Cuando estamos a punto de decirle adiós, 2022 supondría el retorno con nuestra cálida cita de junio, tras dos años ausente como consecuencia de la Covid-19. Pero, también, el año de la aplicación del "cambiazo" de fechas, que ha venido lastrando la actividad festera en los primeros meses del nuevo ejercicio, por más que nadie se atreva a revertir esta kafkiana situación.
Proyectemos la mirada al año que termina recordando la foguera plantada en la Plaza del Pilar de Zaragoza -con embajada festera incluida- el pasado mes de abril, donde la lluvia deslució algunos de sus actos, y que hubo que trasladar a un parque alejado para quemarla, entre considerable afluencia de público.
La cercanía festera propició a nivel municipal un casi interminable proceso de autorización de emplazamientos de barracas y racós que, si bien lograron resolverse, provocaron tensiones innecesarias en unas comisiones que veían con angustia la aplicación de unos requisitos técnicos casi insalvables, unidos al inesperado crecimiento de coste de varias de sus necesidades -iluminación, carpas…-.
En todo caso, junio y las fiestas se abrieron con un curioso pregón a tres bandas, en unas hogueras que muy a la ligera se definieron como “las mejores de la historia” -¡tantas veces se ha dicho lo mismo!-, pero que sí se disfrutaron con generalizado alborozo, y en el que ese entusiasmo estuvo unido con un elevado nivel artístico en las obras plantadas en nuestras calles, que llevó al triunfo de Florida-Portazgo, con una monumental foguera de Pere Baenas, quien certificaba un nuevo doblete de triunfos en Valencia y Alicante..
La ausencia de incidentes -base fundamental para disfrutar de unas celebraciones de este calibre- permitió que cuestiones como la baja entidad y cantidad del disparo de mascletás -con reiterada polémica incluida, sobre el uso de la plaza de Los Luceros- quedaran en segundo término, y una inoportuna -y, por fortuna, breve- tormenta, lastrara los últimos instantes en la primera jornada de la ofrenda de flores, la noche del 21 de junio.
Pero el verano llegaba calentito, con la traca terremoto en pleno julio y la sucesión de dimisiones en la Federación de Fogueres, que su presidenta sorteó como pudo. Y ha sido a partir de ahí, cuando se iniciaría el runrún de un proceso electoral para el que entonces quedaba más de un año, y que ahora todos intuimos se adelantarán desde sus fechas habituales de septiembre.
Mientras tanto, para intentar atajar los comentarios generalizados de crisis festera, se celebró en un abrir y cerrar de ojos un congreso la mañana del 17 de septiembre, del cual nunca más se supo. Más positivo resultaría comprobar como para el nuevo ejercicio se reiterarán las 89 comisiones activas los últimos años, e incluso que la categoría especial se mantendría cara a junio en nueve hogueras, mutando Carolinas Altas por la nueva incorporación de Baver-Els Antigons.
De nuevo, en el otoño se realizaría manu militari el ciclo de presentaciones de belleas, y se apreciaba una ligera alza en el censo de festeros. En esas, noviembre supondría la elección de la guapísima Belén Mora Rosado, de la foguera Nou Alipark, como bellea del foc 2023 -la número 88 de nuestra historia- y la niña Inés Llavador Castelló -de familia profundamente festera-, perteneciente a la comisión de Santa Isabel, como bellea del foc infantil.
Mientras tanto, iniciaremos el año con el retorno de Pólvora tot l’any y el disparo de una mascletá el 8 de enero ¡Feliz 2023 a todos!