La carrera de Enrique Martínez García le ha llevado desde su Novelda natal en la provincia de Alicante al banco de la Reserva Federal en Dallas. Y desde allí ahora aconseja sobre la política económica en Estados Unidos.
Sentado en una terraza en el centro peatonalizado de Alicante, Martínez García cuenta risueño mientras toma una horchata que el valenciano no se pierde ni en el centro de Texas, "si empezáramos a hablar en castellano se pegaría el deje mexicano".
Ese es el toque ligero con el que aborda la parte más personal de su vida en una ciudad pensada para vivirla con aire acondicionado y con túneles para evitar el calor del día. Desde allí es donde asumirá una nueva responsabilidad: "Paso de contribuir al análisis a contribuir a las decisiones de política económica y la posición que toma Dallas en las políticas económicas de Estados Unidos".
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Un salto que se ha visto avalado por premios como el que le situó en 2023 como el mejor economista de un banco central. En este galardón destacaron especialmente la contribución de su equipo en el desarrollo de métricas para seguir el crecimiento en el mercado inmobiliario.
"He trabajado toda mi carrera profesional en el área de política económica y entender cómo las relaciones internacionales afectan a los condiciones de la economía estadounidense y los objetivos de la política monetaria", apunta. Por eso, en lo que siente como una evolución natural, siente que es "un gran reto" porque "ahora tienes responsabilidad a la hora de informar e influenciar directamente".
Y al explicar lo que eso supone también describe cómo es la interrelación entre potencias: "La política económica de EE. UU. no es solo para 330 millones de personas, sino que tiene un efecto arrastre en otros países, porque lo que pase allí no es indiferente al Banco Central Europeo, que seguramente le tiene puesto el ojo a lo que pasa a la Fed, igual que nosotros seguimos lo que pasa en Europa".
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De igual modo, estar en el centro de toma de decisiones políticas implica asumir parte de las críticas por parte de los partidarios de un sistema en el que no exista la institución en la que él participa y quienes abogan por el uso de monedas fuera de su control, como las criptodivisas.
"Estados Unidos es un país que ha tenido una relación no siempre favorable en la idea de un banco central", razona. De hecho, la reserva federal se creó en 1913. Y con ello surgen quienes "cuestionan por qué existe un institución como el banco central, que tiene la capacidad de intervenir en relaciones comerciales de los individuos particulares".
Tanto es así, que "hay una vena muy marcada de libertarios que atacan diciendo que no es necesario". Eso lleva a que, desde que está en Dallas en 2007, "no es infrecuente que haya manifestaciones delante de la Reserva Federal cuestionando la existencia de la propia reserva federal".
Ese contexto explica que aparezcan incluso líderes que "siguen pensando que la solución a los problemas del sistema financiero es volver al patrón oro" o el impulso a las mencionadas criptomonedas.
"Las criptomonedas de momento son demasiado volátiles para ser un buen depósito de valor, esa es una realidad. No han encontrado la forma de hacerlas estables. Y a la hora de facilitar el intercambio del sistema de pagos, el intercambio de productos se está empezando a introducir, pero aún le falta mucho. Es posible que puedan desplazar el papel moneda, sí. De la misma manera que el papel moneda desplazó la moneda de metal", razona.
Con ello recuerda que la evolución del concepto de dinero es intrínseca porque "definimos el dinero por unas cualidades y no por la forma física que tenga". La cuestión, como puntualiza, es que las criptodivisas "son una moneda privada, no está emitida por el Gobierno y tampoco tiene el respaldo público".