Hasta una pequeña ciudad cerca de Valencia van centenares de personas a encargar las mejores paellas que allí se pueden comer. Las curiosas formas de llevarlas luego hasta sus casas para seguir comiendo en domingo este plato marca el cambio a una nueva tradición. Y esta es la que ahora retrata el fotógrafo oriolano Ricardo Cases en su último trabajo, Paellas y coches. La exposición que ya se puede ver en la Llotja del Cànem de Castellón adelanta la publicación de su nuevo libro en diciembre.
Cases ha tenido estos días su sesión especial de carreteras, entre la inauguración en Castellón, otro acto en Badajoz y el regreso a su casa en Torrent. Y en todo ese tiempo se para a pensar en un domingo de hace meses cuando estaba en casa y decidió encargar una paella en el restaurante L'Alter, de Picassent.
Aquella salida se convirtió en el punto de partida del nuevo trabajo del fotógrafo que mejor retrata los cambios que afronta la sociedad valenciana. Cuando recogió la paella para meterla en maletero del coche, tenía allí su cámara "y surgió la idea". En esa fotografía vio una sociedad despreocupada, muy arreu como se diría en valenciano, sin pensar en otros planes.
La paella estaba rodeada de los trastos que "una personada desordenada como yo tiene en su maletero, que tiene más que ver con un trastero que con un coche". Todo eso "sumado a una cantidad de polvo y suciedad por vivir en el campo, como una persona que va muy arreu".
Récord de paellas
Y aunque él insista en ese vestir despreocupado, cuando piensa en el trabajo muestra todo lo que ha meditado antes de llegar a ello. Si quería montar Paellas y coches, un buen sitio para hacerlo era precisamente el que le dio la inspiración, L'Alter. Este restaurante de Picassent presume de crítica gastronómica en The New York Times y de haber cocinado ochenta paellas en un día.
Cases comparte ese criterio y cuenta que son "alucinantes, la mejor es la valenciana, la estándar con pollo y conejo". Y la fama que tiene en la zona hace que sean muchos quienes se acerquen los fines de semana para encargarlas y llevarlas a casa. Eso le daba la oportunidad de encontrar a muchos que aceptaran que les fotografiara en algo tan cotidiano.
¿Volver al periodismo?
Ese creyó que podría ser el gancho para volver a crear un trabajo para un periódico. En ellos desarrolló buena parte de su carrera hasta que en 2011 publicó un pequeño trabajo, Paloma al aire. Este libro que mostraba la colombicultura en su pueblo natal sedujo a los críticos y especialistas. Así fue creciendo su carrera en exposiciones, como la que pasó el año pasado por Cigarreras.
"Este es el segundo intento de reconciliación con el periodismo, de conjugar mis intereses propios con el de un medio de comunicación", cuenta. Si el primero fue Panorama con Esther Garcia Llovet, donde combinaba sus textos "con el paisaje de Benidorm y su desarrollo urbanístico vertical", esta vez "traté de volver con una temática propia, a ver si podía desarrollar un contenido que interesara a un medio de comunicación de masas".
En la escritura confió en Iván del Rey de la Torre, "un amigo que escribe de maravilla", y que le aportaba "la distancia para valorarlo" y un estilo "que fluctúa entre el humor y el absurdo". Con él estuvo de guardia en L'Alter, hablando con la gente que se acercaba a recoger sus encargos. De esas charlas "van surgiendo historias y fotos, que todavía le dan una capa más interesante".
Exposición y libro
El reportaje no llegó. "Se me ocurrió que podía tener un hueco, pero no interesó, también porque no tenía el olfato de lo que podía interesar a un medio". Eso es lo que le ha dado la oportunidad de darle una nueva vida. La que llegó en una presentación de un libro suyo en Castellón. El programador de la Llotja del Cànem se le acercó y le presentó un trabajo "que estaba producido pero no tenía padrino".
Aquella conversación dio pie a esta muestra recién inaugurada y a la próxima presentación de una publicación sobre la misma. Un trabajo en el que centra su mirada en un comportamiento social que se aleja de esa habitual presentación ordenada e impecable. "Arreu es síntoma de una sociedad que dice que no pasa nada, como meter una paella sin protección en un maletero durante quince kilómetros, y de ahí puede surgir una sociedad más fortalecida".