Alicante

Un grupo de expertos del Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria de Elche (IDiBE) de la UMH está llevando a cabo una investigación que considera algunos compuestos marinos como candidatos a fármacos para tratar el cáncer.

El estudio está reconocido como proyecto de interés social por la Oficina de Mecenazgo de la Generalitat Valenciana, y apoyado por Caja Rural Central y la Asociación de personas con Cáncer de Novelda.

La investigación la dirige el profesor del área de Farmacia y Tecnología Farmacéutica, Enrique Barrajón, y ha sido en su mayoría llevada a cabo por la doctora Verónica Ruiz. Cuenta además con el apoyo de otros tres profesores de la Universidad, como son: Vicente Micol, María Herranz y José Antonio Encinar.

El proyecto comenzó hace cuatro años, cuando el equipo del IDiBE comenzó una línea de investigación basada en los compuestos naturales obtenidos a partir de organismos invertebrados marinos (corales, esponjas y holoturias). Debido a la dificultad de supervivencia del medio marino, estos animales cuentan con un organismo formado por moléculas con estructuras químicas bastante complejas.

Balance de estrés

El coordinador del proyecto, Enrique Barrajón, explica la importancia del estrés oxidativo en la investigación. Esto se refiere a las reacciones químicas que se producen dentro de las células, como consecuencia de los procesos que llevan a cabo para su propia supervivencia.

Barrajón lo compara con el estrés que sufren las personas. "Todos los seres humanos sufren estrés pero unos lo llevan mejor que otros. Pues algo parecido les sucede a los organismos".

Las células cancerígenas tienden a crecer más rápido que las células sanas, lo que les provoca mayor estrés oxidativo. Pero cuentan con mecanismos que les permiten soportar.

Los compuestos marinos del equipo pretenden elevar el estrés de las células tumorales y llevarlas hasta el fallo. Lo que ha comprobado este equipo de investigadores de la UMH es que no todas las células reaccionan igual ante la exposición de compuestos marinos.

Las células sanas son capaces de soportar la presión y sobreviven, mientras que las células tumorales, mucho más estresadas no pueden hacerlo y mueren. Esto indica que de alguna forma, las moléculas marinas son capaces de diferenciar las células sanas de las que están afectadas por el tumor.

El Instituto de Investigación trabaja sobre todo con modelos de células tumorales y modelos de células sanas, dentro del contexto del colon o intestino humano. Sin embargo, Barrajón hace especial hincapié en que el cáncer de colon puede presentarse de muchas formas. “No todos los cánceres de un mismo tipo son iguales”, añade.



Contra las células cancerígenas

Hasta ahora se han encargado de analizar y estudiar cada célula para desentrañar el mecanismo. “Hay que descubrir qué proteína es la que realmente responsable del mecanismo molecular, y qué sucede cuando ésta es sometida al tratamiento de compuestos marinos”, explica el investigador.

Los ensayos muestran que tras pasar por el tratamiento, las células malignas crecen más despacio y en menor cantidad. Los compuestos marinos son capaces de identificar las células tumorales y atacarlas, para acabar con ellas.

Otra de las principales ventajas que muestra la investigación es que se reduce el riesgo de metástasis, porque el movimiento de las células tumorales hacia otros órganos sanos queda limitado. Es decir, se reduce la capacidad de migración e invasividad de las células tumorales. “Las que sobreviven son menos invasivas y se mueven menos”, añade el experto.



Un fármaco contra el cáncer

El proyecto planea terminar con las tareas de investigación a lo largo de 2022. El siguiente paso dentro de cualquier desarrollo de un producto antes de llegar a la clínica, sería empezar a hacer ensayos in vivo.

El objetivo final del estudio es desarrollar un fármaco para curar el cáncer. “Queremos tener una repercusión final en los enfermos de cáncer”, explica Enrique Barrajón. Sin embargo, el fármaco podría tardar más de una década en comercializarse. “Desde la Universidad llegaremos hasta donde podamos, pero para comercializar el producto, una farmacéutica tendría que coger el testigo y terminar su desarrollo”, explica el investigador.

El equipo también ha hecho pruebas con otros tipos de cáncer, en concreto con el de mama. Estas nuevas investigaciones concluyen que las moléculas marinas que funcionan mejor para tratar el cáncer de colón, no son las mismas que funcionan para combatir el cáncer de mama, abriendo el camino para nuevas líneas de estudio.

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