Cómo tiene que estar viéndoselas la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra (Compromís), para tener que recurrir a una foto de un encuentro en una estación de tren de sus "supuestos" enemigos políticos para tener que justificar las investigaciones judiciales contra ella por "supuestamente" tratar de desacreditar a una menor que había sido víctima de los abusos sexuales de su exmarido

Es decir, que si un empresario como Alberto de Rosa (Ribera Salud), coincide con un expresidente de la Generalitat como Francisco Camps (PP) y la periodista Cristina Seguí en una estación de tren, es que están tramando una conspiración para hacerla caer. 

Mónica Oltra exhibiendo la foto del "supuesto" contubernio contra su persona.

Sinceramente, espero no sea su único argumento ante los tres magistrados del TSJCV si finalmente la llaman a declarar en calidad de "investigada" (antigua imputada) por los indicios de que pudo dar orden a sus peones en la Conselleria de acabar con la reputación de una menor que había sido abusada por su exmarido.

Y digo "espero", porque como periodista y ciudadano quiero que se llegue al fondo de esta cuestión. Sería muy triste que apenas haber logrado el 16,8% de los votos en las elecciones de 2019 (el de poco más que uno y medio de cada 10 votantes en la Comunidad Valenciana), fuese una patente de corso para machacar a una persona inocente que encima ha sido violentada por tu más allegado.

De hecho, se le debería caer la cara de vergüenza a Oltra sólo con el hecho de cómo han tratado a esa pobre chica despidiéndola del trabajo en cuanto sus socios se hicieron con la gestión pública del hospital de Torrevieja donde había sido contratada por la compañía de De Rosa. Porque éste ha demostrado ser mucho más humano y empático con la auténtica y única víctima de esta historia que ninguno de los falsos progresistas y feministas del Gobierno valenciano.

Mónica Oltra con Alberto de Rosa en unas Fallas.

Pero, es que más allá de todo esto, no es delito que políticos, empresarios y periodistas hablen. Todo lo contrario. Es lo deseable. Si todos hablasen más entre sí se podría llegar a consensos para solucionar muchos de los problemas que en política tienen que ver con el dogmatismo y el sectarismo.

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y el empresario Alberto de Rosa.

Sin ir más lejos, existen otras fotos de De Rosa como la que ilustra esta columna. O de éste con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig. ¿O es que su socio de Gobierno también forma parte del "contubernio"? Ambos sonrien en la instantánea, mucho cuidado. Y si como dice, "sigan las pistas del dinero", ¿por qué no las sigue la propia vicepresidenta y nos dice a todos qué ha descubierto?

Aquí lo único que se ha probado es que su exmarido abusó de una menor. Y lo que se está tratando de averiguar es si la propia Oltra castigó por segunda vez a esa menor abusada por su exmarido tratando de "desacreditarla" haciendo uso de los resortes del poder que le confiere su cargo en la Generalitat.