La ciudad de Elche ya se prepara para la procesión del Domingo de Ramos, en la que miles de personas saldrán a la calle acompañados de las palmas blancas, pequeñas obras de arte únicas en el mundo, elaboradas de forma tradicional en el municipio y que representan su seña de identidad.
Durante el fin de semana, los ilicitanos e ilicitanas pueden acercarse a los diferentes puestos de palma blanca instalados en la plaza del Ayuntamiento y otros puntos de la ciudad para comprar su ramo, bien liso, rizado o de solapa, para participar como marca la tradición en la procesión del Domingo de Ramos.
Una procesión que cada año parte desde el Paseo de la Estación, en pleno centro histórico y junto al Parque Municipal, a las 11 horas, tras la bendición de las palmas.
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Este año se ha mantenido el número de puestos de venta de palma blanca. Pese al ligero incremento de precios, como consecuencia de la falta de palmas, principalmente lisas, por las condiciones meteorológicas de los últimos meses, los ciudadanos y ciudadanas han llenado durante todo el día el mercado de la Plaza del Ayuntamiento para comprar su palma.
La artesanía de la palma blanca, única y exclusiva de la ciudad de Elche, es uno de los elementos más destacados de la procesión de Domingo de Ramos, que fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional en 1997, aunque su primer conocimiento data de 1371, según señala el Archivo Municipal de la ciudad.
Es en 1429 cuando se tienen noticias acerca del comercio de la palma, una actividad que todavía se mantiene en la actualidad, ya que cada año parten desde esta ciudad miles de ellas con destino al resto de España y el extranjero.
Según marca la tradición ilicitana, son los abuelos, tíos y padrinos los encargados de adquirirlas para los niños. Además, es costumbre que los más pequeños y también los mayores estrenen vestimenta para salir en la procesión.
En Elche existen cerca de una decena de talleres y también particulares que trabajan en la elaboración de la palma blanca ilicitana, que requiere de un proceso de conservación de la palmera y de las palmas que dura todo el año, para conseguir el singular color amarillo que permite su trenzado.
Se trata de un trabajo artesanal y único en el mundo que se ha transmitido durante siglos entre generaciones de ilicitanos. Con meses de antelación, los palmereros cierran el ojo de la palmera en forma de cono para evitar el proceso de fotosíntesis y mantener el color blanquecino, y después cubren las palmas con una capucha para recibir algo de luz y seguir creciendo.
Tras el proceso de selección por medidas y calidades, se cepillan e introducen en piscinas con cloro y agua para blanquearlas. Después se conservan en cámaras con azufre hasta días antes del Domingo de Ramos.
Las palmas blancas son cortadas, clasificadas y preparadas para la venta. Unas se destinan a palmas lisas, tan cual salieron de la palmera, mientras que otras son trabajadas por las manos artesanas, que rizan las hojas para adornarlas con diferentes figuras.
Elche también hace entrega de palmas blancas a personalidades políticas y religiosas. Por encargo del Ayuntamiento se han enviado este año palmas lisas o rizadas, de entre 3 y 3,5 metros de altura, al papa Francisco, los reyes, el presidente del Gobierno, el president de la Generalitat, el obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, y el prelado de Solsona, el ilicitano Francisco Conesa, entre otras personalidades.
Mañana tendrá lugar la celebración de la 62 edición del concurso de artesanía de la palma blanca, donde participan las mejores obras en las modalidades de miniatura, artesanía, solapa y taller de artesanía.
El objetivo es reconocer el trabajo de estos artesanos en la conservación y supervivencia de esta tradición. Los participantes en el certamen formarán parte, con sus creaciones, en la procesión del Domingo de Ramos.