El 6 de diciembre de 2017, en la celebración del Día de la Constitución en el Teatro Principal de Alicante, el entonces president Ximo Puig anunciaba oficialmente la compra parcial de la propiedad del teatro (30%). Es cierto que no se alcanzaba la titularidad pública del Teatre Principal de València o del Teatre Principal de Castelló (100%), pero era el principio de una dinámica de reequilibrio en la inversión cultural en la Comunitat con respecto a Alicante.
Vicent Marzà, entonces conseller d’Educació i Cultura, anunció en los medios a la salida del acto que el Teatre Principal d’Alacant se convertiría así en la segunda unidad de producción de la Comunitat. Busquen en las hemerotecas y pellízquense.
Durante los dos años anteriores se había recuperado la relación entre la GVA y el Principal con estrenos de aquélla (el Principal renunciaba a la recaudación que necesitaba por no ser un teatro público y ofrecía fines de semana a los títulos del IVC a pesar de que las producciones en valenciano estaban muy lejos de las cifras de recaudación necesarias para un teatro infrafinanciado antes y ahora).
Del mismo modo, el Principal había invitado a la primera producción del IVC de una autora alicantina, Lola Blasco (única dramaturgia valenciana con premio nacional de literatura dramática hasta la fecha) para que la producción se residenciara allí. Pero, curiosamente, a partir del momento de la compra del Principal, hubo un fundido en negro, València y cierra España.
Nunca se llevó a efecto que el Principal pudiera convertirse en esa segunda unidad producción valenciana tan necesaria para el sur. Sinceramente, no creo que fuera voluntad de Vicent Marzà que aquello quedara en nada: en Alicante estamos acostumbrados a que ciertas decisiones desde lo más alto queden varadas en las direcciones generales sin despeinarse.
Estamos acostumbrados a esa política “de barraqueta”, de “això és nostre”. Son decenios y decenios viendo cómo vienen a poner cara de buenos y se marchan a toda prisa porque “Alicante está muy lejos”. Se ve que València para nosotros está más cerca. Son decenios aguantando que algunos directores generales te digan cosas como que “entienden que la gente de Alicante se vaya a Madrid porque está más cerca para Alicante que para València”.
Algunos son tan ilustrados que no saben que es al revés. Son decenios aguantando que te digan que viajes a València si quieres tratar tu proyecto cuando los representantes de todos los valencianos son ellos y son los que deben tener un despacho en cualquier parte de la Comunitat. Alegan nuestro victimismo frente a València, pero no admiten su victimismo frente a Catalunya, que es infinitamente más dañino para todos los valencianos.
Y cuando pides que vengan profesionales valencianos a Alicante para compartir producciones, tienes que aguantar que te diga un director general de turno que a los valencianos no les interesa “por motivos económicos”, como si los profesionales alicantinos no se hubieran pasado la vida pagando una segunda casa en València desde l’Estatut. Pues entonces, pay them more, que diría Biden.
Ya puede un conseller, pues, anunciar mañana un segundo centro de producción en Alicante, que los mismos suyos se encargarán de que no sea así. Y si mañana el conseller Barrera anuncia que pretende llevar a cabo esa idea fallida y bloqueada (no vaya a ser que en Alicante tengamos un poquito de poder), o anuncia que desplazará el Centre Coreogràfic Valencia a Elche (otra de las demandas convenientemente enterradas), ya se encargará su director general de turno de romperse el cráneo para que no sea realidad. Y luego se les llenará la boca hablando de su implicación con Alicante, tratarán luego de enfrentarnos entre nosotros, y pasarán cuatro años más.
Mientras tanto, sigamos discutiendo hoy muy entretenidos si está bien o no que un fasto institucional como el de la Constitución se siga haciendo en Alicante. Si algo les parece mal, no debería ser que cinco años después no se haga el acto de la Constitución en el Principal, sino si van a completar su compra porque es el único gran teatro valenciano capitalino que sigue sin ser público, que sigue infrafinanciado, a diferencia del Principal de València o Castelló, y si van a abrir un segundo centro de producción de artes escénicas allí para invertir en cultura, en empleo y, sobre todo, en justicia para el sur.