Semanas como la que acaba es difícil sustraerse a la actualidad política nacional por lo mucho que influye en el resto de comunidades autónomas. Quien quiera buscar en esta columna alguna clave de lo que está pasando en Madrid, ya le digo de entrada que pierde el tiempo. No las tengo. Pero es que además, llegados a este punto, lo importante no es cómo se resolverá la crisis del PP sino cuándo.
Este fin de semana el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y su socia Mónica Oltra, sacan pecho de lo "mucho y bien" que han hecho, en su opinión, claro. Para quienes vivimos en Alicante y no solo hablamos con los políticos, la cosa es muy diferente. La mayoría de las cosas que ha hecho el Botánico en asuntos fundamentales como la Sanidad o la Educación nos influyen directamente todos los días. Y no para bien.
En mi opinión, la Comunidad Valenciana necesita un cambio de Gobierno donde los nacionalistas, apenas un 16,8% de los electores en la región (un escueto 11% en la provincia en las autonómicas de hace 3 años), no impongan sus políticas trasnochadas y excluyentes.
Pero para eso se necesita una alternativa. Esa no puede ser otra que el PP. Y es en este punto en el que la crisis nacional del partido, en la que se dirime mucho más que el control del partido en Génova y en Sol, es un desastre para la Comunidad Valenciana. Como seguramente lo sea también en otras regiones donde los populares trabajan con seriedad por cambiar las cosas.
Deberíamos estar hablando de las rebajas de impuestos, de las cuatro sentencias en contra de los tribunales a la gestión de la pandemia de Puig, de cómo gestionó la conselleria de Oltra un caso de abusos sexuales de su exmarido sobre una joven tutelada a la que luego se ha perseguido en su puesto de trabajo tras la reversión a la Sanidad pública del hospital de Torrevieja.
Deberíamos estar hablando de cómo se ha colado de rondón la obligatoriedad de examinarse de valenciano en el acceso a las pruebas de la universidad en unos años, con un simple decreto de Marzà. De cómo está obviando este Consell el derecho a la exención lingüística de amplias zonas de la Comunidad donde no se habla una palabra de valenciano.
Deberíamos estar hablando también de cómo se distribuyen los Fondos Europeos entre los ayuntamientos del PSOE y Compromís mientras se margina a los del PP, como Alicante y Benidorm. O de cómo desde la Generalitat se ataca a la autonomía financiera de las disputaciones provinciales.
¿O por qué no? Podríamos hablar de cómo han quedado miles de negocios, pequeñas empresas, después de que el Botánico optase por imponer las restricciones más severas de todo el país sin certezas de que eso ayudase a atajar la pandemia. Hace un año, recuerden, si querían salir a comprar más tarde las 18h estaban delinquiendo para los señores del Palau.
Pero estamos hablando del PP de Madrid. Y cuando esto acabe hablaremos de Vox. Pero la Comunidad Valenciana seguirá igual.