Alicante

Huelga decir que este no es otro artículo más sobre los beneficios que ha traído el Satisfyer, la marca comercial por antonomasia de la amalgama de estimuladores de clítoris que han proliferado en el mercado en los últimos años; tampoco es un intento de demonizarlos, más bien, de recoger el otro punto de vista de las profesionales de la sexualidad. 

Porque, como todas las fuentes consultadas coinciden, los estimuladores han logrado romper los tabúes que -todavía- hacen que las mujeres no se expresen abiertamente sobre la masturbación. Así, hemos visto a famosas en programas de televisión y entrevistas alabando este juguete sexual, como nunca antes había pasado, lo cual a su vez ha animado a muchas mujeres a probarlo y a introducir en sus conversaciones un tema, el de la sexualidad, que no acostumbra a salir a relucir. 

Y cuando hablamos de autosatisfacerse, de nuevo, todas las expertas se ponen de acuerdo en lo positivo que es. “Se ha comprobado que la masturbación, bien manual o bien con succionador, mejora el dolor menstrual. A nivel fisiológico los orgasmos intensos que provocan los succionadores siempre aportan una beneficiosa neurobioquímica con efectos analgésicos y ansiolíticos. Además de estimular el metabolismo y la circulación”, indica la colaboradora de Diversual Miriam Al Adib, licenciada en Medicina y Cirugía, especialista en el área de Ginecología y Obstetricia y profesora del Master de Sexología de la Universidad de Extremadura. 

Precisamente, Diversual -tienda de juguetes sexuales de Alicante- acaba de publicar los resultados de una encuesta que deja en buen lugar a los succionadores de clítoris. Según explican, entre las casi 9.000 personas que han respondido al cuestionario, un 64% reconoce que siempre llega al orgasmo usando un succionador, a la vez que el 87% asegura que su uso le ha ayudado a llegar más fácilmente al orgasmo. 

Más datos, el 61% de las usuarias indica que sus orgasmos son más intensos desde entonces y el 19% que ha experimentado un ‘squirting’ o que ahora lo experimenta más fácilmente (el 15%). Además, el 22% ha vivido por primera vez un multiorgasmo gracias al succionador y un 41% que ya sabía lo que era, lo hace ahora con mayor facilidad.  Incluso un 60% apunta a que esa mayor facilidad para llegar al climax se extiende a otras prácticas en las que no usan un succionador.

Efectos encontrados

“En la práctica clínica me estoy encontrando con algunos inconvenientes, no creo que sea bueno pensar que son la panacea”, señala María Mas Vidal, psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja. Como recuerda durante la conversación, una seguidora en redes sociales le dijo que para ella era “un juguete perfecto para la mujer que está tan ocupada que tenía que agendarse hasta la masturbación”.

Pero más allá de esta reflexión, afirma que, “aunque la intensidad de los succionadores ha sido una cualidad valorada positivamente, hay un cierto fenómeno de tolerancia por el cual el clítoris se acostumbra a este tipo de intensidad y necesita más y más para alcanzar el placer”.

De esta forma, han pasado por su consulta de Alicante mujeres que, desde que lo usan, se encuentran con que “son incapaces de alcanzar el orgasmo sin este tipo de estimulador”, llegando, en muchos casos, “a perder la sensibilidad y no hallar placer con otra estimulación como el sexo oral u otros juguetes”. 

Insiste María Mas, quien no desaconseja su uso, “es un juguete sexual, pero también lo son otros, todo depende del tipo de persona”, avisa, pero sí cree que “se han dado unas expectativas tan altas en torno a este producto que las mujeres creen que si no tienen un orgasmo con el Satisfyer les pasa algo”.

“Hay mujeres que han intentado arreglar con los estimuladores de clítoris sus problemas a la hora de llegar al orgasmo, sin éxito, y otras han perdido sensibilidad por el camino, por lo que yo lo que digo que deben verlo como un juguete cómplice, pero sin convertirnos en esclavas de él”, sentencia.

¿Y el resto del cuerpo? 

Otros de los hándicaps de esta clase de estimuladores es que “solo va al clítoris, no como otros vibradores”, que permiten explorar otras zonas. “Recuerdo que tenemos dos metros cuadrados de piel sensible para olvidarnos de él”, concluye.

En esta misma línea se expresa David Mellado, sexólogo especializado en terapia de parejas, mujeres mastectomizadas (que han superado el cáncer de mama) y menopausia. “La mujer, a diferencia del hombre, tiene la sexualidad en cada centímetro de su piel y lo que hace el Satisfyer y otros productos es reducirlo todo a los genitales”, se lamenta este especialista natural de Aspe. 

“¿Por qué pretendemos reducir la sexualidad a los genitales?”, se pregunta. “Estamos ahora en esa ola de este tipo de juguetes sexuales pensados en la genitalización y nos puede hacer perder cosas por el camino”, asegura. Preguntado si el estimulador de clítoris resulta beneficioso para la pareja, responde: “El miedo que percibo es que actúe como un activador rápido para ambas partes que sirva a la mujer para ponerse al nivel del hombre de cara llegar al coito rápido”, señala.

Frente a ello, Ana Lombardía, especialista en terapia sexual y de pareja y colaboradora habitual de Diversual sostiene otro punto de vista: “Los succionadores en particular, y los juguetes eróticos en general, pueden ayudar a las relaciones sexuales de pareja de muchas formas: por un lado, sirven como un elemento que introduce novedad y variedad dentro de la relación. Por otro lado, si los juguetes hacen que los dos individuos de la pareja, de forma individual, exploren su sexualidad y disfrutan más del sexo, eso repercutirá de forma positiva en la relación”, asegura.  

¿Y la educación sexual?

Por el contrario, el presidente de la asociación Ases, sobre educación sexual, aboga por el uso de “otras partes del cuerpo y del órgano sexual más importante que tenemos, el cerebro”, para la estimulación. “Nada estimula más que un buen relato erótico, y de esto, a diferencia del Satisfyer, se habla poco y, si se habla, no es un buen ejemplo, citando a Cincuenta sombras de Grey. Al final, concluye que, como todo en la vida, es una cuestión de base educacional. ç

“¿Sabes cuándo se diseñó en este país el último plan nacional sobre educación sexual?”, se pregunta a si mismo. “Lo hizo el régimen franquista, y así nos va”, responde.  

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