Esta semana el director de la Muestra de Teatro de Autores Contemporáneos de Alicante, Guillermo Heras, ha anunciado su retirada tras 30 años al frente de evento cultural más importante de la provincia, y muchas veces, más ignorado. Sus palabras, que no pude oír directamente, suenan negro sobre blanco en los textos periodísticos, con amargura.
No todas las ciudades españolas, ni siquiera las importantes, tienen un evento de este tipo. Almagro, Mérida, Tárrega, Cádiz y Alicante. Pare usted de contar. Durante dos semanas de noviembre desde hace 29 ediciones, Alicante es el epicentro del teatro en lengua española. Aquí se dan cita sus principales protagonistas, los autores, junto con directores de escena, actores, programadores, para testar la salud de la literatura y la escenografía española.
Pero desde hace muchos años sus responsables se quejan de falta de financiación, no ya del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (Inaem), dependiente del Ministerio de Cultura, que es quien verdaderamente los sustenta. Hablan del resto de organizadores como la Diputación de Alicante, el Ayuntamiento de Alicante, el Institut Valencià de Cultura dependiente de Generalitat Valenciana y la Fundación SGAE.
También de falta de continuidad, para dar salida a los textos de los autores a lo largo de la temporada artística. De nada sirve estrenar en Alicante, ha explicado en infinidad de ocasiones Heras, si luego no hay facilidades para programar esa función en otros teatros de toda España y Latinoamérica.
Conozco a Heras desde hace 21 años, cuando recalé en un diario extinto de Alicante para coordinar su suplemento de Cultura. Y no siempre he podido acudir a las representaciones, pero he intentado ver una o dos obras cada año. Primero porque me gusta el teatro, y en especial el contemporáneo, donde te la juegas no yendo a lo seguro a ver el montaje de un clásico de calidad contrastada hasta la saciedad. Lo contemporáneo tiene algo de descubrimiento que le aporta un aliciente especial.
Pero también, me gusta mantener el contacto con todo el equipo de la Muestra. Con Guillermo, con Pilar Bosch, con Nina Díaz, con todo el equipo. Al final, tras tantos años, la llegada de noviembre es sinónimo de volver a ver a viejos amigos. También autores, actores y periodistas con los que coincidí cuando trabajaba en esa sección.
Todos los proyectos tienen un comienzo y un final, y espero que la marcha de Heras no suponga el final de la Muestra de Alicante. La ciudad y la provincia necesitan eventos de este tipo que le den proyección nacional e internacional en el ámbito de la Cultura. No podemos quedarnos en el sol y playa. Necesitamos vender lo mejor de nosotros mismos, y la Muestra, es uno de los mejores escaparates.