La ciudad de Benisa posee  restos de culturas prehistóricas, ibera y romana.

La ciudad de Benisa posee restos de culturas prehistóricas, ibera y romana. Ayuntamiento de Benissa

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La leyenda sobre Benissa o cómo la cólera de un despiadado padre mató a una pareja de enamorados

Casi todas las historias sobre el origen de los pueblos de Alicante tienen en común, moros y cristianos como protagonistas, y el amor romántico.

5 agosto, 2021 00:16
Alicante

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Numerosas leyendas son las que hay acerca de la provincia de Alicante y el origen de sus pueblos, la cueva de las calaveras en Benidoleig, la Cara del Moro en Alicante, la Torre de La Calahorra en Elche, o la leyenda del Peñón de Ifach, son algunos ejemplos. Pero si hay algo en común en todas estas historias es la aparición de moros, cristianos y piratas como protagonistas. Ah, sí y también el amor romántico.

La historia de Benissa también la protagonizan dos jóvenes amantes, de culturas muy distintas, cuya historia de amor se truncó con el peor de los desenlaces, el odio y la ira de un padre déspota que tan solo amaba la riqueza y el poder

Cuenta la leyenda que allá por el año setecientos, un jefe de tropa llamado Arafa vivía con su hijo Ben en una cueva situada en la conocida como garganta de Gata. Allí, entre barrancos, montañas y vegetación salvaje residían solos, padre e hijo.

Pero una buena mañana, Arafa se cansó de contemplar el paisaje y propuso a su sucesor mudarse hasta aquel bonito trozo de costa que podía divisarse desde el Peñón de Ifach. Y así lo hicieron. Ben, que nada tenía que ver con el carácter bélico de su padre, estaba muy contento de estar rodeado de agua y naturaleza.

Antes de llegar a este enclave costero, las tropas de Arafa amenazaron a la población de ese lugar con robarles todo lo que tenían, por lo que la mayor parte de los habitantes, de procedencia cristiana, decidió marcharse antes de le llegada del guerrero.

Todos menos uno. Se trataba de Garcés, un comerciante que estaba harto de mudarse de un sitio a otro y que decidió quedarse ahí, aún teniendo miedo de las represalias. Por lo que Garcés, que tenía una hija llamada Isa, decidió quedarse ocultando su verdadera fe. 

Puesto que la aldea estaba prácticamente vacía, Arafa hizo la vista gorda y optó por creer lo que decía Garcés sobre su religión. Pero lo que el padre de Ben no previó es que Ben e Isa pudieran enamorarse. Los dos se conocieron y empezaron a hacer muchas cosas juntos, puesto que eran los dos únicos jóvenes en la zona.

Una noche de verano en una de las calas que hay en la zona Ben le confesó a Isa su amor y le propuso matrimonio. La chica que también estaba enamorada no lo dudó ni un segundo y le dijo que sí. El problema vino cuando se enteró Arafa, al que no le hizo ninguna gracia el noviazgo entre los dos. Por lo que un día, lleno de rabia y frustración por aquel amor que él nunca podría tener, mandó a sus tropas asesinar a los jóvenes

Pero a la noche, bajo la luz de luna y el silencio de aquel deshabitado lugar, se dio cuenta de que había mandado matar a lo único que tenía real en su vida, su hijo. Melancólico y arrepentido bajó corriendo al lugar donde yacían los cadáveres de la pareja. Poco se podía hacer por ellos, puesto que los soldados habían cumplido con creces el deseo del jefe.

Araf solo podía hacer dos cosas, llorar y maldecir su despiadada alma. Pero finalmente, se le ocurrió una forma con la que honrar la muerte de su hijo, llamar a ese lugar 'Benissa'.