Hace dos semanas, el coordinador nacional de Organización de Ciudadanos (Cs), Borja González, desembarcó en Alicante para destituir de forma "diferida" -porque con alguno ni pudo reunirse por no estar convocado con antelación el encuentro- al coordinador provincial del partido, Javier Gutiérrez; al coordinador de Institucional, César Martínez; y al de Organización, Chehu Herrero.
Según se filtró entonces fue por convocar una comida el día de las elecciones andaluzas a la que asistió el 80% de los concejales del partido en la provincia, aquellos que no habían ido como apoderados o interventores a Andalucía.
Cs ya estaba roto en Alicante y no lo había quebrado ninguno de esos tres cargos públicos. Sin ir más lejos, Gutierrez lleva gobernando tres años indistintamente en su ayuntamiento de Xixona y en la Diputación, con PSOE y PP. Sin ningún problema con sus adversarios, pero sí, por lo que parece, con (algunos de) sus compañeros.
Cs se terminó de quebrar hace dos meses, cuando los cinco concejales del partido en Orihuela firmaron una moción de censura contra el PP, sus socios de gobierno local entonces (fueron expulsados tras salir a la luz su paso por la notaría oriolana), y pactaron con PSOE y Podemos.
Cs se partió en dos cuando desde la dirección autonómica se explicó que nadie les había dado permiso para esa operación y aquella evidencia sirvió para que tuviesen que dimitir los responsables autonómicos de Institucional y Programas, porque en Madrid ni contestaban al teléfono.
De hecho, en la dirección nacional siguen haciendo la vista gorda con los oriolanos pero envían a González a destituir a los alicantinos por criticar públicamente esa moción de censura sin sentido. La propia alcaldesa socialista de Orihuela ya les había sacado los colores a los cinco concejales de Cs como herederos directos del CLR manejado por el empresario José Alcántara en las pasadas elecciones.
El pasado viernes la dirección autonómica de Cs que encarna Teresa Ortiz organizó en Alicante una comida de partido a la que sólo asistieron los concejales de Orihuela, El Campello (que están siguiendo el camino de los oriolanos) y alguno más, tal vez despistado. Un total de 13 de los 120 concejales que tiene el partido en la provincia.
Es decir, que los críticos tienen más poder de convocatoria dentro del partido que la "oficialidad". Algo que sería un escándalo en una organización política con aspiraciones de continuar con representación, pero que a la vista de las últimas elecciones en Madrid, Castilla y León o Andalucía, parece que no es el caso.
Más bien parece una reunión de dirigentes para repartirse los restos, lo que quede de Cs tras mayo de 2023. Si es que llegan porque son muchos los afiliados de base que se están dando de baja y otros muchos desearían hacerlo pero continúan para no dejarles el camino expedito a estos, por si hay que votar algo antes de la próxima primavera.
Sinceramente pienso que es una lástima, una oportunidad perdida para España: contar con un partido liberal, de Estado, europeísta, moderno, que pueda ejercer de fiel de la balanza entre socialistas y populares. Habrá otros intentos en el futuro, espero que con mejores personajes en sus equipos directivos.