas en la radialidad desde su capital, un modelo ineficiente".
El catedrático aseguró que Madrid "no es el enemigo, sólo hay que trabajar allí para que las cosas tengan reflejo aquí", y explicó que "culpar de todo a Valencia no es productivo. La ciudad de Valencia, el cap i casal, tiene el poder de concentrar en su urbe a prácticamente toda su provincia, y en cierta medida, piensa que puede hacer lo mismo con el resto de provincias, Alicante y Castellón".
En su opinión, se trata de "un modelo que está desfasado, pero que debemos entender para poder solventar. Y lo podremos atajar cuando, liderados por el eje Elche-Alicante, la provincia hable de tú a tú, entre iguales, con Valencia y con Madrid".