Alicante

Sus siluetas que recuerdan a las películas de época o a leyendas de barcos piratas, sus cascos de madera que contrastan con las estructuras de aluminio o poliéster de los yates modernos. Los barcos de época siempre tienen una esencia que les hace especial y que captan la curiosidad de quienes los avistan desde el litoral. La provincia de Alicante tiene el orgullo de contar con uno de los buques más antiguos de vela clásica de España. Construido en el año 1971, el velero Pascual Flores se ha convertido a lo largo de los años y tras múltiples aventuras, en un símbolo muy importante para la ciudad del sol y de la sal.

Concretamente este mineral fue, junto a otros productos, una de las materias primas que el buque Pascual Flores transportó a zonas como la costa norte y oeste de África y Cuba en sus primeros años de vida. Y es que Torrevieja es conocida por haber sido desde antaño un lugar pionero en la explotación de la sal generada en las lagunas que rodean sus entornos. Una actividad reconocida desde principios del siglo XIX, cuando se trasladó en el año 1803 la Administración de las Reales Salinas a la localidad. A partir de ese momento se han empezado a desarrollar distintas actividades en la ciudad girando en torno a la explotación salinera. Concretamente, Torrevieja empezó a destacar en el mapa gracias al auge del comercio marítimo de la sal de barcos que salían desde su puerto con destino en diversos puntos del Mediterráneo y del Caribe.

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Así, en la primera mitad del siglo XX, la flota velera de Torrevieja se convirtió en la más importante del Mediterráneo. La localidad contaba en aquella época con una población de unos 6.000 habitantes y unos 200 barcos matriculados, de los cuales 64 eran pailebotes.

El buque con firma torrevejense

En este contexto, el torrevejense Antonio Marí ordenó en el año 1917 la construcción del pailebote Pascual Flores, de 43 metros de eslora, 8 metros de manga, 4 metros de calado y un total de superficie velica de 415 metros cuadrados. Inicialmente utilizado como barco mercante, este buque llegó a transportar todo tipo de carga por las aguas mediterráneas y atlánticas, yendo desde alimentos a vehículos.

La recuperación del Pascual Flores hundido en el puerto de Castelló en el año 1938.

Todo iba viento en popa para el pailebote, hasta que su destino se torció en el año 1938. Tras realizar numerosas travesías al continente americano, el buque decidió pararse en el mes de junio de 1938 en el puerto de Castelló. España, envuelta en plena Guerra Civil, sufría numerosos ataques "ensayo" por parte de las fuerzas de la Alemania Nazi y de la Italia Fascista. Estos ataques, realizados por cielo, mar y tierra, también alcanzaron distintos puntos de la zona del Levante español. Así, el 7 de junio de 1938, Castelló fue bombardeada y el Pascual Flores se hundió en las aguas del puerto a consecuencia de 10 bombas de 50 Kg proporcionadas por un avión alemán.

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No fue hasta el año 1943 cuando fue rescatado y restaurado y cambió de armador y de nombre, pasando a llamarse "Vulcano". Tras la tragedia y su posterior restauración, el pailebote continuó su actividad como barco mercante a lo largo del siglo XX. Ya empezado el siguiente siglo, durante los años 2005 al 2008 se realizaron trabajos de restauración integral del buque, capitaneados por el maestro calafate Antonio Carrasco.

El Pascual Flores ahora

Sin embargo, el barco seguía en estado de deterioro e inactividad. Finalmente, en el año 2020, el Ayuntamiento de Torrevieja y la Fundación Nao Victoria firmaron un convenio de colaboración para la cesión, reparación y puesta a punto del pailebote.

El Pascual Flores es uno de los pocos barcos de España compuesto por vela clásica. Laurine Maurice

Actualmente y gracias a este acuerdo que ha permitido su restauración y puesta a punto, el pailebote recorre los puertos de toda Europa como museo flotante y con el fin de enseñar a los más curiosos su historia y sus vivencias. El actual responsable del buque, Álvaro Perez asegura que el barco ya ha hecho escala en 29 puertos y cruzado 8 veces el canal de la Mancha, sumando un total de 7.000 millas recorridas. 

Siendo parte de la decena de personas que componen la tripulación del Pascual Flores, Álvaro cuenta la historia de una de las travesías que más le marcó a bordo del buque. "El primer intento de cruzar el canal de la Mancha fue un fracaso", afirma. Tras haber recibido el parte meteorológico que anunciaba olas de un metro, la tripulación decidió soltar cabos y poner rumbo a las costas británicas. Sin embargo, se encontraron con olas de 5 metros de alto, a lo que "tuvimos que dar un giro de timón de 90º grados y buscar un amarre de emergencia en los puertos más cercanos".

La sala de control desde la cual la tripulación establece contacto con el exterior mediante la radio marítima. Laurine Maurice

Además de la tripulación profesional como el jefe de máquinas, el propio capitán, el contramaestre o el personal de refuerzo para tareas de mantenimiento, a bordo también pueden subirse personas que no tengan experiencia en el mundo marítimo. 

Proponiendo periodos de 3 a 12 meses, la Fundación Nao Victoria ha puesto en marcha un programa de voluntariado para permitir a las personas que tengan curiosidad, ser parte de la trpulación. El programa se hace cargo del alojamiento, dieta, seguro contra accidentes y proporciona la ropa de tripulación al voluntario.

"Somos una familia". Pedro, contramaestre del buque afirma riéndose que convivir con 10 personas en altamar no siempre es fácil pero que el compañerismo siempre logra superar todos los obstáculos que se van encontrando. 

Uno de los obsequios que la tripulación del Pascual Flores ha recibido. Laurine Maurice

La labor del Pascual Flores fue reconocida múltiples veces por distintos puertos del mundo entero. El interior de su casco, repleto de placas de reconocimiento y de fotografías de época, deja constancia de todas sus vivencias a lo largo de sus 106 años de historia.

Algunas de las placas de reconocimiento, por parte de la marina de Dénia y la Armada de México. Laurine Maurice