Villena

La tarde del pasado martes tuvo lugar en la Casa de la Cultura de Villena, la primera de las ocho mesas-debate que irán recorriendo en sucesivos meses diversas poblaciones de la provincia, dentro del ciclo Alicante, una provincia de fiesta, auspiciado por el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, de la Diputación Provincial de Alicante.

Más de medio centenar de personas asistieron a la cita denominada Fiestas de Moros y Cristianos en el Alto Vinalopó, en la que se contó con representantes y expertos de las celebraciones en poblaciones de dicha comarca, como son la propia Villena, Biar, Onil, Castalla y Sax. 

La cita contó con la presencia de diversos concejales del Ayuntamiento de Villena, y estuvo elegantemente moderada por Francisco Rosique Pardo, presidente de la Junta Central de Fiestas de Moros y Cristianos de dicha localidad, modulando tanto las intervenciones de los cinco ponentes como, sobre todo, el intenso debate que se produjo en la segunda parte de la convocatoria, en donde se estableció un sentimiento de complicidad entre todos los presentes.

Así pues, María Seva describió el duro trance de la ausencia de las fiestas en Castalla, Maricruz Rojas efectuó un recorrido preciso sobre las consecuencias de dicho parón en una Villena que incluso a nivel industrial alberga una gran importancia para sus celebraciones, destacando el impulso que registró el Desfile del Ecuador Festero del pasado 5 de marzo.

María Cristina Hernández, al margen de describir la idiosincrasia de los moros y cristianos de Biar, que se encuentran a punto de reanudarse en los próximos días, no dejó de destacar la cercanía existente en una localidad donde curiosamente no existe un órgano aglutinador de sus comparsas.

Gabino Ponce describió la singularidad de las fiestas de Sax, las únicas que se pudieron realizar en 2020, antes de la pandemia, destacando la deliberada huida de cualquier elemento evolutivo, o la apuesta de la intervención de José Francisco Rico, de considerar su cita anual de Onil, o de cualquier otra celebración, como fruto de la amistad.

A partir de estas ponencias se sucedió un animadísimo debate. Una especie de catarsis entre los asistentes, en donde no se dejó de analizar en base a cifras las consecuencias de la vivencia de la pandemia, estableciéndose una mirada optimista al respecto.

Y fue algo en lo que se concluyó que la mejor manera de superar la huella de la Covid-19, era retomar los actos y celebraciones habituales hasta inicios de 2020.

El ya citado Ecuador Festero de Villena, la brillante celebración de las fiestas de Onil, o el esperado retorno de Biar han sido o son pruebas concluyentes de ello.

Sin embargo, si algo gravitó en torno a este debate, fue la importancia y la necesidad de la implicación de la juventud en todas las fiestas convocadas. Se comentaron experiencias muy positivas a este respecto, de jóvenes que han asumido responsabilidades o incluso presidencias de comparsas.

Sin embargo, la existencia de diferentes espacios de diversión, o la divergencia que en las manifestaciones de moros y cristianos convocadas albergaba la referencia de la participación y, sobre todo, la implicación de la juventud en todas ellas, fue la que marcó las principales reflexiones, en una cita que avivó el interés por reanudar el calendario festivo y emocional de las poblaciones convocadas, y en la que se llegó a plantear que citas como esta tuvieran continuidad en lo sucesivo.

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