¿Por qué ha ido a prisión el pequeño Nicolás de Crevillent? Estafó con su novio 120.000 euros a Telefónica
Esta pareja adquirió a la compañía más de 100 móviles, que nunca pagó, para luego venderlos online y en una tienda de segunda mano.
19 octubre, 2021 01:32Noticias relacionadas
La detención del pequeño Nicolás de Crevillente, avanzada por este medio, ha generado todo un revuelo en la localidad al sur de Alicante donde ha eludido la Justicia los últimos cinco años tratando de ocultarse en el chalé de su madre custodiado con cámaras de seguridad. Pero, más relajado en los últimos meses, no contó con el seguimiento que le venía haciendo la Guardia Civil, que lo capturó el pasado miércoles en el centro de la ciudad vecina de Elche.
Relajado también porque los cinco últimos señalamientos de búsqueda, detención y personación de distintos Juzgados del país no permitían su detención en el domicilio donde se escondía, su suerte cambió cuando la Audiencia de Alicante, ordenó su ingreso en prisión, eso sí, sin que hubiera un mandamiento de entrada en su vivienda. Por lo que los agentes del Instituto Armado de Crevillente aguardaron su oportunidad mientras recabaron pruebas sobre el supuesto de delito de odio vertido en redes sociales contra ellos para que la Justicia moviera ficha, como ha acabado haciendo.
Por lo tanto, en contra de lo que se ha podido pensar, el conocido como el otro pequeño Nicolás no está en la cárcel por dicho delito de odio, del que tendrá que responder, sino por el de estafa con condena firme con fecha del 22 de mayo de 2017. ¿Qué había hecho para que haya acabado ahora pagando esa condena de 9 meses de cárcel? Pues defraudar a Telefónica, él y su novio, 128.449 euros en 2007.
¿En qué consistía la estafa?
La compañía telefónica denunció al grupo antifraude de Telecomunicaciones de la Policía Nacional la estafa en diciembre de aquel año, de la que la sección Séptima de la Audiencia Provincial atribuyó, tras el juicio, diez años después, que el pequeño Nicolás "era el cerebro de la operación", actuando su pareja como colaborador.
La estafa en sí consistía en adquirir, a sabiendas de que no abonarían el precio pactado, terminales de telefonía móvil con la intención de venderlos. Para ello empezaron contratando cinco líneas de teléfono, y adquirieron diversos terminales ocultando sus nombres y poniendo en su lugar el de un supuesto amigo, domiciliando los pagos que nunca harían en una cuenta que carecía desde el primer momento de fondos.
En su estrategia, también usarían el nombre de la madre de este individuo, con la que compraron dos ordenadores portátiles que, por supuesto, tampoco pagaron. Días después, y bajo el nombre de una empresa ficticia de alimentación, contrataron nueve líneas, indicando como domicilio social de la mercantil una calle al azar de Crevillent, se puede leer en la sentencia. Aunque el plato gordo ocurrió el 11 de octubre de 2007 cuando adquirieron por el mismo método 100 terminales de telefonía móvil empleando otro nombre, también inventado.
Los teléfonos le llegaban a casa del ya preso, desde donde reenvió "una buena parte" a una empresa de paquetería de Elche, de cuya sede salían los terminales que vendían a través de eBay por un precio inferior a su adquisición. En otras ocasiones, vendían los terminales adquiridos a Telefónica en un Cash Converter de Elche “a precios irrisorios”, hasta por un euro, llega a especificar el auto, “con lo que resulta evidente que sabían que no podían hacer frente al precio que adeudaban y que no pretendían abonarlo”. En la tienda de segunda mano, tras la declaración de uno de los empleados, se ha podido demostrar que esta pareja vendió 153 terminales.
"Se nos fue de las manos por falta de experiencia"
El letrado de este varón, de 45 años, defendió en el juicio que su cliente “no tenía la intención de engañar” pues pretendía pagar las líneas y terminales pero que “el negocio le fue mal y no pudo” hacer frente a los pagos. De hecho, llegó a calificar los de impagos como "comunes en el tráfico mercantil”.
Y sobre usar cuentas sin fondos y el nombre de otras personas, dijo que era "una práctica habitual" en el mundo empresarial, que en todo caso era responsabilidad de la teleoperadora con la que contrataron los servicios, quien "no comprobó los datos".
Mientras, su socio y según él mismo desveló como pareja, descargó en el pequeño Nicolás la culpa: “era su negocio, el que contrataba los servicios”, el cual “se nos fue de las manos por falta de experiencia”
Pero estos argumentos de las defensas no sirvieron de nada. Para el tribunal, no existió "ninguna duda de que estamos ante unos hechos declarados probados que son constitutivos de un delito de estafa” puesto que los acusados “emplearon el engaño” de que iban a efectuar el pago de la mercancía contratada para crear la apariencia necesaria a fin de obtener la entrega de los efectos que luego no pensaban abonar.
La amnesia del pequeño Nicolás
El pequeño Nicolás llegó a sufrir cierta amnesia durante su declaración en el juicio afirmando simplemente que "no recordaba" preguntas básicas del tipo cuántos móviles habían adquirido por este método o por qué usaban otros nombres para contratar los servicios. Mientras que la comparecencia de su pareja, según la sentencia, tenía "contradicciones". Al principio dijo que “no sabía lo que estaba ocurriendo, que solo hacía las tareas domésticas y que colaboró únicamente metiendo los teléfonos en bolsas”.
Para acabar reconociendo que acabó efectuando ventas en el Cash Converter, que enviaba los albaranes de las ventas a los compradores de eBay, dando en algunas ocasiones “explicaciones absurdas” a preguntas concretas, señala el tribunal.
Un tribunal que dejó claro que había quedado acreditado que "ambos actuaban de común acuerdo" y que no llegaron a pagar cantidad alguna a Telefónica, así como que "solo dejaron de adquirir terminales cuando se descubrió" la estafa.
Una Justicia lenta les rebajó la pena
Aunque no todo fueron malas noticias para el pequeño Nicolás de Crevillente y su pareja en aquel momento. Sus abogados lograron que los magistrados reconocieran que, como habían solicitado, debía producirse un atenuante en pena por el retraso de la Justicia, que entre la fase de la instrucción y del enjuiciamiento pasaron diez años.
Así que, en lugar de 1 a 6 años de prisión contemplada, el urdidor de la estafa fue condenado a 9 meses más otros cuatro de multa a razón de 6 euros diarios. Su novio fue sentenciado 6 meses de prisión y 3 de multa. También pesó sobre el pequeño Nicolás de Crevillente que en su historial ya había una condena por estafa, además de otras de otra índole.
Al final, la Policía pudo recuperar casi 58.500 euros en terminales, por lo que la responsabilidad civil a indemnizar a Telefónica fue similar a esa cifra la cual, al no poder abonarla, la Audiencia de Alicante ordenó su ingreso en prisión, producida el pasado viernes.